Dos hendiduras estrechas se abrieron para los ojos, la cabeza palpitaba, su mandíbula temblaba; hinchada incluso rota. Este debe ser Niflheim, el mundo de la obscuridad. ¿Por qué estaba él allí y no en Waelheal? ¿No había muerto como una muerte de guerrero? Miró a través de las copas de los árboles y empezó: ¡la Estrella del Perro! ¿Qué? ¿Aquí en los dominios del Hel?
“¡Al fin! ¡El oso de invierno despierta!”
El martillo de Thunor golpeó su cráneo y su estómago se apretó para defenderse de la enfermedad que apretaba su garganta cuando Aelfhere intentó sentarse.
¡Baldwulf! ¿Aquí en la casa de la niebla? ¿Por qué?
¡Baldwulf! ¿Aquí en la casa de la niebla? ¿Por qué?Sus palabras se forzaron a través de su mandíbula inmóvil sonando como un gruñido de sabueso. “Viejo amigo ¿acaso estás…muert
