El miedo a lo que sentía por su esposo Gregor, hizo caer a Magda en una red que ella misma tendió y ahora que se hallaba en los brazos de Douglas Turner sin deseo alguno de tener una relación con él, se sentía atrapada y con las manos amarradas.
Escuchaba hablar a Douglas de lo mucho que la quería y de lo feliz que se sentía de que ella sintiera lo mismo por él.
Y no podía desmentirlo, allí estaba Gregor, y ella por poco y cae rendida y sin remedio otra vez en los brazos de su marido.
Por segundos no hubo en su corazón y en su mente otro deseo que estar con él.
Los besos de Gregor aún quemaban su piel y el sabor de su boca la hacía desear más de sus besos, sintió su cuerpo fuerte y musculoso sobre el suyo y en segundos le hizo recordar la intensidad de cuando se amaban.
Mientras G
