CAPÍTULO 4 | LOS OJOS DEL DIABLO

1522 Words
Un fuerte azote a la puerta se escuchó haciendo que la Regina se diera la vuelta y mirar con enojo a Daniel haciendo que de inmediato el hombre agachara la cabeza, no era estúpido, estaba enojado, pero ya sabía reconocer cuando podía y cuando no decir algún tipo de reproche en contra de esa mujer. - Lo siento Regina. Continuo con la cabeza agachada. - Eso no es suficiente para lograr curar un poco la vergüenza que me acabas de hacer pasar, enserio comparto el pensar de Alexei y por eso debo preguntarte ¿Eres valiente o muy estúpido? - Eres mi prometida, ¿Cómo quieres que reacciones cuando un hombre te coquetea delante de mis narices? - Ya veo, eres tonto. Ella se volvió a dar la vuelta y miro por el ventanal la enorme fiesta que había abajo – Deberías irte acostumbrando a que todos los hombres quieran estar alrededor mio, eso no va a cambiar ni, aunque esta casada, soy la Regina, un Capo, la mujer mas importante de Italia e Inglaterra, y para tu mala suerte hay hombres mucho más poderosos que tu e incluso que yo no van a dudar en matarte para tenerme o por faltarles el respeto, ser mi prometido no te salvara de un tiro. - Parecía hacerlo allá abajo, no viste como reacciono cuando le dije quién soy… - Si crees, que atemorizaste a Alexei Petrova con tu tonto intento de intimidación no duraras ni cinco segundos dentro de mi mundo. - ¿Petrova? En si Alexi nunca se había presentado, así que Daniel no tenia ni idea a quien había ofendido, ni muchos menos pensó que con los que hizo se hubiese ganado adrede un puesto de honor entre las personas que ese ruso quería matar, si antes solo era por evitar que tocara a Montserrat ahora lo era por intentar sobre ponerse ante él y colocarse como una nueva barrera en su objetivo principal, La Regina. El solo se declaro enemigo de uno de los hombres más poderosos del mundo y ni siquiera se había dado cuenta, los celos estúpidos que sintió lo había hecho cometer uno de los actos suicidas más imbéciles del planeta, torear a un Capo. - Si, Alexei Petrova, el Сэр de los Zakone, el Capo ruso, el hombre más poderoso que hayas conocido, incluso sobre Serkan y sobre mí, aunque me moleste admitirlo, no tiene un tiro porque le agrades, o porque no quisiera haberte matado no te mato porque yo se lo impedí, pero no te confundas Mio Caro, no estaré siempre para poner una barrera entre tu y el arma de ese demonio. No quería admitirlo, de hecho, había pasado todo el resto de la velada sintiendo como sus manos le hormigueban sintiendo aun el tacto cálido y delicioso de Alexei en su cuerpo, un solo rose de sus dedos había logrado erizarla al punto de aun tener el corazón acelerado y las emociones revueltas. No esperaba verlo de esa forma, estaba hermoso demasiado hermoso para su gusto, su imponencia aun la hacia suspirar y ponerla a pensar en que lo que sentía y que creía muerto seguía mas vivo que nunca aunque ella lo negara. Con todo y sus alteradas emociones salió al balcón por un poco de aire, pero entonces lo vio, desde lejos sus miradas de volvieron a compenetrar y la vista para ambos fue simplemente esplendida, desde allí arriba aun podía notar como sus ojos cuales esmeraldas verdes brillan con tan ímpetu que se robaban sus suspiros, ese traje completamente n***o que lo caracterizada con esos finos toques dorados por sus accesorios, era un hombre elegante, sexy, que con cada uno de sus pasos hacia que todas se murieran por él y que hasta el más valiente de los hombres sintiera miedo ante su presencia. Estaba más musculoso, más rubio, más hombre, le encantaba la mirada que le devolvía, esa sexy y seductora mirada lujuriosa que la hacía mojarse sin necesidad que él la tocara, quería que su cuerpo traicionero dejara de reaccionar a todo lo que sus ojos provocaban en ella. Lo seguía amando, nunca ningún hombre podría llegar si quiera a igualar lo que él la hacía sentir y su cuerpo lo sabía, sentía que su verdadero dueño estaba cerca y por eso la hacía sentir todo lo que sentía, pero entonces unos brazos fríos que no le generaban nada la abrazaron por detrás haciendo que su atención se desviara del ruso. - Lo siento, no volveré hacerlo, pero me mata que otro hombre se acerque a ti, eres mia, en pocos meses tendremos los papeles firmados que lo atestiguaran ante ellos y te prometo que estaré a la altura que necesitas para no darte problemas y ser tu apoyo en todo. Se acerco a ella para besarla, sus labios estuvieron tan cerca que a la distancia cualquiera juraría que si se habían besado, pero antes que ese acto pudiera perpetrarse se escucho un sonido seco, tan fuerte que retumbo en los oídos de todos, fue un diario, uno que no tubo un destino destinado, de hecho habían disparado a la nada, uno d ellos guardias rusos disparo hacia el bosque y varios de la guardia salieron despavoridos a investigar lo que había sucedido las mujeres se agacharon y con rapidez fueron llevadas al interior de la casa y hasta la Regina termino saliendo como un rayo a ver que sus hermanas estuvieran a salvo. Como era de esperarse los tres Capos permanecían afuera con los guardias para saber lo que había sucedido, entonces el ruso que había disparado dijo que los radares de calor de la zona habían mostrado movimientos en el bosque justo detrás de ellos, que quizá había sido un animal, pero que disparo en el afán de cuidar a su señor, muchos creyeron lo que había dicho dado que conocían lo paranoicos que eran los rusos con la seguridad, pero había dos pares de ojos que a pesar de las seriedad del hombre y de la forma tan segura en la que dijo todo no terminaban de creerle. - Bien la fiesta puede continuar entonces. Dijo Serkan mirando a su padrino de bodas de reojo, sabia que algo estaba mal, las expresiones de Alexei eran de enojo no de preocupación, la rabia en los ojos de ese hombre incluso le dieron un poco de miedo, porque pocas veces lo había visto fuera de sus cabales. Todos los invitados volvieron al jardín y al fiesta continuo mientras que el Capo se fue a su habitación, las pobre alfombras tuvieron que pagar su ira por la forma en como las pisaba, pero entonces antes de poder cerrar la puerta, una mano la sujetos y la cerro detrás de ella, Montserrat no estaba convencida de nada de los había dicho y no estaba dispuesta a que él destruyera el matrimonio de su hermana. - ¿Qué quieres?, acaso buscas que tu prometido venga por ti nuevamente ¿Eh? - No creo nada de lo que dijeron, te conozco dañas todo lo que tocas ruso, no te atrevas a arruinar la felicidad de mi hermana o te juro que voy a amatarte. - ¿así que daño todo lo que toco? - Si, lo haces. - Pero mira qué raro tu estas muy hermosa, me atrevería a decir que hasta con mas senos que por cierto no sabes lo hermosos que se te ven, estas preciosa mujer, así que no creo que dañe todo lo que toco. La mirada de él sobre ella la hizo que se erizara y no pudo ocultarlo, él lo noto. - Eres un enfermo. Ella se dio la vuelta e intento abrir la puerta, pero entonces la mano de Alexei se lo impidió y la encerró entre su cuerpo y la pared. - Deja de ocultar que hice que te mojaras, eres tan obstinada que no quieres reconocer que, así como el tan solo verte me la puso dura, a ti te éxito a tal punto que debes estar muy húmeda mi amor. Se acerco mucho a ella, sus labios se rosaron y ella trago saliva para después morder su labio inferior estaba hechizada por el aroma de su perfume – Yo no te lo negare jamás, eres y serás el amor de mi vida Montserrat, nunca podre compensarte lo que te quitaron por mi culpa y lo siento, pero tu deberías ser sincera abrirte a tus sentimientos y abrirme tus piernas a mí. Sonrió con tanto descaro que incluso a ella le molesto un poco – Pero no soy una bestia así que, ten cuidado en donde entras, porque la proxima vez que entres a la boca del lobo no saldrás ilesa de ella. La tomo del brazo, abrió la puerta y la codujo afuera de la habitación, pero de un momento a otro los ojos de Alexei se oscurecieron, tanto que parecía el diablo – Perdón por arruinar su beso Regina. Eso fue lo último que escucho antes de que un fuerte portazo sonara indicando que había cerrado la puerta, pero ella sonrió, sabía que la historia del jardín era mentira.
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