El viaje se había alargado para todos, pues la magnate millonaria había exigido que manejaran con cuidado para no despertar a Táo. Todos asintieron en silencio, pues tan solo atreverse a cuestionar a la respuesta, haría enfurecer a la mujer. Sus ojos verdes no se despegaban del joven y Mijaíl solo observaba de tanto en tanto por el retrovisor el rostro sereno y calmo de la señora Duscha. No la había visto así en años, ese rostro con serenidad genuina le sorprendía y le hacía sentir nostálgico al recordar aquella noche trágica cuando ella era una joven de 13 años. El auto se detiene frente a la puerta del castillo y rápidamente salen para abrir la puerta a su líder. —Gavriel, dile a Jessica que prepare la habitación que está al lado de la mía. —hace algo de fuerza para cargar al joven como