Salgo del edificio, contenta. No logro borrar de mi cara la sonrisa estúpida que traigo. Cruzo la calle y entro a la cafetería donde Owen dijo que estaría esperándome. Lo veo sentado en una mesa, tomándose un café y comiendo masitas, así que sigo directo al mostrador. —¿Hola? —el encargado de la caja me mira—. ¿Qué vas a llevar? Observo la cartelera electrónica que está detrás de él—. Uuun batido de frambuesas y moras, y... Dame una caja grande de panecillos de miel. —Veinte dólares. Abro la cartera y del monedero saco dos billetes. Se los doy y me entrega un ticket para que retire lo que ordené. —Gracias. Me paro a un costado y espero. Apoyo mi codo en el mostrador de vidrio y la cara en la palma de mi mano. Pienso... Irremediablemente pienso en Nicolas. ¿Es de idiot