Salió de la residencia y se encontró de frente con Gabriel. —¿¡Qué haces aquí!? ¡No te quedó claro, que no quiero que te metas en mi vida privada! —exclamó Allie, fuera de sí. —Soooo, gatita —respondió Gabriel, levantando ambas manos en son de paz, intentando calmarla—. No te creas tan especial, no he venido por ti —Allie frunció más el ceño y Gabriel no pudo evitar perderse en esos ojos verdes, con los que incluso, había soñado. —¿Entonces? —exigió, poniendo sus brazos como jarras. —Venía a disculparme con el nieto de tu residente —contestó. La mandíbula de Allie se desencajó y cuando Gabriel intentó pasar por su lado, ella lo detuvo, sosteniéndolo de un brazo. Ese simple toque le provocó una electricidad extraña y se quedó viendo la mano de Allie. —Vicent no está, no vino a visita