No sé cuanto tiempo llevo encerrada en la habitación, pero me negaba a salir y ver a Damián. De repente escucho que tocan la puerta con suavidad y seguido de eso escucho la vocesita de Linsey llamándome. De inmediato voy hacia la puerta y al abrirle la veo frotando sus ojos aún soñolienta. —¿Qué pasa, mi corazón? ¿Te sientes mal? —le pregunté mientras la tomaba en mis brazos. Pero antes que Linsey pudiera responderme, veo a Damián salir de su propia habitación. —¿Todo está bien? —preguntó mientras yo evitaba mirarlo. Linsey extendió sus brazos hacia él, así que me acerque para que pudiera tomarla. —¿Cómo estás mi princesa? —Me duele la garganta —contestó en voz baja y Damián tocó su frente midiendo su temperatura. —Parece que la fiebre bajó un poco, pronto te sentirás mejor —afirmó d