─Tu teléfono no ha parado de vibrar, ve y atiende, yo puedo hacerlo bien solo. ─dice Dorian sacando sus vendajes con ayuda de una de las enfermeras.
─No hace falta. ─sonrie con ternura, aunque en realidad está nerviosa, lo disimula tanto como puede. Dorian está tan dolorido que no le da mucha importancia, ya que los celos jamás fueron su fuerte.
Regina apaga su teléfono y lo guarda en su bolso, enseguida regresa con Dorian.
─Sus quemaduras están reaccionando muy bien a la cirugía y el tratamiento, cuando menos se lo espere, podrá salir del hospital. ─comenta una de las enfermeras al ver como va quedando la piel de su espalda.
─Él es muy fuerte y valiente, estoy muy orgullosa de el. ─suspira Regina con una sonrisa, lo que causa ternura en la enfermera.
─El doctor pasará a verlo en cuanto termine de hablar con los familiares de la señora Jerome. ─dice mientras camina a la puerta, así que no puede notar la tensión que acaba de formarse entre Dorian y Regina.
Regina en cuanto siente el silencio ensordecedor de quedarse los dos, se levanta enseguida por la jarra de agua, sirve un poco en un vaso. Se puede notar como le tiemblan sus manos, en el agua, su turbulencia la delata.
─No preguntaré, no diré más nada, estaré aquí para ti, como tú lo estás para mí. ─dice tomando su mano, deja el vaso a un lado, sobre la mesa de noche y tira con sutileza de ella.
─Confío en ti. ─sonrie acariciando su mejilla, él solo asiente mientras sonríe.
─¿Recuerdas que hablamos de hacerlo público? ─dice y él asiente, aunque no se ve del todo convencido. ─Hablé con mi publicista sobre nosotros, y dice que la manera sutil de declarar nuestra relacion podria ser que, en cuanto salgas de aquí, podría escribir algo de lo que pasó bajo seudónimos en la biografía y...
─No puedes. ─suelta tajante Dorian. ─Nada de lo que pasó aquí pertenece a tu biografía. No puedes hacer de lo que pasó con mis amigos un show...
─No. No lo hago, es solo que al estar aquí, contigo...
─Regina, perdí a dos de mis mejores amigos de toda la vida, personas que considero importantes en mi vida, ¿y tú, quieres hacer un show de eso?
─No. Solo digo que....
─Es un no definitivo, no puedes hacer eso. ─suelta su mano.
─No lo voy hacer, no diré nada, ni haré nada. ─sonrie, aunque su tristeza es notoria.
El silencio es inevitable, pasa a ser incómodo al verse el uno al otro.
─Enviaré un par de mails a mi... ─aprieta los dientes con fuerza y señala la puerta, camina más aprisa hasta llegar a la puerta. Se gira a Dorian con una sonrisa y sale de la habitación.
Al salir de la habitación camina tan rápido como puede hasta llegar al primer baño, lo más alejado que puede de la habitación de Dorian.
Tan solo basta que cruce la puerta para romper en llanto, trata de ser lo más silenciosa que puede, pero su llanto puede escucharse fuera.
Diana va de pasada por el baño, en cuanto escucha los sollozos entra deprisa. Antes de poder entrar escucha como alguien dentro vomita.
Se lleva una gran sorpresa al descubrir que a quien encuentra en el baño es a Regina, quien yace en el suelo temblando y llorando tras haber vomitado, apenas puede respirar.
─Calma, calma. Solo respira. ─se moja las manos enseguida y las coloca en la nuca de Regina.
Regina, aun cuando apenas y puede respirar, no para de llorar, se apoya en Diana tanto como puede. Están en cuclillas en el suelo del hospital tanto como consigue calmarse Regina.
─Lo siento. ─seca sus lágrimas con todo su maquillaje esparcido. ─No sé qué me pasó...
─Te entiendo. ─suspiró dejándose caer en el suelo. ─no es facil ser fuerte todo el tiempo mientras tenemos a alguien en el hospital.
─¿Tienes a alguien aquí? ─pregunta secando sus lágrimas, acomodando su cabello. ─¿un novio?
─Aún no. ─sonrie levantándose del suelo. ─solo digamos que... ─tiende su mano y Regina la toma para levantarse. ─es un poco complicado, pero creo que hay sentimiento. ─dice con una sonrisa.
─¿Como saber hasta donde es permitido sufrir por ello? ─deja el agua caer sobre sus manos.
─No sé qué tan lejos, o cuán poco haya de ello, pero... mi madre siempre me ha dicho que nadie nace siendo malo, que nadie sale dispuesto ha hacer daño a otros, pero también me dijo que, la persona que más debes amar es a ti misma, y solo entonces, podrás saber qué tanto debes hacer por amor a otra persona.
─Tu mamá es una mujer muy sabia. ─lava su rostro.
─Te sorprendería lo latina que puede ser a la hora de enojarse. ─sonrie tomando un par de toallas de papel.
─La señora Artemisa, mi madre, me ha dicho que con belleza lo consigues todo. ─Toma las toallas de papel que Diana le entrega, inmediatamente sus ojos vuelven a enrojecer. ─creo que me tocó la equivocada. ─sonrie secando su rostro sin dejar de ver su reflejo en el espejo.
─Te puedo prestar la mía cuando quieras, ella suele aconsejar y regañar con mucho entusiasmo, no por nada soy medico. ─sonrie.
─Soy Regina. ─Tiende su mano con una sonrisa. ─tu eres Diana, ¿verdad? ─señala con la mirada y ella asiente.
─No sabia que era famosa, pero gracias. ─tiende su mano en respuesta. ─te recuerdo de la boda.
─Me gusta escuchar, sobre todo si quien habla es mi novio. ─sonríe.
─¿Quien es tu novio? ─se asombra, a su vez que se siente algo avergonzada por no saber, la manera en la que la mira Regina, es como si debiera saberlo. ─es... ¿Dorian? ─musita.
─se supone que salgo con... Dorian Mills. ─Sonríe con algo de recelo.
─Te vez diferente en las pasarelas ─dice mirando a Regina, la manera en la que habla de Dorian. ─eres... realmente te ves impresionante. ─sonríe tratando de animarla.
─El maquillaje, las ediciones fotográficas, te sorprendería lo diferente que se ve una persona tras un buen trabajo de edición. ─mira sus manos, aunque intenta sonreír en sus labios apenas se puede ver una curva.
─Pues te ves bien, y pareces ser alguien agradable, así que... si no te sientes bien, o si, solo quieres hablar con alguien, ¡buscame!. Si no estoy en la habitacion de Anton Hochner, estoy en mi consultorio, puerta 3.
Salen juntas del baño, mientras Regina regresa a la habitacion de Dorian, Diana va a su consultorio por un par de cosas.
Diana tiene la extraña sensación de que la siguen, lo que le hace sentir tonta, y decide ignorarlo, asi que continua su camino hasta llegar a su consultorio, no hay nadie cerca, lo que es extraño, ya que se supone que la llamaron para una consulta, al abrir la puerta se sorprende al notar que no tiene seguro, pero se sorprende aún más al notar que hay alguien dentro del consultorio. Enciende la luz sin quitar la mirada de la persona frente al escritorio en la silla, sentado en la oscuridad, en cuanto la habitación se ilumina puede ver algo que la paraliza.