Alba se tuvo que duchar de nuevo, y tras ponerse un elegante vestido se fue a trabajar, no sin antes despedirse de su hijo con un jugoso beso en la boca. La mañana fue tranquila en la oficina. Víctor la evitaba después del trance y la frustración que había tenido con ella. Por el contrario Reme, la mujer de Víctor, si que se pasó a saludarla cuando ya era casi la hora de comer. —Joder Alba, lo de ayer fue la leche! – exclamó tras cerrar la puerta del despacho. – Cuando vamos a repetir? — No sé, dependerá de Carlitos. – contestó evadiendo una respuesta clara. — Y no le puedes incitar un poco? — Es que le tenemos muy consentido, y le dejamos hacer siempre lo que quiere. Alba mantenía la conversación para averiguar si Reme se había dado cuenta de lo que había dicho su hijo sobre ella, p