Ser la Zarina no había estado en sus planes desde hacía mucho tiempo, pero ahora ya no importaba lo que ella quería, sus hijos estaban primero y el hombre con el que se casaría no le era del todo indiferente, de hecho no le era nada indiferente, estaba más sexy y apuesto que nunca, pero dijo tantas veces que no haría aquello que ahora planeaba que sentía que de alguna forma se traicionaba a ella misma al tomar aquella decisión, por eso al terminar su reunión con Alexei se fue a la piscina, estaba junto a sus hijos tomando el sol con los guardias a una distancia prudente como para no asfixiarla, pero si algo le quedo claro era que Okuma no se iría y que estaría siempre con sus hijos y no había nada que ella pudiera hacer al respecto.
Le dolía la cabeza, estaba pensando en tantas cosas que estaba que se enloquecía necesitaba desahogarse y ver si alguien comprendía aquello por lo que pasaba, después de todo su decisión afectaba a todos en la Famiglia no solo a ella por eso debía ser cautelosa ante los términos en los que se daría aquella unión. Ser la líder de la Famiglia nunca había sido fácil, pero esta situación estaba haciéndose un hueso muy muy duro de roer, un año atrás las cosas no eran tan complicadas, ellos no tenían hijos y tampoco compromisos de palabra que ahora se veían enfrentados a culminar.
Desde hacia varios minutos su tío la miraba desde lo lejos y se decidió por acercarse a ella y hablar con ella, no había nadie en el mundo que la conociera mejor que él, conocía la fuerza, valentía, gallardía, pero sobre todo el deseo de mantener todo bajo control que poseía su sobrina, era una mujer digna de tener el apellido Angelucci y de ser la líder de la dinastía Di Lombardo, pero cuando el control que tanto le gustaba se le salía de las manos terminaba frustrándose y ella mostraba ese sentimiento negativo con arranques de ira que terminaban pagando aquellos que le debían algo. Ella no era inestable, de hecho, estaba tan acostumbra a la estabilidad que un solo segundo se desequilibrio podía poder su mundo y por ende el mundo de todos de cabeza.
- ¿Puedo sentarme?
Montserrat levanto la cabeza y lo miro, le sonrió e indico que si con un asentimiento, siempre tenia tiempo para estar con su tío, sobre todo ahora que necesitaba hablar con alguien.
- ¿Qué sucede?, te conozco por mas tiempo que todos los que viven en esta casa, además, soy mayor que tu por lo que puedo preguntarte y tengo el derecho de tener una respuesta sincera, sobrina. Ella suspiro y miro a sus hijos.
- Me casare con Alexei, no solo porque sea la decisión más lógica, y de alguna forma lo que ambos queremos, lo hago porque para que uno de ello. Acaricio a sus niños – Ocupe mi lugar debe ser reconocido por un padre.
- Me alegro que no solo sea la responsabilidad lo que te haga tomar esta decisión, tu felicidad es mi responsabilidad Regina, ya que tu siempre estas al pendiente de la de los demás, pero, no olvides quien eres, no necesitas a un hombre a tu lado siendo quién eres, sí, a tus espaldas los llamaran como no deseas, pero los aceptaran y respetaran si son fuertes.
- Gracias, tío, pero ese es el problema no deben respetarlos solo por poder si no por su nacimiento y ellos son hijos no de uno sino de dos Capos, no puedo quitarles a mis hijos sus derechos por mi egoísmo y resentimiento, sabemos que la muerte de nuestro adorado Gabrielle no fue del todo su culpa.
A ambos se les llenaron los ojos de lágrimas, nunca podrían recuperarse de aquella perdida, Gabrielle era el segundo nombre de Alek, en honor al hombre más valiente después de su padre que conoció, su guardia siempre estaría presente entre ellos, siempre seria recordado y su memoria honrada, por eso en ese momento Maximo se encontraba haciendo una purga, los rusos supieron de los niños, pero lo importante no era eso, lo que era relevante era quienes habían abierto la boca y traicionado a la Famiglia por algunos pesos, y no deseaban pedir la ayuda de los extranjeros, ellos solos lo descubrirían.
Daniel se habia enterado por un mensaje de texto que su compromiso estaba roto, digamos que Montserrat no era la persona con el mayor tacto del mundo y al no sentir nada real por Pacinelli le dijo las cosas de la forma más fría y cortante posible, “Eravamo uniti solo da un affare, che ora è rotto, apprezzo che tu non ritorni alla villa e che non chieda spiegazioni che non hai il diritto di esigere”, al menos habia sido amable, pero el hombre no se lo tomo de la mejor manera y se las arreglo para ingresar a la casa y llegar hasta donde la Regina, sus hijos y tío se encontraban descansando, hablar con Mauridcio la había calmado, ya hasta bromeaba con la forma en la que seria su boda rusa, se la imaginaba muy ostentosa como la Mansión o como lo era el mismo Alexei, quien le había dado pulseras de oro puro y rubies de un rojo sangre intenso a cada uno de sus hijos, eran joyas hermosas.
Mauridcio levanto un poco la cabeza y vio que ex prometido de su sobrino venia a toda prisa hacia ellos, y supo de inmediato que aquello no era bueno, no seria agradable lo que sucedería sobre todo porque le había escucha a su sobrina la forma tan patética e infantil que tenia aquel hombre de ser, no se había opuesto al matrimonio porque sabia que su sobrina lo mantendría a raya y al ser de aquel modo seria un monigote para todos lo que seria algo divertido, y le entristecía que ya no podría reírse de aquel tonto.
- Sabe Regina, admito que Alexei no me agrada del todo, pero al menos es un hombre uno al que no tendrás que cuidar como su fuese otro de tus hijos. Miro a la dirección de donde venia el hombre y Montserrat entrecerró los ojos a modo de frustración – Ese idiota estará muerto si tu marido lo ve aquí.
- Aun no es mi marido Mauridcio. Lo reprendió.
- Vamos querida sobrina ¿Crees que con las ganas que te tiene habrá algo que lo haga no casarse contigo?, o bueno por lo menos ese idiota. Señalo a Daniel – No lo detendrá. La Regina no pudo evitar sonreír, era tan graciosa la forma en la que había dicho eso y los gestos divertidos en su cara, pero tenia razón, Pacinelli no ese ni polvo en comparación al ruso.
- No discutiré eso.
Cuando el hombre enojado llego a ellos se dio cuenta que ambos estaban riendo, estaban muy divertidos y al verlo la burla en ellos aumento, lo que lo hizo comprender que quien provocaba aquella risa era su presencia y eso lo hizo enojarse aun más. No podía creer que la mujer que iba a convertir en su esposa lo veía como una completa burla, no le agrado eso, de echo le había molestado aún más que el que cancelara el compromiso, sí siempre supo que no lo amaba y que quizá aquel hombre de mal carácter y acento extraño era la persona ala que en verdad amaba, lo decía y sentía por la manera en la que lo trataba y la forma en la que miraba a las mujeres que se posaban alrededor de aquel ruso, la tristeza estaba por apoderarse de él, pero por primera vez delante de ella saco a relucir su fuerza e hizo algo que nadie creyó posible, sonrió al igual que ellos, pero era sarcástico, que hasta sonaba tosco y eufórico lo que hizo que los señores dejaran de reír.
- ¿Eso e sido siempre no?, una burla para ti Monserrat, pero veo que me mostré ante ti como no debía, no creas que porque soy comprensivo no me voy a oponer ante la humillación que quieres hacerme pasar, mi familia ya sabe de esta bosa y se ya a realizar así tenga que obligarte.
- Dime ¿Estás ebrio?, solo en ese estado podrías estar diciendo semejante estupidez, no eres nadie Daniel, entiéndelo nadie, y ni, aunque fueses alguien podrías obligarme a mi hacer algo que yo no deseo, todos aquí hacen mi voluntad, toda Italia hace mi voluntad, ¿Quién te crees para ser una excepción?
- Soy quien sabe tu secreto. Miro al lado de ella, allí estaban los bebes en su canasta – Yo se que son tuyos. Los señalo – Y sé que lo pasara si el mundo se entera de eso.
- ¿Estas amenazando a un Capo? Pregunto Mauridcio con la mano puesta en su espalda a punto de darle un tiro, era un insolente.
- No, no seria capaz, solo digo que no deseo que se sepa lo que la Regina ha hecho y yo estoy dispuesto a ayudarle a estar con sus hijos durante el tiempo que lo considere pertinente mi señora. El estiro su mano para coger a uno de los bebes, pero rápidamente una mano grande y que lo apretó muy fuerte hizo que la apartara de inmediato, Pacinelli vio la mano tenia la misma pulsera que los niños - ¿Cómo te atreves a tocarme?
Se volteo y vio a la persona que lo había apartado, no tenía una cara amigable, tampoco estaba feliz, en realidad aquel hombre que lo había apartado d ellos hijos de la regina era el mismo ruso padrino del matrimonio de Serkan y Alexandra a quien hacia muy lejos desde el día anterior de la ceremonia en la Mansión.
- ¿Cómo me atrevo yo?, ¿Cómo te atreves tu a intentar poner una de tus manos sobre mis hijos, esa osadía podría hacer perfectamente que pierdas la mano estúpido.
- ¿Tus hijos? Miro anonadado a Montserrat – Él ¿Enserio?, vamos Montserrat no tienes porque tenerle miedo a este gorila tu eres un Capo al igual que él, no puede hacer que hagas lo que él desea amor.
Amor, aquella palabra lo hizo impactar de una forma brusca y casi calórica contra el suelo, debía agradecer que el césped estaba cuidado y esponjoso o de lo contrario tendría una breza enorme en la parte posterior de su cabeza. Alexei siempre había sido celoso y posesivo, escuchar como ese hombre le hablaba a su mujer lo saco de control, antes de terminar de decir la palabra, amor, termino siendo tomado por el cuello y lanzado al piso para posteriormente tener un arma apuntándole a la cabeza, no quería que la volviera a mirar siquiera, lo quería lejos de ella y de sus hijos, el muy hijo de puta hasta había amenazado a su sangre, intento tocarlos, no le importaba quien mandara en ese lugar o si no estaba en Rusia lo único que quería era deshacerse de ese bastardo que se estaba convirtiendo en un maldito fastidio, todo de él simplemente le molestaba no lo toleraba y era momento que se despidiera del mundo terrenal.
- Llegaste con ínfulas de jefe, le hablaste como deseaste a mi prometida, amenazaste a mis hijos, intentaste tocarlos y le hablaste a Montserrat como si yo no estuviese presente, se que no es Rusia, pero pagaras por ser tan lengua suelta, es más creo que estarías mejor sin ella.
El Capo se levantó y le hizo una seña a Andrew para que levantara al hombre del piso y lo sujetara, lo que seguía no era para que una mujer lo presenciara, pero las dos que estaban allí estaban más que acostumbradas a ver actos barbáricos como aquellos, en realidad no era nada para lo que ellas mismas habían hecho en el pasado, porque ambas había ejecutado castigos divertidos y dolorosos que hacían que sus víctimas lloraran y gritaran por una piedad que nunca llegaba y aunque le encantaría tener un poco de emoción aquella mañana no podía dejar que continuara, la empresa del hombre que tenia en sus manos aun no era suya y la necesitaba por lo que por lo menos lo dejaría ir en una sola pieza por el momento.
Para lograrlo hizo lo que, en el pasado, sedujo a Alexei, le hablaría de la forma en la que a él le encantaba, así qué camino hacia él se poso en su espalda y paso sus manos delicadamente por sus hombros, de inmediato tuvo la atención del ruso haciendo que sus hombres voltearan los ojos, nadie más que él podía verla en aquel papel y lo sabían, deleitarse d ellos encantos de la Zaria como lo hacia el Capo los podría hacer merecedores de quedarse sin ojos.
- Alex, aun necesito que Daniel firme unos documentos, por lo que creo que mostrarle un poco de indulgencia seria bueno para que se convierta en un hombre colaborativo con nosotros. Lo miro a los ojos con aquel brillo se s**o que lo hizo ponerse duro, la necesitaba a solas en una habitación – Sera solo por ahora. Le susurro aquello último en el oído y le sonrió.
La mala manera Alexei accedió indicándole a su guardia que lo soltara y él lo hizo, pero no de una forma amable lo estampo de cara al piso nuevamente haciendo que su nariz sangrara, el que aun tuviese su lengua no era sinónimo que no deseaban ver un poco de su sangre derramarse.
- Quiero que comprendas que esto no es piedad, es un poco de indulgencia porque aún tenemos negocios por cerrar en los que espero estes tolerante y abierto a perder cualquier cosa, de lo contrario se que mi prometido estará encantado de visitarte.
La sonrisa en sus labios era maquiavélica. Pacinelli fue llevado a patadas hasta la salida para que se marchara no sin antes recibir más advertencias de Andrew quien se había quedado con las ganas de mutilar a alguien, mientras que Okuma se llevo a los niños a dentro junto con Mauridcio para que los señores se comieran con gusto con sus miradas, la tención se**al del ambiente era tanta que cualquiera podría sentirse incomodo, pero aquello se resolvía fácil, solo necesitaban una cama y privacidad, incluso sin la cama, solo que aunque ya estaban entre cuatro paredes y a solas, el saciarse y darse el gusto de besar cada centímetro de aquella fina y bella piel no seria fácil, ella no sería nada fácil.
“Sólo nos unía un romance, que ahora está roto, te agradezco que no regreses a la villa y que no pidas explicaciones que no tienes derecho a exigir” Att: Montserrat Angelucci Di Lombardi.