Abrió los ojos y miró el techo de la habitación. Hubo un momento en que su cerebro aún no terminaba de despertar, no sabía dónde estaba, pero poco después se dio cuenta de que aquel lugar le era familiar. Respiró en un ligero y casi silencioso quejido, pero después, como si un rayo de verdad hubiese sido lanzado sobre su cabeza se enderezó con miedo. Al hacerlo observó a Kent frente a ella. Estaba sentado en una silla, con las piernas abiertas y sus codos sobre ellas, sus manos sostenían con firmeza su barbilla. Su rostro estaba serio, pero sus ojos no dejaban de mirarla. ¡Y Clara Luz moría de miedo!, estaba temblorosa, sin aliento, como una presa que sería atacada fue empujándose hacia atrás sobre la cama, tratando de alejarse del hombre, que de pronto se puso de pie y lanzó un ruidos