CAPÍTULO DOCE Gwendolyn saltaba a través de un campo de verano de flores, lleno de color, su padre, joven y vibrante y saludable, estaba a su lado. Ella era joven, tenía tal vez diez años, y él la arrojó al aire y la columpió mientras saltaban. Ella reía a carcajadas, encantado de estar aquí con él. Él también rió, tan despreocupado, con un profundo sonido tranquilizador. Ella se sentía tan segura, a salvo en el mundo, como si nada pudíera cambiar alguna vez. El campo estaba inundado de la luz del sol, la más brillante que jamás había visto, y cuando lo miró, él parecía más joven y más feliz que nunca. "Estoy muy orgulloso de ti, hija mía", le dijo. Sonriendo ampliamente, se agachó y la levantó, agarrándola de los brazos y levantándola en el aire, tal como lo había hecho cuando era una