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Billonario esposo prestado

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"Enith Caley se ve obligada a fingir una NO relación con su esposo, comportándose en público como dos completos extraños que se repudian. Envueltos en la polémica, con un odio fingido, la farsa va alimentándose constantemente ¿hasta donde llegará la mentira?"

OBRA REGISTRADA EN SAFE CREATIVE CON EL NÚMERO 2204050867158

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Capítulo 1: El ayer una vez más
— ¿Serás mi señora Guinot, Enith? —Elio tenía a Enith con su rostro acunado entre sus manos, trataba de desnudarle el alma con el verde de sus ojos a través de las pupilas avellana en los grandes ojos de la muchacha. Enith lo miró a los ojos, pensando en su respuesta, sintió como el nerviosismo recorría cada célula de su cuerpo, haciendo pequeñas erupciones en su piel, la respiración delataba su estado, sus labios temblaban al sentir el aliento del billonario cerca de su rostro, las palabras la abandonaron por un instante. __________________________ Para llegar a la parte de arriba, vamos a recorrer el tiempo atrás. Enith recibió la llamada de Elio Guinot, estando ella de viaje en Perú para despejarse del mal sabor de boca que se había llevado tres meses atrás. Había mantenido el contacto necesario con su familia y desaparecido del radar de todos sus conocidos, no quería regresar de nuevo a las burlas y habladurías de la gente. Se encontraba sentada al filo de la ventana del cuarto del hostal viendo el cielo despejado, cuando la llamada de Elio le entró a su nuevo número telefónico. — ¿Enith, eres tú? — dijo Elio al otro lado del teléfono. Enith perdió la percepción del tiempo, se le habían olvidado las palabras al querer hablar, estaba tan impresionada, como si volviera a ver a una persona a la cual había considerado muerta, con todo ese despertar de emociones que hicieron una guerra dentro de su pecho. — Enith, no sé que sea lo que hayas visto pero …. —Elio fue interrumpido. — Pizza exprés ¿le puedo tomar su orden? —Enith fingió su voz, cerró los ojos dándose pequeños zapes, al ser lo primero que pudo articular de manera cobarde. — ¿Pizza? — Sí señor, está hablando a una pizzería ¿le puedo tomar su orden? — Ahora que lo pienso tengo hambre, no he comido en todo el día ¿podría ser una de pepperoni? —Elio en verdad tenía hambre, había tenido días enteros sin comer y era una buena oportunidad— que sea con extra queso, poco pepperoni y orilla rellena de queso. — ¿Algo más señor? —preguntó Enith fingiendo ser una empleada de una pizzería. — Sería todo. — El p**o se hace en la entrega, que tenga buena noche —se apresuró a decir Enith —colgando el teléfono. Enith tenía el corazón acelerado, se sentía estúpida por su manera tan infantil de abordar las cosas con él ¿en verdad tenía tanto miedo de volver a ver a Elio Guinot? O ¿era el hecho de volver a salir lastimada o de que la tomara por tonta lo que no la dejó hablar con él? Esa noche Enith no pudo conciliar el sueño, revolvía las sábanas con constancia, en un intento de buscar los brazos de morfeo sin éxito alguno, con una sensación de vacío en el pecho regresó a la mañana siguiente en el primer vuelo a Grand Amarilo, había tomado como una señal la llamada del billonario como una señal de que era tiempo de volver a casa. Pasaron los días, en los que estuvo en casa de sus padres, en compañía de su abuela que la veía con ternura, había decidido que era tiempo de regresar a la ciudad y buscar de nuevo trabajo, por lo que le habló a su amigo Omar para pedirle asilo, tal vez en algún momento ver a Elio de nuevo y cerrar ese ciclo en definitiva, tenía que dejar que su vida fluyera y dejar de lamentarse. Se dice popularmente que “la tercera es la vencida” y eso es lo que Enith Caley la había motivado a ir a la ciudad, rehacer su vida y buscar una tercera oportunidad en el amor. Llegó a Grand Amarilo en su auto hasta llegar a la casa de su amigo que la esperaba con los brazos abiertos. — Enith, amiga, que bueno que al fin apareciste, nos tenías muy preocupados a mi y a Bianca ¿qué te pasó? ¿por qué desapareciste y hasta cambiaste tu número? Desconsiderada —dijo Omar abrazando a su amiga tan pronto ésta bajó de su auto. — Es una larga historia —dijo Enith abrazando a su amigo. — Pues más vale que comiences a explicarme señorita, de lo contrario no te dejaré entrar a mi casa —le dijo Omar bromeando. Bajaron el equipaje de la muchacha, estando instalados en el departamento de su amigo, Enith le platicó la relación que sostuvo con Elio Guinot y cómo éste jugó con ella, aunque en el fondo tenía sus dudas. — Amiga lo único que te puedo decir por el momento es que deberías buscarlo y hablar con él, no sé si fue un arrebato tuyo o no pero creo que debes cerrar ese ciclo, de lo contrario pasará lo mismo que la última vez con Roberto. — Tienes razón Omar, tal vez deba ir a verlo mañana, creo que de manera emocional estoy lista para hacerlo —dijo Enith. Por otro lado Elio, sabía perfectamente que la “señorita de la pizza” era Enith, había sido tan astuta que le envió la pizza de “Pizza planeta” y no “pizza exprés” como ella lo había mencionado, fue gracias a ese error que confirmó que era ella después de tanto haberla buscado en esos tres meses de infierno. Gracias a Carlos había dado con el paradero de Enith al rastrear la llamada para enterarse que estaba en Perú por lo que no dudó en tomar su jet privado para ir en su búsqueda, al fin había dado con ella, pero para su sorpresa encontró de nuevo solo el rastro de ella, de nuevo había desaparecido, no sabía cómo sentirse al respecto, pues al menos había escuchado su voz una vez más. Enith había puesto manos a la obra, por lo que se dió a la tarea de dedicarse un día entero a conseguir trabajo, Omar le había dicho que buscara con paciencia y que no se preocupara por la renta, le estaba agradecida en el fondo por el gesto, pero tenía que apresurarse a buscar un nuevo ingreso. Sus diseños independientes habían bajado su flujo de ventas de nueva cuenta y tenía que recuperar lo poco que había perdido. Después de un día de portazos en la cara, decidió parar su búsqueda por la tarde, para tomar un trago en un bar cercano al departamento de su amigo, donde Omar la esperaba. — ¿Cómo te fue amiga? —preguntó Omar. — Fatal, aun no tengo nada, solo me han dicho que me estarían llamando —dijo Enith exhausta, se llevó su cerveza a la boca. — ¿Has pensado en ser maestra de baile? Eres una excelente bailarina después de todo. — Tal vez tengas razón, lo pensaré. — Hablando de baile, hay un concurso que se llevará a cabo en unas semanas y me gustaría participar con mi novio ¿nos ayudarías a entrenar? — Sabes que cuentas con mi ayuda —dijo Enith abrazando a su amigo, brindando con su botella. Tomaron su cerveza con una plática amena entre amigos, le había hecho tanta falta platicar con alguien después de días de soledad, que agradeció a la vida por haberle puesto a Omar en su camino. Pagaron su cuenta y fueron directo al valet parking por el carro de Enith, en la entrada del restaurante como una maldición ligada a un karma de vidas pasadas, la voz chillona de la víbora mayor de Jessica sonó como un taladro penetrando los tejidos de sus tímpanos. — Qué fácil conseguiste el reemplazo de Elio —dijo Jessica que estaba llegando con un par de amigas a las que nunca había visto. — Pareciera que me estás investigando siempre, apareces en los momentos menos indicados —dijo Enith poniendo sus ojos en blanco. Omar no perdía de vista a la rubia, estaba en estado de alerta ante cualquier estupidez que la mujer que tenían frente a ellos pudiera cometer. — Sería un halago que hiciera eso, aunque creo que la vida me está dando el fabuloso regalo de ver que tus gustos van empeorando pequeña Enith —dijo Jessica a con una sonrisa burlona. Omar sintió la ofensa tan personal que no dudó en ponerse frente a Enith para encarar a la bruja rubia que lo había insultado. — No sé de dónde sacas conclusiones baratas, pero de mi y de mi amiga no vas a hablar ¡¿es esta la tipa roba prometidos que engatusó a tu ex?! —Gritó Omar por lo alto para evidenciar a la rubia, Enith tomó valor para seguirle el juego a Omar. — ¡Siii! ¡es ella la que me quitó a mi prometido el día de mi boda! —gritó Enith por lo alto, la gente que entraba y salía del lugar pronto comenzó a detener su paso para enterarse un poco más del chisme. — ¡Eres una desvergonzada! —le dijo Omar a Jessica, que sintió todas las miradas de alrededor, sus acompañantes solo se limitaron a reír por lo bajo. Con la molestia reflejada en su rostro, la rubia se acercó a Enith y Omar. — Tal vez sea la roba novios, pero al menos a mi no me han puesto el cuerno dos veces, como a ti pequeña Enith —dijo Jessica— vamonos de aquí chicas, que huele a fracaso. — ¡Huye como gata en dos patas! —gritó de nuevo Omar— es una estúpida amiga, te juro que si me la vuelvo a encontrar le voy a arrancar esos pelos de elote que tiene. — Gracias Omar —dijo Enith abrazando a su amigo, ambos regresaron al departamento hablando de anécdotas durante el camino para quitarse el mal sabor de boca que Jessica les había provocado, después de todo a la muchacha le esperaban días difíciles en su búsqueda por trabajo. Habían pasado un par de días desde el desagradable encuentro con Jessica. Se encontraba en la habitación del departamento de su amigo, mirando el celular, mientras esperaba con paciencia por alguna llamada relacionada con algún trabajo. Se incorporó de la cama estirando su cuerpo tal cual gato recién despertando de una siesta, miró a través de la ventana el como el día se iba ocultando para darle paso a la noche. Decidió abrir f*******: e i********: después de meses de haber estado desconectada, su corazón y pensamientos se vieron agobiados a cientos de mensajes que tenía en sus inbox, preguntando que si era verdad que Elio solo la había utilizado para mantener su herencia, o si era verdad que le habían puesto los cuernos, entre otras preguntas de personas que incluso apenas había cruzado palabras alguna vez en su vida. — ¡Váyanse a la mi*rda todos! —Gritó la chica frustrada en aquella solitaria habitación, se había arrepentido de haber abierto sus r************* . En un impulso se puso un vestido blanco para el verano, tomó su chaqueta por si una ventisca rara llegaba a aparecer y manejó tomando camino con su auto rumbo a un bar, le apetecía tomar un trago en la soledad de sus lamentos, no quería estar en compañía de nadie, le apetecía estar sola sin hablar con nadie más y ahogar sus penas en alcohol. Lo que la muchacha no intuía era que un fuerte evento estaría por ocurrir.

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