—No, desde luego que no le creí… pero le tuve que decir que… lo iba a pensar. Los celos empiezan a desbordárseme por los ojos. —¿Y por qué no lo consideras, Sugey? Yo tampoco creo que… Nacho se pueda… conformar con una última follada, pero a lo mejor… podría funcionar. —Ha traspasado los límites, Elvira. Yo ya no le creo nada. ¡Se ha presentado en la casa de mi marido, ¿lo entiendes?! —Mira, Sugey, cuando me lo contaste te juro que aluciné. No me lo podía creer. Como te dije cuando me llamaste, me comuniqué con Nacho y le reclamé duramente su imprudencia. —Sí, pero por lo visto no sirvió de nada, si se ha presentado nuevamente aquí, en Arteaga, sin invitación. De pronto mamá abre mucho los ojos y le pregunta a Elvira, dudando: —Porqué Nacho vino aquí sin invitación, ¿verdad? —Por s