Había pasado una semana, en la que Gabriel intentaba tocar el tema de los hijos siempre que tenía oportunidad con Allie, quien respondía a sus cuestionamientos sin titubear y sin darle la respuesta que él deseaba oír. Todo esto lo tenía confundido, ya que sabía que ella iba a visitarlo a casa de su madre cuando salía temprano del trabajo y no entendía por qué lo ocultaba. Por su mente pasaban todo tipo de argumentos, incluso pensaba que podría tener una mala relación con el padre y si el pequeño tenía alguna condición delicada, esa era una buena razón. El trabajo lo mantenía ocupado, porque al parecer, a Troy Anderson le había gustado lo suficiente su trabajo, como para pedirle varias sesiones más. —Gabriel —Saludó Faith, entrando a la cocina. —Hola, pequeña. —Mamá, estoy hambrien