CAPÍTULO 19 | LOS HEREDEROS DE LA SANGRE

1846 Words
Las cosas estaban un poco más tranquilas con Mauridcio, había pasado una semana desde aquella cena y gracias a las actitudes y demostraciones del Capo el italiano le estaba tomando un poco más de credibilidad. Eran las 3:00 de la tarde, hacia un bello día y los señores justo a los herederos se estaban montando en el habían privado de la familia Petrova para ir por lo que les deparaba el destino. Su viaje a Rusia se había postergado en el transcurso de esa semana por muchas razones, pero ya había llegado el día en el que Dante y Alek, serian presentados ante el consejo y mostrados ante la sociedad después de la boda de sus padres. A pesar de estar en la casa de la regina, decidieron que la primera boda fuese en Rusia, no por machismo o por dar prioridades, sino porque los rusos no conocían a los niños y quizá no estaban tan felices por una unión repentina, por lo que toda la Famiglia estaba a bordo, ninguno y sobre todo el Demonio Lombardi, quien se negó rotundamente a que dicho viaje se hiciera sin él. Al principio solo viajarían Montserrat, Alexei y los niños, para luego recibir a los m******s de la familia política del Capo, pero Mauridcio se negó por completo a aquella idea, alegando que la última vez que permitió que su sobrina pisara ese helado suelo volvió a casa con un m*****o menos de la Famiglia, por esa sencilla razón debieron esperar hasta que el tío de la Regina dejara listos todos sus asuntos para entonces viajar. Tan solo para Jocelyn era la primera vez en el frio país, del resto todos habían ido a Rusia y traído malos o buenos recuerdos todo dependía de la razón por la cual habían ido. Por parte de la Principessa, lo había hecho para cumplir una misión antes de su accidente, una que claramente había cumplido a cabalidad y dado muy buenos resultados, pero como todas las veces había terminado perdida en los brazos de un rubio y musculoso hombre en un lujoso bar de Moscú. Fiorella no se caracterizaba por ser una mujer prudente o mojigata, no tenia pena o reparo alguno de decir las razones por las cuales no llegaba con los pelotones o por las que prefería salir sin guardias, en realidad nadie conocía los rostros de las mujeres, cualquiera que las viera en la calle las creería modelos de pasarela o niñas de familias muy ricas, pero a nadie se le pasaba por la cabeza los sádicas y sanguinarias que son las hermanas Angelucci o las personas pertenecientes a esa familia en general. Si de sadismo se hablaba no podía sacarse al Demonio Lombardi, quien si tenia la cara de un mafioso total, por esa razón no solía salir mucho a la calle a menos que fuese necesario, además, que una foto borrosa y sin enfoque que le habían sacado junto a su hermano estaba en posesión de la policía, que si bien no era algo con lo que pudiesen identificarlo si era una buena razón como para cuidarse. Las autoridades incluyendo la marina estaba bajo su mando por las fuertes cantidades de dinero que le pagaban al gobierno, pero sabían que en algún momento los gobiernos extranjeros se quejarían e irían detrás de sus cabezas, por ello siempre estaban prevenidos. La vez que visito el país del ahora prometido de su sobrina fue antes de irse a vivir a Estados Unidos y dejar a Jocelyn, su llegada a ese país fue para tratar negocios con la familia Smirnova, quienes ahora eran lo más parecido a unos enemigos para los Petrova. Italia no se inmiscuye en los asuntos internacionales, pero en aquella ocasión su hermano tenia intenciones de comprarles a un precio un poco más barato las armas que solían comprar a la familia predominante del país, pero el negocio se fue a pique cuando los Petrova ratificaron su poder y casi vuelven cenizas su territorio casando a cada uno de los integrantes de los Smirnova, aun habían algunos con vida y que se sobreponían a la idea de tener que vivir sometidos por los Petrova, pero su gran inconveniente era que el heredero que esperaban fuese un completo fracasado en realidad era el mejor representante de su sangre bárbara. Alexei era el hombre más temido, respetado y odiado de todo el territorio y aunque a diferencia del gobierno italianos los Smirnova si tenían fotografías del Capo, no tenían pruebas que los señalaran como tal. La astucia de ese rubio era tanta que era como un fantasma que no dejaba huella sobre sus negocios ilícitos o sobre sus actos de barbarie, y si por alguna razón una demanda fuese puesta en su contra los dirigentes políticos eran lo suficientemente inteligentes como para saber que meterse con ese hombre era una muerte segura, por lo que la amnistía que tenia él y sus hombres era infinita. Maximo y Montserrat ya habían estado allí y su experiencia había sido terrible, a su regreso no estaban todos sus m******s por lo que la mirar la tierra cubierta de nieve blanca y pura los hizo a ambos recordar la experiencia trágica en la que esa misma nieve se había teñido de rojo con la sangre de su querido Gabrielle. Ambos y sobre todo la Regina sabía que en esta ocasión todo seria diferente sobre todo porque ahora al bajar del avión solo tendrían un par de horas para descansar para luego participar en una boda la cual haría que la Regina italiana se hiciera intocable para todos los m******s de esa familia y de los rusos en general. Al bajar de inmediato se montaron en los autos que los llevaron hasta la mansión principal la cual era una completa hermosura, al igual que la primera vez que Montserrat había visto aquella edificación sus familiares se quedaron maravillados ante la imponencia, lujo y ostentosidad de aquel lugar. Todo gritaba dinero y buen gusto, las paredes y pisos de mármol los detalles en oro eran simplemente alucinante al punto que su cuñada no podía dejar de sonreír, le encantaba aquel lugar, no era que su casa no fuese un lujo solo que a los rusos les gustaba mucho más demostrar su capacidad económica con el oro y los diamantes, como esa hermosa araña que colgaba de la mitad del comedor principal, era una belleza. - Creo que acabo de encontrar mi lugar favorito para pasar el verano. Dijo aquello con los ojos puestos en el candelabro. - Fiorella! Todos rieron ante la riña que su hermana le había dado sobre todo el Capo, quien nuevamente les mostraba a sus hombres una parte de él que no conocían. Cuando estuvo allí por primera vez, hizo que el personal pudiese conocer la parte complaciente de su señor, al irse demostró que era un ser humano que sentía celos y desesperación y ahora al ella volver hacia que todos vieran que él tenia la capacidad de sonreír, algo que no había hecho antes, con nadie, no después de haber regresado de la mansión gris. - Podrás venir aquí cuando lo desees, será tu casa también y la de todos, una de la que podrán disponer siempre y cuando mi esposa este de acuerdo con ello. - ¿Si tu esposa está de acuerdo?, pensé que el Capo mandaba. Jocelyn pregunto, dado que sabia que allí la cultura era mucho más machista y posesiva que en Italia. - Si es cierto, pero la casa la dirige la mujer, por ende, ella decide que visitas sin gratas y cuales no, nada de podrá hacer aquí sin que ella lo autorice. - Entonces en definitiva no poder pasar aquí mis veranos. Todos volvieron a reír por la forma en la que miraba a su hermana mientras decía aquello. - Podrás, siempre y cuando prometas mantener tus manos lejos de los guardias. - Le quitas lo divertido a la vida hermana. Aquella había sido una broma cruel, sobre todo porque sabía que solo Simón había tenido la suerte de que su hermana se fijara en él, ya que, los gustos de la Principessa eran exquisitos y exclusivos, pocos hombres podían decir que habían compartido la cama con ella y aun más que les había permitido tocarla por completo, era una mujer dominante en todo el sentido, y al igual que en su día a día odiaba que la tocaran sin su autorización y que irrespetaran su espacio personal, era una mujer poderosa que ostentaba de llevarse a la cama al hombre que ella deseara, pero los hombre son podían decir aquello, ella los elegia no al revés y esa era la diferencia entre ella y una mujer de la vida libertina. - Tranquila, aunque ella quisiera algo todos les dirían que no. - ¿Dudas de mis encantos cuñado? - Para nada, estoy plenamente convencido que puede lograr lo que sea Principessa, pero mis hombres tienen prohibido estar con un m*****o de la familia, a menos que desean quedar eunucos y siendo unos esclavos de la mansión gris para siempre. Fiorella lo miro sorprendida – Esto no es Italia y no lo digo en un mal sentido, solo que aquí no hay forma de hacer algo sin que yo lo sepa. De un momento a otro vieron como delante de ellos se posaban todos los m******s de la seguridad y de la servidumbre y les hacían una reverencia de la que todos quedaron consternados, era normal que en casa le hicieran esas cosas a la Regina, pero la forma de obediencia que demostraron ante Alexei era mucho más que lo que hacían por Montserrat en Italia. Ninguna de esas personas levanto la cabeza, ninguno fue capaz de sostenerles la mira o de siquiera intentar mirarlos a los ojos, lo que Alexei había dicho era cierto, eso no era Italia, allí las reglas debían cumplir a cabalidad do las consecuencias eran muy severas. Todo lo que allí pasaba era una completa locura, sobre todo la entrada de los integrantes principales de la guardia quienes se inclinaron ante Montserrat y el Capo, se mantuvieron en esa posición hasta que se les ordeno que podían levantarse incluso Andrew había hecho aquello y los dejo sorprendidos, pero si hubo algo que les helo la sangre fue ver lo que hicieron delante de los bebes, todos se cortaron las palmas de sus manos y uno a uno fue dejando un chorro de ella delante de los niños, eso era un símbolo de entrega, de dominación subordinación. Demostraban que sus vidas ahora les pertenecían a los herederos y que no había nada que no estuviesen dispuestos hacer por proteger la sangre de los Petrova incluyendo dar sus vidas por las de ellos. Los rusos se toman muy enserio el respeto al poder y ahora, ese poder no le pertenecía solo a su señor también era de sus hijos, de su línea de sangre que se había extendido hasta ellos y que les hacía extender los círculos de protección hasta Dante y Alek, los herederos de la sangre.
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