Todo es normal, todo; incluso que los gatos parezcan hablar mientras maúllan, que a veces haga frío en el verano o que caigan torrentes en primavera; que tu novia te engañe con tu mejor amigo o que no apruebes las notas de la facultad aunque siempre tengas “excelentes en los exámenes”. Todo es normal, todo, excepto calentarte viendo a tu madre en pelotas mientras se masturba con el mango de un utensilio de cocina. “Joder.” Sucedió hace rato, apenas dos horas atrás, y no lo he podido digerir. Me siento excitado. Me siento culpable. Me siento bien. Me siento mal. Todo es tan raro. Tan perverso y tan extraño. No puedo dejar de pajearme desde entonces. No puedo olvidar su carita de viciosa ni lo que hacía con esa cosa que tenía en sus manos. Mi nombre es Santi, bueno Santiago, pero me dic