Nicol obedeció, su hijo le indicó que se pusiera de pie justo frente al gran espejo que ella tenía en su habitación. Matías se paró detrás de ella, tan cerca que su pecho quedó contra la espalda de la rubia. —Bueno —dijo el chico—, agarrá el celu, ya tiene la cámara prendida. Ayudate con el reflejo del espejo, eso es lo que hacen la mayoría de las personas que se sacan selfies. Nicol consiguió sacar una foto de ella, con su hijo detrás. —No es tan difícil… —dijo la rubia con una sonrisa. —No, ¿pero qué tal si a la próxima foto le ponés un poquito de onda? Porque se nota demasiado que estás mirando el reflejo para encuadrar la foto. —Pero vos me dijiste que mire… —Sí, pero con onda… con sensualidad… como si estuvieras por mandarle la foto a un amante. Un amante que te va a pagar si la