Durante toda la tarde y la noche del día anterior, Táo fue incapaz de salir y ver el rostro de aquella mujer. La evitaba todo lo posible, desde observar los pasillos del castillo con cuidado antes de pasar, hasta escuchar atentamente si se acercaba a su puerta, cosas que no hizo en ningún momento, lo cual hizo malentender al joven, que quizás ya no quería verlo más, aquello le deprimía y sentía justo después de haber escapado de aquella manera.
Mientras se vestía pensó en que debía salir, pues las computadoras se encontraban en la casa de campo y probablemente se encontraría en el camino a la rubia, al salir. Con valentía se para frente a la puerta de su habitación y respirando hondo, abre la misma para salir y encontrarse a Gavriel a punto de golpear la misma.
—Gavriel, hola. —sonríe c
