CAPÍTULO DIEZ Andrónico paseaba triunfalmente por la ciudad saqueada de Silesia, deleitándose con su victoria. Tirados a ambos lados de él, estaban los cientos de c*******s del ejército de MacGil, de soldados de Silesia, apilados en montones donde habían perecido. En medio de estos, estaban miles más de silesios cautivos, atados unos a otros en largas filas, siendo azotados y conducidos por toda la ciudad. Sonaba el omnipresente sonido de martillos golpeando estacas, y por todos lados, se veían enormes cruces siendo levantadas, lo suficiente para sostener a incluso los más grandes guerreros de Silesia. Se estaban preparando para crucificar a los líderes. Ya varios soldados gritaban, mientras las estacas pasaban a través de sus muñecas y tobillos, clavándolos a las cruces. Ya muchos había