BROKE BOYS AND GIRLS

1076 Words
Duscha y Donato, seguían dándose patadas debajo de la mesa, hasta llegar a las risas. Empezó a hacer demasiado ruido, tanto que uno de los usuarios se quejó silenciosamente, mirando impaciente a la señora, Yóu Zi Zhāng Zhōu. Tranquilamente, observando al par de jóvenes bromear y reír, entró a la cocina para llamar a su nieto casi gritando, espantando al par de muchachos. Estos suspiraron agotados de la pelea y se sentaron en silencio sintiendo el silencio algo incómodo. Duscha sonríe ladina y burlona “Amargados”, piensa, arrogante y prepotente. —Alguien, por favor, atiéndanos. —alza la voz apropósito, causando que Donato le dé una patada portal en la entre puerta. —Maldito hijo de puta. —Disculpe, ¿podría dejar de gritar, señora? Este es un establecimiento pacífico y para disfrutar de una taza de té tranquilamente. Así que, si va a formar disturbios, por favor, retírese inmediatamente, no permitimos este tipo de actos violentos. Para finalizar, le deseo suerte para encontrar un lugar donde puedan permitir su mal comportamiento. Gracias y tenga un feliz día. De lo contrario, compórtese ¿desea algo para desayunar? Donato Dimitrieva no podía creer lo que sus ojos veían y lo que sus oídos estaban escuchando. Anonadado, sorprendido y asustado, observó los ojos dilatados de la joven frente a él que antes se retorcía adolorida por el dolor. Una bomba de tiempo, sí, eso era lo que estaba viendo. Aquel chico, calmo, de ojos color avellana, habían hipnotizado por unos segundos, además de la increíble calma con la que se dirigía y el perfecto pronunciamiento en ruso que este disponía. Su voz calma y suave, sin duda hizo enfurecer más a su mejor amiga, que aún se encontraba pensado. Por Dios, no es nada bueno que esté pensando, “Las veces en que se queda pensando, nunca terminan dando resultados positivos”, pensó alarmado y sin saber qué hacer, tocó el hombro de la rubia. —D-Duscha, vayámonos, estamos molestando a los clientes, hay una cafetería muy buena que queda… —nervioso intenta darse a explicar. El chico, que aún se encontraba parado frente a ella, mira constantemente a otros lugares, incapaz de sostener la mirada de Donato. “Este chico, ¿qué le pasa?”, se pregunta extrañado, confundido por la situación, a pesar de lo angustioso que resulta evitar que Petya, no le arranque los dientes de un golpe al chico. —Señora, vuelvo y repito. —el chico inflexible, vuelve a regañarle. Donato en un intento por salvar su vida le hace señas y ruega con sus ojos que el chico lo mire y entienda su mensaje. —Este es un establecimiento pacífico y para disfrutar de una taza de té tranquilamente. Así que, si va a formar disturbios, por favor, retírese inmediatamente, no permitimos este tipo de actos violentos. Para finalizar, le deseo suerte para encontrar un lugar donde puedan permitir su mal comportamiento. Gracias y tenga un feliz día. De lo contrario, compórtese ¿desea algo para desayunar? Repentinamente, rabiosa, imponente e impaciente, Duscha lanza hacia la pared, al costado del chico, el salero de la mesa, asustando a los usuarios y causando irritabilidad en la abuela del joven, que, sin entender su reacción abrupta, vuelve a hablar. —Parece que no me escucho claramente. Le dije que dejara de hacer disturbios en este establecimiento. No es necesaria la violencia, usted es quien está comportándose mal con nosotros, tranquilícese o retírese del establecimiento. —sintiéndose ligeramente molesto, así es como la abuela le dijo que se llama cuando sintiera su estómago revuelto por alguien claramente desagradable. —Por favor váyase. —Tú… maldito idiota… cómo te atreves. Al levantarse y enfrentar cara a cara al chico que le estaba diciendo cómo debía comportarse, a ella, la déspota y dictadora Petya Duscha Zaytsev Ivanov. Sostiene la mirada con aquellos ojos color avellana, que desgarran la más gruesa capa de su alma. Aquellos ojos brillantes, dulces, le hicieron sentir picazón en el cuello otra vez, pero las miradas no eran capaces de apartarse, aquel chico, unos 6 centímetros más bajo que ella, aparta su mirada, aprieta sus manos y las abre para luego volver a su postura, sin mirar los ojos de la imponente mujer frente a él. Su estómago se sentía tensionado, nunca había sentido eso, la abuela nunca le ha dicho como se llama aquella sensación, es diferente, su estómago ya no se sentía revuelto, era diferente. —Por favor, váyase del establecimiento. Aquí no se permite ese tipo de vocabulario, solo ínsita a la violencia. Se tensiona al ver que la mujer aprieta sus manos y luego las suelta, dejando ir, algo que no podía descifrar, ¿frustración quizás?, ¿por qué?, es la mujer más aterradora que jamás había visto en su vida, ¿por qué se tranquilizaría ahora? El chico respinga y se aleja instintivamente con ojos asustadizos mirando el pecho de la mujer que se mueve y sale rabiosa del lugar. Por un momento juró haber visto humo salir de sus fauces. Donato, por otro lado, estupefacto por tan extraño, espectacular e inimaginable enfrentamiento. El joven de cabello verte veía al chico, que aún seguía parado mirando al frente, hasta que parpadeo y se removió ligeramente, para luego dirigir una corta mirada a los usuarios del establecimiento. —Discúlpennos, esto no volverá a pasar. —Está bien Táo, no te preocupes, ¿estás bien? —Mmm… sí, sí, estoy bien. —asiente y acomoda su ropa y mantel panadero. —Wau, has crecido mucho muchacho, tu tercer día y ya estás poniendo en su lugar a mocosos maleducados, bien hecho. —recalcó el anciano, mirando fulminante al joven de melena verde, que carraspea su garganta y se levanta apenado. —Lamento mucho lo que sucedió, mi amiga es bastante explosiva, no debió haber reaccionado así, me disculpo en su nombre. Yo… —Eso no será posible de aceptar. —contra argumenta el joven de ojos avellanas. —Cuando se pide disculpas se piden directamente. Gracias a ella nuestros clientes se asustaron. —Donato abre sus ojos, impresionado. —Usted no es su padre, para darse a justificar, Además, una niña de preescolar sabe cómo disculparse, ¿por qué ella no lo hace? —el chico hace una reverencia. —Si me disculpa, me retiro. —El joven se retira pacientemente y vuelve a la cocina con las harinas y los huevos que le hacen feliz.
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