THE LAST DRAGON GUARDIAN

El rey William se encontraba en su despacho cuando de repente entra una mujer de cabello rojizo y largo hasta la cintura, piel blanca y tersa con grandes labios rojos. Sonrió al verla, esa mujer le encantaba, ya había pasado bastante tiempo desde que se habían casado y aún la miraba de la misma manera como cuando la conoció por primera vez. - ¿Que se le ofrece a mi hermosa reina? - Preguntó él mientras se levantaba de la silla e iba al encuentro de su amada esposa. - Parece que se te olvido que hoy llegaba tu hermano - Dijo ella estirando sus brazos y envolvía a su esposo en estos. Los dos empezaron a reír cuando un abultado vientre les impedía acercarse como ellos querían. - Vaya - Dijo William mientras quitaba la mirada de los ojos cafés de su esposa para posarlos al abultado vientre de ella - Parece que alguien ha estado creciendo mucho. Su esposa sonrió arrugando su pequeña nariz mientras miraba a su esposo, él seguía viéndose joven a pesar de que le llevaba ocho años de diferencia, su cabello de color café y rizado le llegaba a los hombros, apenas y tenía canas, su piel bronceada le hacía verse sin ninguna arruga, pero lo que ella le llamo su atención fueron sus hermosos ojos verdes, ella esperaba que su hijo tuviera sus mismos ojos. - Será igual que su padre - Dijo ella mientras se separaba de él y lo miraba a los ojos - Igual de fuerte y valiente, reinara con justicia, le dará la mano al más necesitado y será tu orgullo. El rey al ver a su esposa mientras le decía esas hermosas palabras de su hijo no pudo evitar reír. La mujer se veía prácticamente excitada por su primer primogénito. - Así que, ¿Es niño?- le dijo algo emocionado, ya que ellos habían acordado no preguntarle a la partera del pueblo el sexo del futuro rey de dragaré. Ella negó frenéticamente mientras habría sus ojos un poco grandes. - No lo sé - Poso las manos sobre su vientre - Pero lo siento en mi ser. - Mm... Parece que mi esposa es una pequeña bruja - Él no pudo evita tomarla de su cintura y atraerla hacia si mismo todo lo que su hijo le podía permitir - Tendré que juzgarla frente a su propio pueblo. Ella lo miro divertida mientras le seguía el juego. - Mi rey sería capaz de quemar a su propia esposa si esta fuera bruja. Ahora era el turno de él negar frenéticamente mientras la veía a los ojos. - Jamás te haría daño Elizabeth - Dijo seriamente para después sonreír abiertamente - Pero el pequeño de aquí dentro - Toco el vientre de su esposa y no pudo evitar soltar una carcajada cuando noto a su hijo moverse - Será una hermosa niña igual a su madre. Su esposa intentó contradecirlo cuando de repente la puerta se abre, dejando a un guardia de dragón parado en la puerta algo contrariado si pasar o no por haber interrumpido a los reyes en algo. - No te preocupes Tristán, no interrumpiste - Le dijo al joven guardián - ¿Qué pasa? El joven se ruborizó saliendo de su trance para después pararse derecho y decir - Perdóneme, mi rey, pero su hermano acaba de llegar y pide su presencia. Su esposa dejó escapar un pequeño gemido y no pudo evitar mirarla algo preocupado. - Estoy bien - Le dijo ella leyendo sus pensamientos - Es solo que a eso vine a verte y llegamos a otra cosa. Él sonrió y miro al joven guardia. - Está bien Tristán, ahora veo a mi hermano. Tristán solo atinó a dar un asentamiento de cabeza retirándose. William miro divertida mente a su esposa que tenía un pequeño rubor por sus mejillas y le tendió la mano. - Vamos mi reina - Ella se la tomo con gusto y salieron de ahí para después caminar por el amplio pasillo del castillo al encuentro de su hermano menor. - ¡Hermano! - Gritaron los dos hombres al verse mientras abrían los brazos y se abrazaban eufóricamente el uno al otro. Elizabeth no pudo evitar medir las diferencia de los dos hombres, Izarth era tan diferente a su hermano mayor, este era de tez blanca que contrastaba con su cabello n***o corto, tenia una barba un tanto corta y obviamente su cuerpo esta algo más musculoso que el de su esposo, ya que este al ser el comandante de las tropas tenia que estar más en forma para cuidar al reino de cualquier amenaza, lo único que tenían en común eran los ojos verdes. - Estos hombres - Murmuro una vocecilla a su lado notando por primera vez a Scarlet la esposa de Izarth- Parece que no se hubieran visto en años. Elizabeth solo pudo atinarle a asentir con la cabeza a la rubia de ojos azules que estaba a su lado. - En hora buena, hermano mío - Grito William mientras sus ojos se posaban en Scarlet. Ella miró hacia la dirección que miraba su esposo y noto el abultado vientre de esta. - ¿En qué trimestre vas? - En el séptimo - Dijo ella sonriendo mientras miraba a su esposo. Elizabeth no pudo evitar fruncir el ceño, si era algo seguro que no veían mucho a su cuñado y a Scarlet por los viajes que hacían hacia la frontera por el cuidado del reino, pero esta parecía tener más meses que ella. - Ahora mi hijo tendrá con quien jugar - Hablo William rompiendo el silencio incómodo que había hecho su esposa. Izarth solo atino a reír mientras palmeaba la espalda de su hermano. - Deja que el niño nazca y después hablamos de eso. - ¿Así que será un niño? - Le pregunto su hermano mayor - Aún no sabemos - Dijo Scarlet - Preferimos que sea una sorpresa. - Igual que nosotros - Susurró Elizabeth incluyéndose en la conversación - Que les parece si comemos algo mientras preparan su habitación - Les dijo a los recién llegados. - Pues que esperamos - Le contesto su cuñado con una sonrisa - Tú y yo después hablaremos de un asunto que me tiene algo preocupado - Le dijo seriamente a su hermano. William solo atino a asentir le mientras se ponían en marcha hacia el comedor.