Capítulo 8

2384 Words
POV de Jo-anne Llamar a su nuevo empleador, Ji Ah, e intentar explicarle que ya no era posible ir a trabajar para ella en la galería de arte no fue divertido. Había estado realmente emocionada por este trabajo, y se habían tomado muchas medidas para asegurarlo, no solo entrevistas, sino contratos y llamadas telefónicas a Alfa Damien. Quien no aprobaría nada ni siquiera consideraría un contrato hasta que recibiera confirmación de conseguir un trabajo. Ahora lo único que podía decirle a Ji Ah era que, debido a circunstancias imprevistas en casa, ya no podía aceptar el trabajo y disculparse profundamente. Jo-anne también tuvo que llamar al director de la galería de arte, quien estaba exhibiendo su propia exposición de arte, y disculparse con él  también, eso no le cayó nada bien. Jae Hwa se enfadó bastante con ella porque Jo-anne debía estar allí ya, su exhibición debía abrir pasado mañana. Jae Hwa canceló por completo la exhibición de Jo-anne. Insistió en que había incumplido su contrato e informó, sin lugar a dudas, que Jo-anne debería pagar el precio total de la instalación, desmontaje, almacenamiento y embalaje, además de enviarlo de vuelta a los Estados Unidos. Entre otras cosas, y además había una tarifa por romper el contrato. Jo-anne se sentó en la cama y escuchó, ella exigió una dirección a la que enviar la factura. Jo-anne actualmente no tenía una dirección de facturación y lo único que podía hacer era enviarla de vuelta a la manada a nombre de Westley Carlton. Su nuevo Alfa. Era culpa suya que esto hubiera sucedido, así que él podía pagar la factura, lo cual sabía que iba a ser de miles de dólares. Si no le gustaba, su padre tendría que intervenir y solucionarlo, considerando que en realidad era el contrato de su padre el que Westley había violado. Su apartamento era otro desastre. Alfa Damien ya había pagado por el primer y último mes de alquiler y ahora parecía que perdería todo ese dinero también. Todo porque su hijo le había ordenado al Alfa que ella, aparentemente, no pusiera un solo pie en Corea, y se encontraba incapaz de poner un pie en el suelo sin sentir un dolor agonizante en todo su cuerpo. Le rogó al agente inmobiliario que enviara todas sus cosas de vuelta a la dirección de la manada, no pudo pagar en el acto y les pidió si podían hacerlo contra r*******o, la respuesta fue —no—, así que luego tuvo que pedirles que llamaran a su contacto en los Estados Unidos, su antiguo Alfa, Damien Carlton, y solucionarlo directamente con él. Les aseguró que él lo solucionaría y entonces rezó para que así fuera. El hombre probablemente no tendría otra opción, ya que había violado su propio contrato, aunque sí sabía eso o no en este punto era otra cuestión por completo. Su teléfono había sonado varias veces, números desconocidos para ella, así que los había rechazado cada vez. Tenía cosas más importantes de qué preocuparse y no iba a lidiar con estúpidos telemercaderistas o llamadas de broma. Salió de su habitación de hotel y se dirigió hacia la ciudad, tenía que encontrar un lugar más barato para quedarse y reservar una habitación en la ciudad. Un lugar con un acceso más fácil al transporte público para poder viajar hacia y desde el trabajo una vez que consiguiera uno. Había pensado en regresar a la manada, pero con lo que había sucedido entre Clova y Volt, no creía que fuera una buena idea en absoluto. Jo-anne no tenía idea de lo que había sucedido entre West y Miranda después. Solo podía imaginar una gran pelea, y no se le había escapado a Jo-anne que Miranda era una loba de sangre real, así que no quería pelear con la mujer. No había forma de que Clova ganara, eran solo hija de un patrullero, nada especial. Obviamente se disculparía, pero no podía explicar por qué sucedió, Volt fue el responsable hasta donde ella sabía. Volt quería aparearse con Clova y la había acosado para hacerlo. Si West admitiera eso a su compañera, ella no tenía idea. Pero no era como si pudiera hacer que su compañero fuera suyo. Él era el Alfa. Nadie podía hacer que él o su lobo hicieran algo que no quisieran. Eso debía estar a su favor, ¿verdad? Así que por ahora, tenía la intención de quedarse ahí en Singapur, aunque realmente necesitaba encontrar trabajo rápidamente. Había enviado por correo electrónico a Steffan Lang esas fotos de su esposa junto con una factura, ya que él había insistido en pagar por ellas, y él le había enviado un correo electrónico esa tarde confirmando el p**o, así que tenía unos cientos de dólares más a su nombre. Pasó la tarde en un cibercafé tratando de encontrar un lugar barato donde quedarse hasta que pudiera conseguir un trabajo, probablemente tomaría una o dos semanas, y reservó una habitación en un lugar llamado Fragrance Hotel-Oasis, luego, para ahorrar algo de dinero, fue caminando hasta el lugar, un camino muy largo, pero para ahorrar dinero, se registró y se dejó caer en la cama un poco exhausta por la larga caminata y arrastrando su maleta detrás de ella todo el camino. Se despertó y encontró su teléfono descargado y no tenía forma de cargarlo. Tuvo que ir a buscar una tienda para comprar un adaptador de corriente para conectarlo en el enchufe de la pared, cargar su teléfono y conectar su computadora portátil, luego se sentó y comenzó a buscar trabajo. Había buscado a Steffan Lang. Era el CEO de una gran compañía de publicidad. Se preguntó si el hombre tenía algún uso para sus habilidades, miró la información de la empresa y el proceso de contratación. No había nada anunciado, pero pensó que no estaría de más enviar su portafolio. Ya había hablado con el hombre en persona y él le había pedido su tarjeta de negocios. Abrió su portafolio de Lingüística e Idiomas, lo tradujo al mandarín, y envió ambas versiones, inglés y mandarín, al departamento de recursos humanos de la empresa. Luego hizo exactamente lo mismo con su portafolio de Artes, por si hubiera una vacante para fotógrafa dentro de la empresa. Nunca se sabe. Envío un correo electrónico corto al propio Steffan Lang, para explicarle lo que había hecho y esperaba que considerara su solicitud en caso de que hubiera una posición disponible. Rogaba que no pensara que estaba cruzando límites, pero ¿qué daño podría hacer realmente? Solo podría decir que no, en el peor de los casos. No esperaba recibir respuesta. Imaginaba que él era un hombre muy ocupado. Buscó algunas galerías de arte locales y decidió pasar el resto del día con su cámara. Llegó a la Galería Cuturi y pasó una hora y media admirando las hermosas obras de arte. Tomó varias fotos desde el patio al aire libre del barrio circundante. Luego se fue a buscar la Calle Aliwal para ver el arte callejero por el que era famosa, y tomó algunas fotos más. Le encantó, era tan brillante y colorido. Después fue a un lugar llamado El Museo de la Cámara Vintage. Después fue a los Jardines de la Bahía y pasó el resto del día asombrada por el hermoso parque y por los árboles solares de Singapur, lo más hermoso que había visto. Caminó por todos lados, se detuvo a comer en un camión de comida local y esperó a que anochezca para ver todo brillante, en todo su esplendor. Era tan hermoso de día y de noche. No podía dejar de sonreír, ni siquiera le importó cuando empezó a llover. Oh, definitivamente volvería aquí, probablemente pasaría mucho tiempo aquí simplemente sentada con su cámara. Se detuvo a responder su teléfono, cuando fue empujada por una pareja que se apresuraba para evitar la lluvia, cayó y se raspó la rodilla, hizo un gesto a la pareja, sonrió y aceptó sus disculpas. Sabía que Clova la sanaría enseguida.  —Hola —logró contestar el teléfono. "Señorita Morris, soy Steffan Lang". —Buenas tardes, Sr. Lang —lo saludó. "Gire a su derecha", le dijo él. Jo-anne volteó a mirar hacia su derecha y lo vio parado junto a un auto con un paraguas en la mano, sonrió y levantó la mano hacia él. "Sígame. Mi esposa Eu-Meh te vio, estábamos aquí. Es su lugar favorito". Jo-anne asintió. —De acuerdo —se acercó a él, su esposa le sonrió mientras él abría la puerta del auto. —Entra, Jo-anne, quería preguntarte algo —le dijo Eu-Meh. —Por supuesto. —Súbete, iremos todos juntos a cenar —dijo Eu-Meh con una sonrisa. —Estoy un poco mojada —le informó Jo-anne, mientras había estado paseando bajo la lluvia. —No importa —Eu-Meh lo pasó por alto. Jo-anne subió al auto y se abrochó el cinturón de seguridad. Steffan se puso al volante y se alejaron.  —Es muy hermoso aquí —Jo-anne sonrió. —Es mi lugar favorito… —ella le sonrió—. Noté que estabas tomando fotos. —Estoy bastante segura de que saqué algunas fotos geniales hoy y esta noche —Jo-anne la miró directamente—. ¿Quieres verlas? Eu-Meh rió suavemente. —Nada se te escapa, veo. Jo-anne rió, encendió su cámara y se la movió para que Eu-Meh pudiera ver las fotos que había hecho. Parecía que había tomado muchas. Ni siquiera Jo-anne se había dado cuenta hasta ahora de cuántas había tomado. Simplemente se dejó llevar y capturó lo que le llamaba la atención sin preocuparse por nada más. Comieron en un restaurante llamado LAVO, un lugar italiano, y Steffan parecía lo suficientemente contento como para dejar que ella y Eu-Meh conversaran, miraran las fotos y discutieran la opción de que Eu-Meh le comprara algunas. Luego insistieron en llevarla de regreso a su hotel. Steffan levantó una ceja. Ella solo encogió los hombros. —Fondos limitados —le explicó. Él asintió. —Investigué sobre ti. Una exposición de Arte Coreana a punto de comenzar. —Desafortunadamente, se cayó a última hora. Pero sí, se suponía que había una. —Ven a mi oficina mañana, trae esas fotos para que las vea. Necesito un regalo para Eu-Meh. —De acuerdo, ¿a qué hora? —Estoy libre a las 2 pm. Jo-anne asintió, le dijo que estaría allí y entró en el hotel, se acostó en su cama y sonrió para sí misma. Qué gente tan amable. Ya había pagado por las fotos y ahora, por casualidad, podría vender algunas más. Cargó todo de su cámara a su computadora portátil, las revisó, seleccionó todas las que le habían gustado a Eu-Meh y luego agregó algunas más que también le gustaban a ella. Sonrió viendo las que había tomado con niños soplando burbujas y divirtiéndose, había capturado algunas burbujas flotando frente a los árboles gigantes. Eu-Meh no había visto esas fotos, así que las agregó al archivo. A Jo-anne realmente les gustaron, hermosas, casi mágicas, definitivamente caprichosas, ella podría enmarcar una o dos ella misma para ponerlas en su lugar cuando obtuviera una, incluso podría pintar una, pensó, o 2 o 3. Realmente le gustaron, podría hacer toda una serie, pensó, solo para ella. Llegó a la oficina de Steffan Lang diez minutos antes, sin querer llegar tarde, para dar una buena impresión. Él asintió con la cabeza cuando la llevaron a su oficina, sin sonreír, notó que era todo negocio, probablemente muy ocupado. Jo-anne también se mantuvo profesional. Él miró las fotos y seleccionó algunas de ellas, le dijo de un lugar donde podría hacer que las imprimieran allí mismo en el edificio y que le gustaría tener una de ellas enmarcada hoy. Conocía un lugar, pero ella tendría que quedarse, esperar, y luego traérsela de vuelta. Era el cumpleaños de Eu-Meh y saldrían a cenar. Preguntó si podría llevarla directamente al restaurante una vez que estuviera enmarcada. Jo-anne asintió, luego miró su atuendo, pantalones grises y una blusa azul, y se preguntó si era adecuado para caminar por el tipo de restaurante al que probablemente llevaría a su esposa para su cumpleaños. —Tendré un vestido listo para ti y estoy seguro de que a Eu-Meh le encantaría que te quedaras a tomar algo antes de que ella y yo cenemos. —Gracias. Le dieron los detalles del lugar de enmarcado y le informaron que le enviarían un auto.  —Solo estoy cuidándote, en un país nuevo en el que estás —agregó. Jo-anne le dijo que no era necesario, pero él insistió, viendo que él era el que tenía prisa con el trabajo. Ella no discutió. Solo lo dejó. —Enviaré al conductor a recoger el vestido mientras esperas el enmarcado. Ya he llamado y te están esperando. —Gracias —le sonrió. El hombre parecía gustarle salirse con la suya y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para sorprender a su esposa. Era muy dulce. Salió en su misión sonriendo para sí misma, era bueno trabajar, parecía que la buena suerte estaba de su lado. El vestido que le proporcionaron era tipo A, escote en V, un vestido de cóctel asimétrico de gasa con un volante en un tono topo vintage, según decía la etiqueta. Era muy bonito. Llevaba unos pequeños zapatos de tacón negros, así que iban bien con el vestido. Comprobó su aspecto, llevaba el pelo recogido en una coleta, se la soltó y se hizo una trenza suelta que caía por el lado derecho de su cuerpo, tirones suaves para hacer las secciones más grandes, dejando la trenza ordenada alrededor de su rostro. Recogió la foto enmarcada y se dirigió al restaurante. La llevaron a la mesa donde estaban sentados tanto Steffan como Eu-Meh, ella se sentó y les sonrió, entregándole la foto enmarcada a Steffan, que parecía disculparse. —¿Qué pasa? —le preguntó. —Lo siento mucho, Jo-anne... No tuve otra opción. Frunció el ceño, sin entender qué quería decir o qué estaba pasando. Volteó a mirar a Eu-Meh, que parecía un poco nerviosa para ser honesta. Entonces sintió una mano deslizarse por su cuello hasta el lugar de su marca, y luego unos labios cerca de su oído susurraron. —Jo-anne —la voz de West llenó su oído y su aroma la envolvió.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD