—A él no lo regañes, Sugey, que si ha pasado lo que ha pasado, ha sido mucho por tu propia culpa —se defiende Elvira, retrocediendo un poco más—. Y sí, Santi, tu madre me pidió que me acercara a ti para… saber un poco sobre tus emociones. Le preocupaba que sospecharas sobre Nacho (incluso antes de que supieras de él) y es que parece que, ante la abstinencia s****l de tu madre, Santi, ella cuando te descubrió espiándola por primera vez, se asustó muchísimo, pero a la vez tuvo tremenda calentura y morbo que el resto de los días comenzó a estudiar tus horarios, para que cuando llegaras a casa la encontraras en situaciones poco… decentes. La mayoría de las veces aguardaba tu llegada a casa para meterse a la tina de baño y masturbarse, sabiendo que tú escucharías sus pujidos. —¡Elvira cállate!