—¿¡Por qué me pegas!? —exclamó Gabriel furioso, apretando los dientes—. Ya se te hizo costumbre —bufó, sobando su mejilla. —He permitido que me hagas la vida imposible, incluso, me he armado de paciencia para soportarte —suspiró—. Pero jamás, escúchame bien, jamás, voy a permitir que le hagas daño a mi hermano —gritó. —¿Estás loca? —cuestionó—. Conocí a Timmy por casualidad. —Claro, así como por casualidad me ofreciste ese estúpido trato, para que renuncie a la herencia. Una coincidencia, ¿no? —Aunque no lo creas, eso fue —aseguró—. Y creéme, tampoco te quiero cerca de mí. Ese estúpido trato, como tú lo llamas, es la mejor solución para terminar de una vez por todas con está ridícula situación. —Lo consultaré con Leonard y después te daré una respuesta —Lo retó y se dió la vuelta