El personal del restaurante, elegantemente vestido con trajes italianos tradicionales, se movía con gracia y eficiencia, atendiendo a los comensales con cortesía y profesionalismo. Cada plato era presentado con exquisitez, reflejando la atención al detalle y la pasión por la gastronomía italiana.
En realidad, todo el ambiente sería un sueño hecho realidad, de no ser porque la presencia de Karen comenzaba a arruinar la estancia de Ava en ese pomposo lugar.
—Karen, esto es una sorpresa. ¿Qué haces aquí? —preguntó Daniel, con una sonrisa forzada.
—Daniel, para mí sí que es una sorpresa verte aquí. Y con una hermosa compañía —dijo Karen, mirando a Ava con un dejo de desprecio.
Ava sonrió, tratando de mantener la compostura, pero su incomodidad comenzaba a hacerle estragos el alma, aun así, ella hizo todo su esfuerzo por no quebrantar su semblante.
—Hola, mucho gusto, Karen. Es un placer conocerte finalmente —dijo ella, educadamente.
Karen arqueó una ceja y se dirigió a Daniel de nuevo.
—Es tu asistente, ¿verdad? No sabía que estabas contratando en modelos lugar de empleados calificados.
Daniel frunció el ceño, pero antes de que pudiera decir algo, Ava intervino.
—Soy la asistente de Daniel, pero también tengo un poco de experiencia en finanzas y estoy muy bien calificada para el trabajo —dijo con confianza.
Karen la miró con incredulidad.
—¿De verdad? Me sorprende que Daniel te haya contratado. Los rumores corren demasiado rápido por estos lugares. Dicen que eras solo una simple mesera sin experiencia en finanzas —dijo con una sonrisa burlona.
Ava respiró profundamente, tratando de controlar sus emociones.
—Es suficiente, Karen —respondió Daniel y ella solo sonrió con despotismo y resentimiento.
Ava le indicó al rubio, con la mayor delicadeza posible, que la dejara hablar y él se resignó.
—No sé de dónde sacas eso —dijo Ava con nerviosismo.
Daniel también tragó grueso, recordando que Ava fue quien los atendió aquella noche en la que se conocieron en el restaurante.
—Ay, por favor. Muchos vieron a Daniel frecuentando un restaurante y decían que era porque la mesera lo había flechado. A mí no me miren, yo solo escuché —comentó Karen.
—De hecho te equivocas, quizá me confundes con otra persona … –Ava recordó que por nada del mundo debía decir su origen humilde o todo se iría por la borda—, antes de trabajar para la empresa de Daniel, trabajé en una empresa de contabilidad durante dos años. Si deseas te puedo enseñar mi hoja de vida.
Karen frunció el ceño, claramente incómoda con la respuesta de Ava.
—Bueno, ya veremos si estás a la altura en las demás actividades de negocios —dijo ella, con una sonrisa desafiante.
La cena comenzó y Ava se mantuvo al lado de Daniel, tratando de ignorar las miradas despectivas de Karen. Sin embargo, en un momento dado, Karen de nuevo se acercó a la mesa y comenzó a hacer preguntas incómodas a Ava sobre su experiencia en finanzas.
Ava respondió con calma y seguridad, pero Karen siguió interrumpiéndola y tratando de desacreditarla. Ava comenzó a sentirse cada vez más nerviosa y humillada.
Finalmente, Daniel intervino.
—¡Karen, basta! Deja de atacar a Ava —exclamó entre susurros y viendo hacia todos lados—. Ella es una parte valiosa de mi equipo y no voy a permitir que la trate de esa manera.
Karen se sorprendió ante la intervención de Daniel, y lo fulminó con la mirada, pero decidió seguir adelante con su plan.
—Oh, vamos Daniel. Sabes que ella solo está aquí porque eres su novio. No tiene lugar en este mundo de los negocios —reafirmó con desprecio.
A esas alturas en que Karen ya había lanzado su veneno con su actitud despectiva hacia Ava durante la cena de negocios, los murmullos comenzaron a llenar el aire a su alrededor.
Los gerentes y jefes importantes presentes, junto con sus esposas y novias, no pudieron evitar escuchar las palabras hirientes y los comentarios despectivos de Karen.
Algunos rostros mostraron sorpresa y confusión, mientras que otros asentían en acuerdo con Karen, alimentando así el fuego del prejuicio que se había encendido en el salón. Las conversaciones entre los presentes se llenaban de susurros y gestos de desaprobación.
Las esposas y novias de los ejecutivos intercambiaron miradas incómodas, evidentemente sintiendo la tensión en el ambiente. Algunas de ellas murmuraban entre sí, comentando sobre la situación y expresando su sorpresa ante la actitud de Karen.
Ava estaba a punto de explotar, pero antes de que pudiera decir algo de lo que quizá pudiera arrepentirse luego –porque vaya que no tenía nada de modales los insultos que se le ocurrían para esa mujer–, Daniel la defendió de nuevo.
—Ava está aquí porque es una profesional altamente capacitada y recalco… Es muy valiosa para mi empresa. Y no tiene nada que ver con mi relación con ella —dijo con determinación.
La cena terminó en un tono incómodo, pero Ava se sintió aliviada de tener a Daniel a su lado, apoyándola. Caminaron juntos fuera del salón, alejándose de la tensión que había inundado la habitación.
—Ava, lo siento mucho por lo que pasaste esta noche. Karen puede ser difícil de manejar, pero quiero que sepas que confío en ti y en tus habilidades —dijo Daniel, tomando su mano.
Ava sonrió, sintiéndose reconfortada por las palabras de Daniel.
—Gracias, Daniel. Tu apoyo significa mucho para mí. Aunque fue difícil, estoy feliz de haberme defendido. No dejaré que nadie me menosprecie.
Daniel asintió, mirándola con admiración.
—Eres fuerte y valiente, Ava. No hay duda de que eres más que capaz de enfrentar cualquier desafío. Estoy orgulloso de ti.
Se detuvieron frente a la puerta del restaurante, mirándose el uno al otro; él con amor y ella con determinación.
En ese mismo instante, algunos colegas y amigos de Daniel que se acercaron a felicitarlo por el éxito de la reunión. Entre ellos se encontraron Ryan Tielmans, un gerente de ventas, y Artemisa Paxton, una ejecutiva de marketing.
Ryan, con una sonrisa amigable, se dirigió a Ava:
—Daniel no ha dejado de hablar de ti, Ava. Me alegra finalmente conocerte en persona. Pareces mucho más joven de lo que esperaba.
Ava se sonrojó ligeramente, sintiéndose consciente de la diferencia de edad entre ella y Daniel.
—Sí, soy un poco más joven —Ava intentó no titubear mucho—. Pero hemos encontrado una conexión especial a pesar de eso —respondió, tratando de mantener la compostura.
Artemisa, curiosa, se unió a la conversación.
—Daniel siempre ha sido un hombre muy reservado sobre su vida personal. ¿Cómo se conocieron ustedes dos?.
Ava intercambió una mirada rápida con Daniel antes de responder cuidadosamente.
—Nos conocimos en una conferencia de negocios. Fue un encuentro inesperado pero muy significativo. La verdad es que he sido muy afortunada, este hombre ha sido un amor conmigo.
En ese momento, Karen apareció en escena, acompañada por otro gerente. Su expresión despectiva se acentuó cuando se dirigió a Ava.
—Oh, así que ya conocieron a la joven prometida de Daniel. No puedo evitar preguntarme qué es lo que realmente te atrajo de él ¿Dinero, tal vez?
Ava sintió una oleada de ira y humillación. La cortesía y el autocontrol que habían mantenido hasta ahora se desvanecieron en un instante.
—Ava, cariño, no me malinterpretes, pero supongo que te estás aprovechando de la generosidad de Daniel, ¿verdad? ¿No creen, muchachos? —Karen volteó a ver a Ryan, a Lepold y a Artemisa, quienes no sabían qué responder ante eso.
—Una joven como tú no puede estar aquí por tu propio mérito. Seguramente debes tener otras habilidades para haber capturado la atención de un hombre tan exitoso —dijo Karen con sarcasmo, mirando a Ava de arriba abajo.
Las palabras de Karen hirieron a Ava profundamente. Por un momento, el control y la compostura que había mantenido durante la noche se desvanecieron, y su verdadera personalidad emergió en toda su crudeza.
Con los ojos llenos de ira, Ava se enfrentó a Karen, pero antes de decirle algo, la cachetada que le dio había resonado por todo el jardín exterior del restaurante. Daniel se llevó las manos a la cabeza, Ryan y Leopold se sobresaltaron, mientras que, Artemisa se llevó la mano a la boca.
«Mierda… Creo que arruiné todos los planes ¡Trágame tierra!», se dijo Ava, mientras todos observaban aquello como si se tratara de un show de telenovela.