"¿Escondiéndote otra vez?", se escuchó una voz.
Gwen sintió de inmediato repulsión por el sonido de esa voz. Se volvió lentamente, pero no necesitó dar la vuelta completa para saber quién era. Reconoció esa voz, y sintió un hoyo en su estómago. Al ver su rostro despreciable, confirmó sus sospechas: Alton.
Gwen no lo podía creer. Estaba ahí, ese aristócrata despreciable, esa excusa de hombre, a quien odiaba más que a nada; aquí estaba el muchacho que había intentado separarla de Thor, que le había llenado la cabeza con mentiras, que le había molestado la mitad de su vida. De alguna manera, la pequeña comadreja había seguido a su caravana hasta aquí, y de alguna manera había logrado hablar con los guardias para que lo dejaran pasar. Ella no estaba sorprendida: era persistente, implacable y
