Mi glande siente la humedad de sus labios inferiores. Mamá restriega la cabeza de mi pene varios segundos sobre sus pliegues brotados, aguanosos, babositos, y ante mi necesidad de introducirme en ella le hago una ansiosa súplica “siéntate sobre mi v***a ya, mami… por favor, que no aguanto”. Sugey, sabiendo que me tiene loquito, a medida que se encaja mi polla en su caldosa v****a, al mismo tiempo mete su lengua en mi boca, y entierra sus durísimos pezones contra mi pecho. —¡Hoooooooh! —gemimos los dos. Y así, abrazados, con nuestras manos acariciando nuestras espaldas, frotándonos los cuerpos, mamá empieza a subir y a bajar sobre mi polla. Lo hace lento, se la come toda, por el coñito húmedo, luego, poco a poco se la saca. Cuando la punta está rozando la salida de su agujerito, mamá ba