CAPÍTULO TRES Erec se encontraba sentado entre las decenas de caballeros en la Sala de Armas del Duque dentro de su castillo, seguro detrás de las puertas de Savaria, todos ellos golpeados y maltratados por su encuentro con esos monstruos. A su lado estaba sentado su amigo Brandt, quien se agarraba la cabeza con las manos, como muchos de los demás. El ambiente en la sala era sombrío. Erec lo sintió también. Todos los músculos de su cuerpo dolían por la batalla con los hombres del Lord y con los monstruos. Había sido uno de los días más duros de batalla que podía recordar, y el Duque había perdido a demasiados hombres. Mientras Erec reflexionaba, se dio cuenta de que, si no hubiera sido por Alistair, él y Brandt y los demás estarían muertos ahora. Erec estaba lleno de gratitud hacia ella