Flechazo en el restaurante

1569 Words
Daniel Busch consultó su reloj por tercera vez, la ansiedad y la anticipación lo carcomían. Estaba a punto de reunirse con su antigua rival comercial y para colmo su ex amante, Karen Hastings; ella lo citó para una reunión importante. La última vez que hablaron fue en una conferencia en Nueva York y no terminó bien. Ahora, se reunían en un elegante restaurante en el corazón de la ciudad de Barcelona, y él no estaba deseando que llegara, sabía que ella traía algo entre manos. Al entrar al restaurante, lo recibió el aroma de una comida deliciosa, el tintineo de vasos y el sonido de una hermosa melodía de piano de fondo. La anfitriona lo dirigió a una mesa cerca de la ventana, desde donde podía ver la bulliciosa calle afuera. Daniel se sentó y esperó a Karen Hastings, su mente rebosante de pensamientos del pasado y del presente. De repente, notó que una mujer joven se acercaba a su mesa. Era menuda y hermosa, con cabello largo y rizado y una cálida sonrisa. —Buenas noches, señor. Mi nombre es Ava López y seré su servidora esta noche. ¿Puedo empezar con algo de beber? —ella preguntó. Daniel quedó momentáneamente desconcertado por su belleza, pero rápidamente se compuso. —Uh, sí, por favor. Una copa de vino tinto —respondió, tratando de mantener la calma. La chica asintió y anotó su pedido, pero cuando se dio la vuelta para irse, Daniel notó sus manos temblorosas y un dejo de desesperación en sus ojos. No pudo evitar sentir una punzada de simpatía que rayaba en la atracción por ella. Mientras esperaba su bebida, notó que Karen entraba al restaurante, ataviada con un impresionante vestido n***o y tacones que acentuaban sus curvas. Observó mientras ella se acercaba a su mesa, sus ojos encontrándose con los suyos. —Dani, es bueno verte de nuevo —dijo con voz sensual, tomando asiento frente a él. —Karen —respondió, su voz carente de entusiasmo—. Vamos directamente al grano, ¿de acuerdo? —Pero qué brusco... Pensé que te daría algo de gusto verme, aunque sea por los viejos tiempos —dijo con su voz sensual. Daniel elevó una ceja, no queriendo recordar aquellos tiempos. —¿Qué te parece si hablamos de negocios? —sugirió y Karen reía de modo descarado. Mientras profundizaban en los detalles de su encuentro, Daniel se distrajo con la presencia de Ava. No podía evitar mirarla de vez en cuando, intrigado por su belleza y curioso por su historia. La notó luchando con un grupo de clientes rebeldes en una mesa cercana, y no pudo evitar sentirse protector con ella. En medio de su discusión, Karen se inclinó más cerca, sus labios casi tocando la oreja de Daniel. —Sé que todavía sientes algo por mí, Daniel. Olvidémonos de los negocios por un momento y revivamos lo que alguna vez tuvimos —susurró seductoramente. Él, por inercia retrocedió ante sus palabras, sintiendo una mezcla de ira y repugnancia, ella había prometido otro tipo de plática y más sabiendo el embrollo financiero en el que estaba. —Karen, estamos aquí para hablar de negocios. Nada más, nada menos. Nunca vuelvas a mencionar eso. Te lo advertí antes de acordar la cita —respondió con severidad y ella esbozó un puchero rebelde. —Bien... Entonces queda claro que no quieres hacer tratos conmigo. Ojalá que tu empresa se hunda ya, sabes que no te queda bien andar con rebeldías. Que disfrutes tu bancarrota —espetó, levantándose bruscamente—. Buenas noches. Cuando la reunión llegó a su fin, Daniel notó que Ava luchaba con una bandeja llena de platos, tratando de abrirse camino a través del restaurante lleno de gente. Se levantó de su asiento y se acercó a la joven que le había robado la atención. —Déjame ayudarte con eso —se ofreció, tomando la bandeja de sus manos. Ava sonrió agradecida y Daniel no pudo evitar sentir una sensación de calidez y felicidad en su sonrisa. Pero no... Creía haberse deshecho de aquellas cursilerías de cupido, esto no podía estarle pasando otra vez, una parte de él no se lo perdonaría, pero en definitiva, vaya que se dejó llevar por lo que esa joven provocaba en él. Daniel decidió esperar a que aquella chica terminara su jornada y para mientras pidió un entremés más, no podía quitar sus ojos de encima de Ava, mientras ella servía a los clientes en el restaurante. Cada vez que ella se acercaba a su mesa, su corazón latía más rápido y su mente se quedó en blanco. Finalmente, llegó el momento de que Ava se acercara a su mesa para entregarle la cuenta. Daniel aprovechó la oportunidad para preguntarle acerca de ella. —¿Y tú? ¿Trabajas aquí a tiempo completo? —preguntó Daniel con una sonrisa de oreja a oreja. Ava se sonrojó al escuchar la pregunta, sorprendida de que un hombre tan importante se interesara en ella. Su porte lo decía todo; él se veía que era un hombre de influencia y poder. —Sí, lo hago. Es un trabajo difícil, pero alguien tiene que hacerlo —respondió con una sonrisa tímida. —Lo haces muy bien —respondió Daniel con una sonrisa seductora—. Sé que suena loco y precipitado, pero... ¿Podrías darme tu número de teléfono? Me gustaría volver a verte pronto y charlar más contigo. Me has dejado sorprendido con tu trato. Ava se quedó sin palabras. ¿Estaba realmente sucediendo esto? ¿Un hombre como él estaba interesado en ella? Algo la llamó a negarse rotundamente. Sin embargo, por alguna razón no quería desilusionar a Daniel y le dio su número de teléfono con una sonrisa tímida. —Gracias. Espero que me llames pronto, estaré gustosa de charlar un poco —dijo Ava antes de retirarse con su corazón latiendo más rápido que nunca. Daniel se quedó allí por un momento, pasando su mano por su lacio cabello azabache, sintiéndose emocionado por primera vez en mucho tiempo. Había algo en Ava que lo atraía de manera poderosa. Él sabía que deseaba, no... tenía que verla de nuevo a como diera lugar. Mientras Ava camina por la calle, su mente se llena de preguntas y dudas. ¿Por qué alguien como Daniel estaría interesado en ella? ¿Qué es lo que realmente quería de ella? La tarde siguiente, él llegó y se sentó en el mismo sitio, esta vez aquella extravagante mujer no había llegado. Como era de esperarse, él esperó pacientemente para hablar con ella justo en la banca del frente del restaurante. Allí conversaron de todo un poco y Daniel conoció la vida caótica de aquella belleza andante. Él no quiso ahondar mucho en su vida, ya que en esos momentos había recibido una notificación aterradora. Le habían dado un ultimátum para que hiciera algo con respecto a su empresa. — O incrementan los números de la producción de la empresa o te comprometes con Anahí, o en todo caso vuelve con Karen. Todos dependemos de esta fortuna, recuérdalo — Le había advertido su madre. Daniel no deseaba aquellas opciones y la mayoría de las muchachas jóvenes adineradas ya estaban comprometidas. Además, había jurado que no pensaría más en el amor. Se pasó las manos por su n***o cabello con desesperación y en su mente solo se atravesaba la angelical imagen de Ava ¡Se sentía abrumado! Debía elaborar un plan, algo que le ayudara a rescatar la empresa, pero también debía librarse de la presión de su madre de sentar cabeza con quien ella quisiera imponerle. Esa noche, Daniel se quedó maquinando su plan, que debía ser perfecto. Los días pasaron, para ser exactos, una semana en la que Ava llegaba cansada del trabajo, preguntándose cuándo las cosas serían de otra manera. Su vida estaba vuelta un merengue y su padre solo empeoraba de salud. Para sorpresa de Ava, una noche, en cuanto llegó a casa y saludó a su madre que últimamente estaba sola en casa, aquella llamada la sorprendió y subió corriendo a la terraza para responder mejor. Daniel, quien ya estaba en su apartamento lujoso, no lo pudo resistir mucho tiempo más, había tomado su teléfono y marcó el número de la chica con determinación. Después de varios tonos, ella respondió con una voz tímida. —¿Hola? ¿Sí? —respondió aquella voz angelical a los oídos del hombre. —Ava, soy Daniel Busch ¿Me recuerdas? No podía esperar otro día para hablarte sobre algo que tengo en mente —dijo el hombre, con urgencia en su voz. Ava se sorprendió por su llamada, pero su corazón latía con fuerza mientras escuchaba. —Pero... ¿De qué se trata, señor Busch? —preguntó Ava con un tono de curiosidad. —Por favor, Daniel está bien. Ava, te he estado observando durante mucho tiempo en el restaurante y no puedo sacarte de mi mente. Quiero hacerte una propuesta, algo que cambiará tu vida para siempre —dijo Daniel con una voz suave pero decidida. Ava se quedó en silencio, preguntándose qué podría ser tan importante para que Daniel la llamara en medio de la noche. El suspenso estaba en el aire mientras esperaba que Daniel revelara su propuesta. —¿Quisieras... casarte conmigo? Ava había perdido el aliento y en una fracción de segundo, el celular de ella retumbó en el suelo.
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