Paja Inconclusa

3022 Words
Su hijo la esperaba con las luces encendidas y la cámara en mano, ella le obsequió una cálida sonrisa, la cual Matías respondió de la misma manera. Ambos se sintieron un poco más relajados. —¿Empezamos? —preguntó ella. —Sí, cuando vos quieras. Aprovechando la calentura que le había dejado la paja inconclusa, Nicol dio la espalda a su hijo y adoptó la misma pose que utilizó frente al espejo, incluso separó sus nalgas usando las manos. Matías quedó boquiabierto admirando las zonas más íntimas de su madre, las cuales estaban apenas cubiertas por la tela roja; cuando se acercó a tomar una fotografía le pareció notar una leve sombra circular sobresaliendo por los lados de la tanga, se dio cuenta de que ese era el culo de su madre asomándose levemente. Una vez más la v***a le empezó a palpitar, pero para disimular comenzó a apretar el disparador de la cámara una y otra vez. Una de las manos de Nicol apareció en su entrepierna y acarició la vulva, ella sintió una descarga de placer en todo su cuerpo, no quería pensar que su hijo estaba detrás, sacando fotos; por el contrario, ocupó su mente en aquellos hipotéticos amantes sin rostro que se hacían presentes cada vez que se masturbaba; ahora aquellos hombres anónimos eran los visitantes del sitio web. La rubia se sentó en el sofá, sonrió sensualmente a la cámara y abrió las piernas. El muchacho se agachó y continuó tomando fotografías desde esa posición. La tanga roja estaba ceñida a la concha de Nicol, de la cual se podían adivinar los labios abultados; pero esto en lugar de preocuparle, la excitó aún más. A continuación levantó las piernas, apoyando sus pies en el mismo sofá en el que estaba sentada, dejando una visión mucho más explícita de su entrepierna; imaginó que con esa pose se ofrecía a algún hombre con un pectoral marcado quien se inclinaba ante ella y comenzaba a practicarle sexo oral. A Matías por poco se le cae la cámara de las manos, sus reflejos fueron lo suficientemente rápidos como para agarrarla al vuelo, antes de que ésta impactara en el suelo. Se sentó en uno de los sillones e inclinó su torso hacia adelante para ocultar su erección. —¿Pasa algo? —preguntó ella bajando las piernas. —N… no, nada… es que… —¿Es que…? El apenado muchacho no encontró palabras. —Matías, sé que hay algo que no me querés decir… y tengo una idea de qué puede ser ese “algo”. Él miró sorprendido a su madre. —¿De verdad? —Sí. No estoy haciendo las cosas bien ¿no es cierto? Lo de las fotos borrosas era mentira, me pediste rehacerlas porque yo no lo hice bien. Ahora mismo creía estar mostrando un gran cambio de actitud, con la intención de hacerlo mejor, pero aparentemente no lo conseguí. —¿En serio pensás eso, mamá? —Preguntó Matías con los ojos muy abiertos; ella asintió con la cabeza—. ¡No seas boluda! —Esas palabras tomaron por sorpresa a la rubia—. Vos lo estás haciendo muy bien… y creeme que ese cambio de actitud se notó mucho, no imaginé que te animaras a tanto —notó que no estaba convenciendo a su madre—. Te lo digo muy en serio, vos no hiciste nada malo, las fotos salieron borrosas y eso fue por mi culpa; por apurado. —¿Entonces qué pasa? Porque evidentemente hay algo que no me estás contando, soy tu madre y sé muy bien cuándo ocultás algo. Matías sabía que no tenía escapatoria, debía darle una respuesta convincente a su madre, pero por nada del mundo confesaría su erección o la paja que se había hecho mirando las fotos. Pensó rápido y sin mucho esfuerzo encontró una excusa que, además de ser verdad, podría acarrear buenos resultados. —Es cierto, hay algo que no te conté, y tiene que ver con las fotos. —Te escucho. —¿Me prometés que no te vas a enojar? —¿Por qué debería enojarme? —Ella frunció el ceño—. No te prometo nada, Matías, si tengo motivos para enojarme, me voy a enojar; de lo contrario, no. Pero me tenés que decir qué pasa. —Está bien —hizo una breve pausa para encontrar las palabras más apropiadas para explicarle—. Resulta que esta página es un poquito más “erótica” de lo que te había dicho. —¿A qué te referís? —preguntó automáticamente, aunque tenía una clara idea de qué era lo que su hijo quería decirle. —Me refiero a que no sólo publican fotos de mujeres en ropa interior, también publican desnudos totales —Nicol se quedó como una estatua—. No quise decírtelo desde un principio, porque sabía que te ibas a negar rotundamente, sin embargo imaginé que si te lo decía después de que hubieras hecho las primeras fotos y después de recibir los primeros pagos, no te lo tomarías tan mal. Nicol hundió la cabeza entre las manos y se quedó mirando fijamente a un punto imaginario en el suelo blanco. Su hijo no habló, para darle tiempo a procesar la información. —Hiciste bien —dijo ella por fin, volviendo a mirarlo. —No me esperaba esa respuesta. —¿No? Creo que yo tampoco —ella se frotó ambos brazos, como si estuviera cubriendo su desnudez parcial—. No debería estar sorprendida, hoy en día todo es desnudos en internet; pero soy tan boluda que ni siquiera pensé en esa posibilidad. Sabía que las fotos debían ser lo más eróticas posible, no soy tan tonta; pero no me imaginé que tuviera que quitarme toda la ropa. —Sé que vos no lo vas a hacer… —Todavía no dije que no… pero tampoco dije que sí. Me gustaría que me aclararas una cosa. ¿Nos pagarían más si yo estuviera desnuda? —Cuando te dije que la página web aumentaba la tarifa dependiendo del contenido de las imágenes, una de las cosas a las que me refería era a qué tan desnuda está la modelo… o a qué tan provocativo es el conjunto que usa. —Es bueno saber que al menos pagarían un poco más… —Un poco no, bastante más. La tarifa podría irse casi al doble. —¿Tanto? —Sí, dependiendo de lo… explícitas que sean las fotos. —Entiendo. Bueno, no te voy a decir que sí ni que no. Necesito unos días para considerarlo. Tengo que pensarlo bien. —Me parece lo mejor. —Decime una cosa, Matías. En el hipotético caso de que yo me animara a hacerlo, ¿vos podrías seguir sacando las fotos? Porque ya hablamos de algo mucho más serio… me da la impresión de que a vos te pone algo incómodo que yo me muestre de esta forma, e imagino que sería mucho peor si estoy sin ropa. —Por mí no te preocupes, mamá; te dije que yo estoy más concentrado en la calidad de las fotos que en cualquier otra cosa —mintió—. Además, yo te metí en esto, sería un hipócrita si de repente te dijera que no puedo sacarte las fotos si estás desnuda. Vos sos la modelo, y así te veo yo; tal vez te parece un poco frío e impersonal, pero cada día te veo más como un objeto de trabajo. Media sonrisa se dibujó en el rostro de Nicol. —Sí, es un poco frío; pero para que este trabajo siga adelante me tenés que ver de esa forma, al igual que yo a vos. Sos un elemento más en mi actual trabajo. Cuanto más me olvido de que vos estás acá, más me suelto. —Entonces hacé de cuenta que soy como una de las lámparas, o la misma cámara. Imaginá que estás sola —de pronto Matías se dio cuenta de un detalle importante—... pará, ¿me estás diciendo que vas a seguir sacándote fotos? —Sí, eso seguro que sí, necesitamos la plata; mientras estas personas estén dispuestas a pagarnos, tenemos que aprovecharlo. Vamos a seguir sacando fotos tal y como lo venimos haciendo, mientras yo considero la otra posibilidad. Así que ahora mismo lo mejor sería reanudar la sesión. —Estoy de acuerdo —Matías no se movió ni un milímetro, ya que su v***a aún seguía dura. —Bien, pero dame un par de minutitos, ya vengo —dijo Nicol justo antes de ponerse de pie. La rubia avanzó con paso decidido hasta su cuarto y se encerró en él. Se sentó en el borde de la cama y dejó caer su espalda sobre el colchón; luego cerró los ojos. «Vamos, Nicol, vos podés», se dijo a sí misma. La charla con su hijo le había quitado la calentura que tenía latente, por lo que metió su mano derecha bajo la tanga y comenzó a frotarse el clítoris. «Vos podés, vos podés», se repetía una y otra vez, mientras dos de sus dedos se perdían dentro del orificio de su concha. Su temperatura corporal se elevó considerablemente. Sabía que tenía que prepararse alguna buena excusa que justificara su repentina ausencia, por lo que se puso de pie, se dirigió hasta el estuche de sus cosméticos y eligió un lápiz labial de un color muy similar al de su ropa interior. Rápidamente se limpió la boca y se miró en el gran espejo. Su tanga estaba corrida hacia un lado, dejando libre su concha, comenzó a frotársela otra vez, sin dejar de admirar su reflejo. Imaginó que le estaba ofreciendo su sexo húmedo a todos aquellos hombres que, seguramente, se masturbarían mirando sus fotos, de pronto sintió deseos de que alguno de ellos se hiciera presente en ese mismo momento, la arrojara sobre la cama y se la cogiera con fuerza. Se relamió los dedos de forma sensual, acomodó su ropa interior y salió de su cuarto susurrando: «Vos podés, Nicol». Al regresar al improvisado estudio fotográfico encontró a su hijo haciendo unos leves ajustes a las luces y a las pantallas en las que éstas se reflejaban. Matías había aprovechado la ausencia de su madre para relajarse lo suficiente como para que su v***a volviera a quedarse dormida. Al ver a Nicol notó de inmediato el rojo carmesí de su boca. —Ese es un buen toque —le dijo. —Me imaginé que podía quedar bien con este conjunto. —Lo que más me sorprende es que ésta es la primera vez que usás algo de maquillaje en las sesiones de fotos. —Bueno, eso no es del todo cierto, siempre me pongo un poquito de base, para disimular las arrugas; pero esta vez quise probar algo más ¿Pensás que debería hacerlo con más frecuencia? —No lo necesitás, pero admito que te da un toque más sensual. —Lo voy a tener en cuenta para la próxima. Nicol no quería que una charla demasiado extensa volviera a bajarle la calentura, por lo que le dijo a su hijo que retomarían la sesión de fotos de forma inmediata. Ella posó mostrando una alegre sonrisa y colocando las manos sobre sus caderas, las meneó un poco hacia un lado, para tener una postura más sensual. Cuando consideró que Matías había capturado suficientes fotos, decidió probar una pose más sugerente. Se acercó con determinación al sofá, manteniendo la imagen mental de su concha en el espejo, aún la sentía húmeda y caliente. Su próximo paso mental fue borrar a su hijo de escena, él no era más que un simple fotógrafo y ella estaba posando para aquellas personas que visitaran la página web… y quería excitarlos tanto como le fuera posible ya que eso significaba ganancias y, aunque le costara admitirlo, también la excitaba. Se puso en cuatro patas sobre el sofá y fantaseó con la idea de que uno de sus amantes hipotéticos se le acercaba con la v***a bien dura, levantó su cola ofreciéndosela y luego separó las piernas. Su vulva quedó apretada en la tanga, la cual se estaba humedeciendo debido a los jugos sexuales de Nicol. Matías notó esto y tuvo que hacer un gran esfuerzo para concentrarse en capturar imágenes y así evitar que su pene se despertara otra vez. Su madre le empeoró considerablemente la situación cuando cruzó uno de sus brazos por la espalda hasta alcanzar su v****a, recorrió el centro de la misma con el dedo índice. El muchacho sintió su v***a sacudiéndose como un animal enjaulado que pedía que lo liberen para poder atacar a su víctima; la cual, en este caso, no era otra que concha húmeda de su madre. Las caricias en su sexo surtieron efecto en Nicol, ésto le dio coraje para probar una nueva pose. Se volteó, quedando acostada bocarriba, levantó sus piernas, manteniéndolas juntas, y las flexionó hacia ella, exponiendo así su vulva. Luego separó las piernas y encontró a su hijo tomando fotos desde muy cerca, esto no le importó, él no era más que un objeto de trabajo; al menos eso se repetía mentalmente. Volvió a acariciar su v****a por encima de la ropa interior y sintió un fuerte deseo de desnudarse y hacerse una frenética paja; sin embargo no lo hizo porque parte de sí aún se sentía incómoda con la presencia de ese fotógrafo en particular. Sin embargo las caricias que ella misma se estaba proporcionando la estaban excitando demasiado. Cerró los ojos y, sin considerarlo dos veces, deslizó su mano dentro de la tanga, hasta alcanzar su clítoris. Comenzó a darle suaves golpecitos con la yema de los dedos, cada uno de estos contactos enviaba una descarga eléctrica por todo su cuerpo. Sabía que su hijo no podía verle la concha, pero también era consciente de que él adivinaría lo que estaba haciendo. La v***a de Matías se puso tan dura que comenzó a dolerle, el muchacho quería liberarla de su prisión y comenzar a masturbarse allí mismo, hasta eyacular sobre el suave y lampiño pubis de su madre; sin embargo logró mantener la compostura y se dedicó a sacar fotos desde diferentes ángulos y distancias. Cuando Nicol apartó la mano, decidió jugar un poco con la imaginación de aquellos que vieran las fotos. Se bajó un poco la tanga, exponiendo más de su pubis, pero deteniéndose justo donde su concha empezaba. Abrió los ojos y se encontró a Matías tomando fotos con la cámara a pocos centímetros de su entrepierna. En lugar de sentirse avergonzada, pensó en el impacto que esas imágenes podrían tener para los administradores de la web y cuánto dinero recibiría por ellas. Quería aprovechar al máximo ese repentino destape casi total, por lo que le dijo a Matías: —Sacá fotos desde mi perspectiva, porque desde acá se ve muy bien todo. El muchacho asintió con la cabeza y con rapidez se posicionó detrás de la cabeza de su madre, esto le ayudó a ocultar su erección. Tomó fotos desde arriba y antes de centrarse una vez más en el pubis, aprovechó para fotografiarle las tetas. Nicol notó esto, por lo que las agarró con ambas manos y las apretó una contra otra, provocando que se inflaran como globos llenos de agua. Después de que su hijo tomó fotos de sus pechos y su entrepierna, Nicol desprendió una de las ligas que sostenía las medias de encaje y comenzó a quitarse una, esto le daba un aspecto sensual, pero en realidad no mostraba más que una pierna, lo cual no le importaba en absoluto. Continuó hasta quitarse la media por completo y luego repitió la acción con la otra. Cuando tuvo ambas piernas completamente desnudas, le dijo a su hijo: —¿Matías, ya tenemos fotos suficientes? —Sí, con esto ya fue más que suficiente. Lo hiciste perfecto… —estuvo a punto de decir la palabra “mamá”, pero eso le haría caer en la cuenta de que la mujer que lo había dejado con la v***a dura era su propia madre. —¡Qué bueno! —Nicol se acomodó la tanga—. Me voy a la pieza, te dejo editar tranquilo… ah, y no hace falta que te apures, trabajá tranquilo, por unos días vamos a estar bien con la plata, así que no hace falta que les envíes el pack hoy mismo. —Está bien, y gracias, sos una modelo excelente. —Y vos un fotógrafo excelente. La rubia se apresuró a regresar a su cuarto, ni bien cerró la puerta comenzó a despojarse de la poca ropa interior que aún conservaba, una vez desnuda se tendió bocabajo en la cama y dirigió los dedos directamente hacia su concha. Se masturbó pensando que aún le estaban tomando fotos, pero que esta vez eran sexualmente explícitas. Levantó la cola, para exponer aún más su sexo, y se lo abrió usando dos dedos, la idea de que le fotografiaran la concha abierta y húmeda, la calentó de sobremanera. Se metió dos dedos sin dejar de jugar con la fantasía de ser una modelo porno… algo que en realidad no era tanto una fantasía, sólo estaba a un paso de llegar al porno. Lo único que debía hacer era quitarse del todo la tanga en la próxima sesión de fotos… durante ese momento de calentura creía que podría acceder a hacerlo; pero su lado racional le decía que la realidad sería muy diferente cuando se enfriara. Incluso tal vez llegaría a arrepentirse de lo que había hecho; pero eso no importaba ahora, lo único que le preocupaba era llegar al clímax, por lo que se frotó intensamente el clítoris. Se sintió satisfecha consigo misma porque, al menos esta ocasión, había conseguido liberar a esa mujer fogosa que habitaba en ella; además había encontrado el método perfecto para dejarla salir: debía masturbarse. Eso lo había descubierto de casualidad, debido a que su hijo la interrumpió en pleno acto. Se dijo a sí misma que justo antes de la próxima sesión de fotos se haría una buena paja.
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