Mi corazón dio un salto mortal. Ella apagó el televisor usando el control remoto y sin decir más nada liberó mi v***a y bajó la cabeza. Gemí impulsivamente en cuanto sentí su cálida boca humedeciendo mi glande. Con la lengua lo fue masajeando en círculos y de a poco se lo tragó más y más, hasta que empezó a mamarla con ímpetu. Sólo se la sacaba de la boca para chuparme los huevos. Me las arreglé para quedarme totalmente desnudo sin estorbarla en su tarea. Acaricié su cola por arriba del pantalón mientras ella seguía concentrada en dar lengüetazos. — Sacate esta mierda, que la odio – dije refiriéndome a su sobrio pijama. — Te prometo que no lo voy a usar nunca más – me dijo riéndose. Se quitó la remera y la ayudé a desprenderse el corpiño. ¡Qué bueno fue ver sus grandes tetas otra vez! L