Escapar de los problemas no es precisamente la mejor solución, pero en este caso es exactamente lo que necesito. Después de cinco horas de vuelo, finalmente aterrizamos en la ciudad de Las Vegas y sé que aquí podre olvidarlo todo —Señor Montenegro, ya puede bajar. — me informa Lorena.
—Muchas gracias por todo, como siempre excelente. — respondo mientras me levanto del asiento y recojo mi maletín.
Camino por el avión hasta llegar a la salida, pero antes de bajar le doy una palmada en el hombro a Michael —excelente vuelo. — halago.
—Un placer señor Montenegro. —
—Regresare a New York en una semana, mientras tanto disfruten de sus días libres. — informo antes de bajar.
—Cuando guste estaremos listos para llevarlo a su casa. — me deja saber amablemente y simplemente sonrió.
Es poner un pie en la escalera del avión y sentir el aire seco y caluroso de la ciudad de Las Vegas en mi rostro, rápidamente abro los primeros botones de mi camisa y termino de bajar para encontrarme con una mujer muy elegante de cabello castaño, ojos profundos del mismo color y porte de modelo esperándome.
—Señor Montenegro, bienvenido a la ciudad de Las Vegas. — me dice mirándome fijamente.
—Muchas gracias, ¿y tu eres? — cuestiono mirándola con atención.
—Julieta Montiel, Anfitriona ejecutiva de los hoteles y casinos G.M.S. — me explica y una vez que termino de bajar la escalera y estoy frente a ella la miro detenidamente.
—Muchas gracias, pero no necesito una escort. — informo y su mirada cambia de repente.
—Señor Montenegro, le informo que no soy una escort, ni dama de compañía, ni prostituta, si eso es lo que cree. — refuta algo enfadada.
«Tiene carácter…» pienso mientras la miro a los ojos.
—¿Y entonces cuál es tu rol? — indago.
—Hacerle pasar la mejor estadía posible, le ayudare con sus reservaciones, lo llevare a los mejores casinos G.M.S., si gusta participar en torneos de Póker con gusto puedo inscribirlo y si en algún momento desea una compañía femenina, también puedo arreglar eso. — me explica como toda una profesional.
—El último punto no será necesario, estoy en contra de las personas que pagan por sexo. — informo y por primera vez me sonríe.
—Perfecto. — se limita a responder.
—¿Y puedo saber quién te envía? — averiguo con dudas.
—El señor Fernando Castillo, me pidió específicamente que hiciera mi mejor trabajo. — responde.
—Dígale al señor Castillo que muchísimas gracias, pero que no es necesario y que esto no cambiara en absoluto mi decisión en cuanto a las inversiones que hago con ellos. — sentencio y continúo caminando hacia la limusina que espera por mí.
—¡Señor Montenegro! — me grita la chica.
Respiro profundo, me doy la vuelta y la miro —¿Qué? — pregunto de mala gana.
—Si no hago mi trabajo, me despedirán, por favor, permítame hacer que tenga la mejor estadía de toda su vida aquí. — insiste.
Pienso por un instante en sus palabras y no quiero parecer un déspota. —esta bien. — respondo finalmente —solo te aclaro que no quiero sugerencias de shows, conciertos ni mucho menos de restaurantes. — explico.
Ella rápidamente saca una Tablet de su bolso y hace unas anotaciones —apuntado, ¿algo más? — me cuestiona.
—No dirás ni una sola palabra cuando este sentado en alguna mesa jugando. — añado.
—Perfecto. —
—Solo tú, no quiero a ninguna otra persona merodeando, eso incluye al señor Castillo, no estoy aquí por negocios. — indico.
—Se lo dejare saber. — dice mientras sigue anotando.
—Si harás este trabajo, tiene que ser de manera exclusiva. — informo y me mira confundida.
—¿Y cómo sería eso? — pregunta finalmente y sonrió.
—El día empieza a las 8:00am y termina cuando yo lo diga. — No dice nada, solo anota y si, si ella quiere hacer esto, será a mi manera —es mejor que te quedes en el hotel donde me voy a quedar, será mas simple. —
—Eso ya está contemplado, el señor Castillo aparto una de las habitaciones cerca de la de usted para mí. — explica.
—Perfecto, en tal caso, vamos entonces. — respondo finalmente.
—Lo veré allí. — dice y tiene la intención de irse, pero niego.
—24/7 señorita Montiel. — informo y le hago una seña para que suba a la limusina.
—Como guste señor Montenegro. — responde y sin más quejas sube a la limusina. Subo después de ella y el chofer de inmediato arranca para ir hacia el hotel.