En menos de diez minutos estuvieron en el taller de Jeremy, uno de los mejores amigos de su padre cuando vivía. Jeremy era el único mecánico que tocaba sus autos. Tanto Ava como Dove confiaban de una forma ciega en el conocimiento del hombre, lo que las llevaba a él cada vez que los autos fallaban. Además, por la amistad de la juventud que tuvo con el padre de Ava, las quería como si fueran parientes y las ayudaba en todo lo que estuviera a su alcance. A Jeremy no le importaba recoger el jeep de Ava del camino ni remolcar la camioneta de Dove desde el ayuntamiento. Jeremy estuvo ahí cuando Bradley, el padre de Ava, lo compró. Fue él quien se encargó de modificarlo al punto de convertirlo en una máquina que no fallaba en las manos de su amigo. Jeremy fue quien le sugirió que lo cambiara de