Jennifer parecía estar muy molesta con Damián; y con temor a ser contraproducente, él tenía la misma expresión seria, fria y hasta amargada que le he vistos desde que le vi por primera vez. —Continuemos cenando —indicó Damián rompiendo el silencio. —A sus órdenes señor —contestó Jennifer en tono sarcástico. Damián respira profundo mientras la mira fijamente. —Si no quieres estar aquí, puedes retirarte —le dijo enojado. —Eso quisiera pero tal parece que soy prisionera en mi propia casa. ¡Tengo 23 años y aún así quieres mandar en mi vida! —expresó Jennifer aún más enojada. —La edad no define madurez. Debería darte vergüenza que a tus 23 años todavía tomes decisiones inmaduras como dejar la universidad o cambiar de carrera cada vez que se te antoja —replicó él. Jennifer se levanta abru