Todo estaba pronosticado para que siguiéramos con lo nuestro en mi cuarto. Agitado, todavía sintiendo las pulsaciones en mi glande luego de la impresionante eyaculación que me produjo la masturbación de mi propia madre, me até la toalla en la cintura, tomé a mi madre de la mano y salimos del baño, no sin antes echar un vistazo al cuarto del fondo, cuya puerta queda de frente, donde mi padre aguardaba el regreso de su esposa. Mi m*****o palpitaba debajo de la toalla, ya que ni siquiera alcancé a ponerme unos bóxer. Y sin mi madre resistirse, la metí a mi habitación, encendí la lámpara, cerré la puerta con seguro y me le quedé viendo, frente a frente, completamente desnudo, salvo con la toalla cubriendo mis genitales. Y así llevamos varios segundos, mirándonos en silencio. Silencios que pa