—Algo así —contestó Taylor—. ¿Qué piensas? Deberías considerarlo, te voy a pagar un millón de dólares, y luego, por cada trabajillo que hagas para mí te daré otra suma de dinero.
Al oír la propuesta de Taylor, una sonrisa burlona se dibujó en el rostro de Emery, haciéndola lucir espléndida. Ella ni siquiera tuvo que pensarlo, lo rechazó de inmediato.
—Lo siento, no hay trato —exclamó manteniendo su sonrisa.
Al principio, Taylor tenía mucha confianza en su oferta; creía que, dado que Emery necesitaba mucho dinero, ella aceptaría al instante. Sin embargo, no necesitó ni un segundo para negarse.
—Emery, ¿estás loca? —preguntó Taylor confundido.
—Le pediste a Sofia que drogara mi vino, usaste tus trucos para llevarme a la cama de tu hermano mayor y, además, me trataste como u
