Improvisa

2239 Words
Cuatro días después de haber llenado el formulario, Matías recibió un paquete por correo, se alegró que éste hubiera llegado por la mañana, cuando su madre estaba trabajando. Preparó todo sus equipos para sacar fotos dentro de la habitación que él mismo se había asignado como “estudio”. Probó las luces y no dejó de cambiarlas de posición hasta que consiguió el efecto deseado. Un par de horas más tarde su madre regresó a casa, esperó a que ella se diera un baño y en cuanto la encontró sentada en el comedor, mirando televisión, se le acercó. —¿Cómo va todo? ¿Qué es eso?— preguntó su madre al ver el paquete que llevaba en la mano. —Justamente sobre eso quería hablarte —tomó asiento y la miró como si estuviera pidiéndole permiso. —Te escucho —Nicol apagó el televisor. Matías no tenía idea de cómo comenzar con la explicación, daba por sentado que su madre se lo tomaría a mal; pero lo que no sabía era cuánto se podría enojar. Al recordar el contrato firmado supo que ya era demasiado tarde para echarse atrás. —Hace unos días encontré una página web que está dispuesta a pagar una muy buena suma de dinero por mis fotografías. —¿Qué? ¿De verdad? ¡Eso me pone muy contenta! ¿Cuántas les vendiste? —Todavía ninguna… es que no están interesados en las fotos que ya saqué, sino en las que tengo que sacar. —No entiendo —Nicol levantó una ceja, Matías sonrió, siempre la divirtió ver que su madre fuera capaz de hacer eso, aunque lo hiciera de forma involuntaria. —Es que ellos me pagan por… cierta clase de fotografías… y vos tendrías que ayudarme. —¿Yo? —Sí, no se me ocurre nadie más a quién pedírselo. —Pero yo no sé nada de fotografía. —No necesitás saber nada, porque vos no estarías sacando fotos, vos serías la modelo. La rubia abrió muchos los ojos, evidenciando sorpresa y confusión al mismo tiempo. —¿Yo? ¿Modelo? —Sí. Sos una mujer muy atractiva, mamá, serías una perfecta modelo, y lo sabés. Estoy seguro de que alguna vez soñaste con convertirte en modelo… esta puede ser tu oportunidad. —Bueno, sí… puede que haya pensado en eso en alguna ocasión… pero… ¿de qué tipo de modelaje estamos hablando? —Ahí viene la parte que te va a disgustar… espero que no te enojes mucho conmigo. Es modelaje de ropa interior. —¿¡Qué!? —Antes de que te niegues, quiero decirte que ya firmé un contrato con esa página web, comprometiéndome a enviarles las fotos… —Pero Matías… —Esperá, eso no es todo. Esta web, al ser europea, paga en Euros. Ahora mismo el Euro está muy por encima del peso argentino. Pero muy por encima... y eso lo sabés bien. —No te voy a negar que eso resulta atractivo, pero de todas formas me parece una locura. ¿Cómo vas a firmar un contrato sin antes consultarme? ¿Estás loco? —Es que pensé que sería la única forma de convencerte. —¿Obligándome? —No, no pretendo obligarte a nada. Si vos no aceptás… voy a buscar otra modelo, quien sabe dónde… o rescindiré el contrato, lo cual me haría perder dinero. —Si lo ponés de esa manera, siento que me estás obligando indirectamente. —Perdón, tenés razón. Vos no te sientas obligada a nada, si no querés, entonces veo la forma de arreglar todo, tampoco es que el mundo se vaya a venir abajo. —¿De cuánto dinero estamos hablando? —Depende. Me dieron una larga lista de precios, varían mucho; especialmente si yo tengo mi propia modelo, eso triplicaría las ganancias. Los precios, por un pack de fotos, oscilan desde unos pocos cientos, hasta cifras por encima de los dos mil euros. —¡¿QUÉ?! ¡Eso es mucha plata! —Y nos vendría más que bien. —¿Y qué hay en el paquete? —Es ropa interior. —Y… yo… ¿tendría que usar esa ropa interior? —Sí. Ellos me la mandaron. Lo que pasa es que si vos usás lencería u otros productos que ellos patrocinan, entonces nos pagarían más por las fotos. —Entiendo, por eso es que los precios varían tanto. —Emm… sí, por eso. El voluptuoso pecho de Nicol se infló en cuanto tomó aire, luego lo dejó salir lentamente. Se estaba haciendo la idea de posar ante una cámara vistiendo ropa interior. Eso, de por sí, le incomodaba; pero más le incomodaba que su hijo fuera el fotógrafo. Sin embargo la posibilidad de recibir ganancias en euros era muy tentadora. —Veamos… si yo me pongo esa ropa interior, vos me sacás fotos ¿y ellos ya te estarían pagando? —No exactamente. Ellos tienen que ver las fotos en cuestión y si son lo suficientemente buenas, entonces nos pagan. Al principio tal vez no nos den tanto; pero si ven que vos empezás a tener éxito, entonces el precio puede subir. —¿Éxito en qué? —Digamos, si el producto que usás se vende, si la gente hace clic en tus fotos, si a los patrocinadores les gusta cómo modelás, etcétera. —Voy entendiendo… —Entonces, ¿lo vas a hacer? —Dejame meditarlo unos minutos. —Ok, me voy al estudio, cualquier decisión que tomes, la quiero escuchar; aunque que sea un no. —Esperá. Dejame la ropa interior, quiero ver cómo es antes de decirime. Matías le tendió el paquetito y se retiró. Como ya tenía todo listo, no tenía idea de cómo emplear el tiempo dentro del estudio, comenzó a caminar de un lado a otro, impaciente. Su madre se había tomado la noticia mucho mejor de lo que él esperaba, apenas se había enojado. A él tampoco le agradaba demasiado la idea de estar vendiendo a su madre de esa manera; pero si no comenzaba a generar dinero de inmediato, iban a tener una dura crisis financiera. Últimamente habían tenido que acortar muchos gastos. Los productos que su madre adquiría en el supermercado cada vez eran menos y de marcas más económicas y de baja calidad. A Matías le preocupaba que pronto debieran empezar a sacrificar otras cosas, como internet… la cual era un medio imprescindible para que él pudiera vender fotografías. Y luego de eso no tardarían en reducir la cantidad de comida... ni quería pensar en esa opción, él amaba comer en abundancia; especialmente las comidas caseras que preparaba su madre. La puerta del estudio se abrió repentinamente luego de unos veinte minutos de espera, Matías vio a Nicol envuelta en una bata blanca. —Lo voy a hacer —dijo ella, con timidez. —¿De verdad? —una amplia sonrisa apareció en el rostro del muchacho. —Sí… aunque no me gusta nada el conjunto que mandaron, es demasiado… revelador. Además me queda chico. —Eso último es mi culpa, porque no sabía tus medidas y me las tuve que inventar. —Está bien, para la próxima te digo qué talle tenés que pedir. —Bueno. Un incómodo silencio se posó en el estudio fotográfico, madre e hijo se miraron con indecisión. —¿Empezamos? —preguntó Matías. —Eh… sí, supongo que sí. Pero antes quisiera decirte una cosa. Puedo aceptar que me veas en ropa interior, ya que soy tu madre, vos sos mi hijo, y nos tenemos confianza; pero lo que me preocupa de todo esto es que algún conocido vea las fotos… —Por eso no deberías preocuparte, la página web es alemana. Dudo mucho que algún conocido entre a ella, sería una casualidad demasiado grande. Tal vez te hacés famosa en Europa —bromeó—, pero acá vas a seguir siendo una anónima del montón. —Famosa… sí, claro —Nicol sonrió—. Eso me tranquiliza un poco. Te pido una cosita… —¿Qué? —No hagamos un gran quilombo de todo esto, yo estoy intentando mentalizarme lo más posible para tomármelo con naturalidad y… “profesionalismo”, si es que puedo hablar de eso en mi primer día de trabajo. —Sí, podés. De hecho, yo también tengo que tomármelo con el mayor profesionalismo posible, ya que tal vez esta sea la forma en la que me voy a ganar la vida de ahora en adelante. —Bueno, empecemos... —Nicol estuvo a punto de abrir su bata, pero se detuvo—. Ah, otra cosita. Asegurate de que todo esto valga la pena y que nos paguen, no quiero estar pasando vergüenza de forma gratuita. Que quede claro que esto sólo lo hago porque ya estoy desesperada y no sé de qué otra manera podríamos ganar dinero. Si no estuviera contando hasta la última moneda que gasto, ni siquiera consideraría hacer algo como esto. —Quedate tranquila que si el negocio no funciona, doy de baja el contrato y busco algún otro trabajo. Yo tampoco quiero que vos te expongas de esa manera sin que nos paguen. Podrás ser la mejor candidata que conozco para modelar, pero también sos mi mamá. —Sos un dulce —Nicol le dio un beso en la mejilla. Luego caminó hasta el centro de la habitación y abrió su bata, dejándola caer al suelo. Matías, bajó la mirada y se concentró en ir encendiendo las luces. —Em… tenemos que esperar a que se calienten. Tardan unos segundos. Lo hubiera hecho antes, pero no quería gastar luz... —Está bien. Matías levantó la mirada y se encontró con el voluptuoso cuerpo de su madre apenas envuelto en un conjunto n***o que incluía corpiño, tanga de encaje, medias y un portaligas, con sus correspondientes ligas. Si bien él no era virgen, nunca en su vida había estado en presencia de una mujer que irradiara tanta sensualidad… y sexualidad. Se sintió extraño, como si dudara de que esa mujer fuera realmente su madre. Una vez él fue a un bar desnudista con sus amigos, lo hizo más porque ellos le insitieron que por voluntad propia. En aquella ocasión quedó impactado ante el cuerpo semidesnudo de las mujeres que trabajaban allí, no estaba acostumbrado a ver semejantes bellezas sin ropa, en vivo y en directo. Ver a su madre vistiendo ese conjunto n***o le causó el mismo impacto. Nicol permaneció estática, con las piernas muy juntas, intentando esquivar la mirada de su hijo, pasados unos segundos se dijo a sí misma que ignorar el tema era ridículo, y que sería peor para ambos. La única forma de superarlo era hablando de ello. —¿Qué tal me queda? —preguntó. —Muy bien —aseguró su hijo—, no tenés nada que envidiarle a una modelo profesional… al contrario, creo que muchas de ellas deberían envidiarte a vos. —Gracias —dijo con una gran sonrisa—, pero tampoco exageres. —No exagero, mamá. Es la verdad. Las luces ya están listas. Si querés puedo empezar a sacarte fotos. —Dale… ¿y yo qué hago? —No sé, lo que se te ocurra. Te podés sentar en ese banquito —señaló un pequeño taburete n***o—. O bien te podés sentar en el suelo, por algo puse un acolchado. Vos hacé cualquier cosa que te nazca e intentá sonreír de forma natural. Ah… intentá no mirar a la cámara, a menos que yo te pida que lo hagas. —Ok, veremos qué tal sale todo esto. Nicol hizo lo que su hijo le sugirió, se sentó en el taburete y fue cambiando de posición a medida que él capturaba todo con la cámara. Luego pasó a sentarse en el piso, sobre el acolchado. Procuró no abrir mucho las piernas y no exponer demasiado su cola. Estuvo posando durante unos treinta minutos, hasta que Matías dio la sesión por concluída. —¿Ahora sólo resta mandarle las fotos? —le preguntó su madre. —No, ahora tengo que editarlas, corregirles el color, la saturación, etcétera. Todo lo que sea necesario. Después sí se las mando. —¿Eso cuánto tiempo te va a llevar? —Lo puedo tener listo para hoy. —Ah, perfecto. ¿Y cuándo sabremos si aceptan las fotos o no? —No lo sé, tal vez un par de días. —Ok. Ah, ¿qué tengo que hacer con la ropa interior? ¿Hay que devolverla? —No, todos los productos que manden, te quedan para vos; así que ya ganaste algo, al menos tenés un conjunto nuevo de ropa interior. —Uno que no voy a usar nunca, porque me queda chico y es demasiado… demasiado. —¿Demasiado qué? ¿Revelador? —No, demasiado de… ¿cómo decilro?... emmm ¿puta? —¿Te parece? —Matías, es la primera vez en mi vida que me pongo un conjunto como este. Esto te lo digo para que entiendas que estoy tan comprometida como vos en esta nueva propuesta de trabajo… porque las cosas no están yendo bien. Lo peor de todo es que ni siquiera sé cuánto tiempo más van a poder seguir pagándome en el negocio de cosméticos; porque las ventas están decayendo. Me aterra la idea de quedarme sin trabajo, así que espero que esto funcione y que, aunque sea, nos den cincuenta euros por todas las fotos. Con eso me conformo.
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