CAPÍTULO 17 | SE*0

1712 Words
Los vidrios de la habitación estaban empañados, sus respiraciones agitadas y la cabecera de la cama estaba a punto de iniciar a chocar contra la pared y hacer que los que se encontraran afuera escucharan aún más lo que ellos estaban haciendo. Ninguno de los dos era silencioso y muchos menos les importaba si los guardias que estaban afuera escuchaban como disfrutaban del choque de sus pieles. Montserrat estaba boca arriba con las piernas sobre las de Alexei mientras que él estaba un poco de lado penetrándola con fuerza ayudándose con sus manos para atraerla hacia él en cada envestida, ambos estaban sudorosos y gimiendo por el placer que aquella posición le estaba dando a los dos. Tenían encerrados más de una hora y nadie se había atrevido a decir que los niños habían estado llorando por hambre, la niñera se encargó de descongelar un poco de la leche que la Regina tenía guardada para ellos, mientras que sus padres jugaban a darles quizá una hermanita a ambos. Los guardias no podían contener la incomodidad que les causaba escuchar a Montserrat gemir y pedirle más al Capo dejando claro que ese hombre sabía cómo coger. De la nada la Regina termino por voltearse y ponerse sobre Alexei y comenzó a montarlo de una manera bestial, sus caderas de movían de arriba abajo con rapidez haciéndola hechas su cabeza hacia atrás mientras él estiro sus manos para tomarla de los senos e ir bajando hasta llegar a sus caderas y apretarlas con tanta fuerza que le quedarían sus manos impregnadas. Las puntas de sus risos estaban por tocar la cama cuando el ruso se sentó haciéndolos formar una maravillosa flor de loto, la penetración se hizo más profunda y en pocos minutos ambos terminaron viniéndose, sentir el calor de los fluidos de ese hombre dentro de ella la hizo poner los ojos en blanco y desear que no parara nunca, y valla que continuarían, ese hombre es d ellos pocos que aun después de correr*e sigue duro. Los ojos de ambos se encontraron y sus miradas se conectaron de tal forma que en aquella cómoda posición sonrieron y se dieron un beso despreocupado que los relajo a ambos, el momento divertido no termino allí, ya que, un poco de lecho escurrió de sus senos haciendo que el Capo la lamiera e hiciera una mala cara, le encantaba todo de su mujer, pero el sabor del alimento de sus hijos no le pareció para nada agradable. - ¿Qué pasa? Dijo ella divertida. - No entiendo como este líquido puede gustarles a mis hijos, sabe asqueroso Regina, ensero que amo todo lo que venga de ti, pero este sabor no es agradable. Ella soltó una sonora carcajada, sabia con propiedad a lo que sabia su leche, en un momento de curiosidad la probo y tampoco le había gustado por lo que al igual que él se preguntaba ¿Cómo era que aquello les gustaba tanto a los bebes?, el tema paso a un segundo plano cuando nuevamente él comenzó a moverse en ella y llevo su espalda contra la cama y se posó sobre ella para continuar con lo que habían iniciado hacia un par de minutos, si había algo que podía iniciar, pero no parar era el se*o con ella, era una sensación simplemente maravillosa deliciosa que lo hacía olvidarse de todo lo demás a su alrededor. Las envestidas comenzaron cada vez más duras y rudas que la llevaran nuevamente al catártico abismo del placer, le encantaba cuando se portaba de aquella forma con ella, la tenía sometida con su peso, con una de sus grandes y fuertes manos tenía arriba una de sus piernas apretándola haciendo que la sensación de profundidad fuera mucho más, con la otra le tenía agarradas las manos sobre su cabeza impidiéndole moverse, le gustaba someterla, le encantaba ver aquel sube y delicado cuerpo llenado por el suyo mientras hacía con ella lo que mejor le pareciera, para él no habían limites, no había una línea que le dijera hasta donde tenía que llegar, no habían reglas, no para él. Cada centímetro de ella era completamente suyo al punto que disfrutaban del sadomasoquismo que él siempre imponía en ella, los juegos se**ales, los azotes, que la amarrara todo aquello para él estaba permitido. Sobre todo, si era para hacerla sentir en las nubes y ver las estrellas más luminosas del cielo, sentirse hermoso, pero sobre todo deseaba y complacida. Solo bastaron un par de estocadas más para nuevamente poner sus piernas a temblar y terminar rendida ante los brazos de Alexei. Terminaron ambos recostados en la cama con sus respiraciones, en segundos él ya hacía que la mitad del cuerpo de ella estuviera sobre el de él para que descansara, la necesitaba cerca, sentirla todo el tiempo, no quería es más tendría prohibido alejarse por más de cuatro horas de su lado, no permitiría que ella o sus hijos estuviesen lejos, era algo a lo que se negaba rotundamente. Tan rápido como la puso a ella en su pecho, Montserrat se acurruco recibiendo el delicioso aroma de su perfume, su piel y a se*o, le encanto, estaba fascinado por la forma en la que estaban ahora y haría que así fuesen de ahora en adelante. Ambos terminaron por quedarse dormidos, un sueño placido que ninguno de los dos tenían desde hacía mucho tiempo, fue tanta la relajación que incluso se les fueron las horas y terminaron siendo despertados por el sonido de la puerta sonando, como de costumbre Alexei se levantó muy rápido se puso el pantalón y todo el arma que había dejado en el nochero para abrir con rapidez la puerta y apuntar, pero se encontró del otro lado a su guardia de confianza, quien tenía su expresión de siempre indicándole que no había ningún problema, solo deseaba comunicarle que la Famiglia los estaba esperando para la cena, el Capo asintió y cerro nuevamente la puerta, entonces fue cuando se percató que habían ingresado allí a las dos de la tarde y ya eran las siete de la noche, cinco horas había estado encerrado con su mujer y nadie los había molestado y sonrío ante eso. Fue hasta la cama y se sentó al lado de ella para llamarla, tenía que despertarse e ir con él a la mesa donde los estaban esperando, seguramente su hermana y tío tenían muchas preguntas para ellos, preguntas que si estuviera en Rusia no tendría que responder, pero eso era Italia y las cosas en la mansión Angelucci se hacían a su manera y ellos todo lo debatían y ponían a cuórum, por ello tomo a su prometida y la abrazo haciendo que los ojos de la mujer se abrieran y le sonriera para luego envolver sus brazos alrededor de su cuello, su cabello estaba revuelto y su cuerpo desnudo cubierto por las sábanas, la pereza estaba dibujada en su rostro, claramente no quería levantarse de la cama. - La Famiglia no está esperando en la mesa, así que debemos bajar, vamos a tomar una ducha. - NO deseo una ducha, vuelve a la cama Mio Caro. Su propuesta sonaba muy tentadora, pero no podían hacer aquello debían ir a la mesa y discutir como serían las cosas de ahora en adelante, seguramente Mauridcio querría tener la discusión que en el pasado no pudieron tener y esa era la forma en la que gobernarían ya que se suponía que al casarse por las tradiciones Rusas ella debería permanecer en ese país en la Mansión principal de los Petrova y al él convertirse con los ritos toscanos en un Angelucci debería estar con ella en Italia, pero ambos eran Capos, señores que tenían que encargarse de sus propios asuntos y que necesitaban de proteger sus propios territorios y aunque esa era una discusión necesaria esperaba que Montserrat accediera a que las cosas se dieran como lo habían estipulado en el pasado. Antes de alejarse tenían preparado todo un calendario en el que designaban como se repartirían sus funciones y el tiempo en sus países sin tener que estar lejos por mucho tiempo y sin dejar de hacer todas las cosas que estaban dentro de sus responsabilidades, el verano lo pasarían en Italia, ya que, los Angelucci tenían tradiciones que él planeaba respetar y que le encantaría aprender para estar aún más relacionado con su familia política, el invierno lo pasarían como de costumbre en la mansión gris, esa era casi que la única tradición de los Petrova, por lo que él deseaba continuarla. El otoño estarían en Italia, participarían en las actividades de casería con todos los terratenientes y sus familias, y la primavera seria en Rusia, en ese temporada ellos celebran el Ramadan, una fiesta tradicional del Islam que él no podía permitirse estar fuera de rusia, no solo porque era su cultura sino porque en esa fiesta era cuando se ponen a prueba las habilidades del heredero o en este caso los herederos, en los primeros diez años es solo una celebración tradicional, pero luego de esos Alek y Demian deberían mostrarle al concejo de lo que eran capases y de esa forma enorgullecer a su padre. El termino siendo jalado nuevamente a la cama y enrollado entre las sábanas por ella, por más que insistía que debían ir a cenar ella no quería ceder por lo que termino cargándola y llevándola a la ducha, una en la que tomaron un candente baño tibio para luego cambiarse de ropa e ir con la Famiglia, no lo esperaban pero sus hijos estaban sentados a la derecha e izquierda de la cabecera principal de la mesa, lugar que siempre ocupaba la Regina, ella no deseaba bajar, pero ver aquello, un símbolo sonoro del respeto y aprobación de su familia a su matrimonio a sus hijos, la hizo olvidar el enojo con su prometido. Ambos estaban felices de que las cosas por fin se estuviesen dando, pero conocían los riesgos unos que tenían un vestido de mujer y lágrimas en los ojos que la estaban haciendo aún más loca y temeraria de lo que ya era, Katerina no estaba tan sola como ellos pensaban y la muerte de su padre solo desencadeno en ella que la ira la hiciera cometer verdaderas estupideces.
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