POV de West
West sabía que ella estaba allí afuera haciéndole fotos, podía escucharla hablando en voz baja con algunas de sus amigas, parecía que había retomado justo donde lo había dejado con ellas también. Escuchó cómo se reía suavemente un par de veces, mientras él estaba de pie en el escenario del salón de baile, recibiendo su título oficial. Ahora era el Alfa real de esta manada. Ahora era su manada.
Su padre lo había postergado durante mucho tiempo, decía que quería esperar hasta que West encontrara a su compañera destinada, para que esta manada pudiera ser fuerte bajo su liderazgo. Pero los años pasaron y West nunca la encontró, había asistido a muchas fiestas de apareamiento y visitado muchas manadas. Incluso habían tenido fiestas de apareamiento aquí y había visto a muchas lobas sin aparear durante las lunas llenas, pero parecía que no era ella.
Quizás la perdió al estar apareado con Jo-anne durante esos dos años. Es muy posible que la pudiera haber encontrado durante esos dos años y como estaba apareado con otra, ni siquiera lo sabría, y ella tampoco lo sabría. West también tenía otras ideas al respecto, pero nunca las había expresado.
Cuando se encontró con Miranda hace dos años, ella se metió en su cama y lo cabalgó duro y rápido con todo lo que tenía. De la nada, ella quería irse a casa con él después, él la dejó y ella se le acercó, lo folló bien y correctamente y él simplemente se la quedó. Cuando él llegó a casa con ella siguiéndolo, su padre le hizo la pregunta.
—¿Es ella?
—No —fue la respuesta de West.
Pero dos años después, ella todavía estaba en su cama, durmiendo en su suite todas las noches. Solo cuando estaba fuera por trabajo o en otra manada encontraba a otra para llevar a su cama.
A menudo hacía eso, no le era fiel en absoluto.
No impresionaba mucho a su unidad, ellos también esperaban que él marque y se empareje con Miranda, todos menos T.J. Ese hombre sabía que no lo haría. Era el único que lo entendía, entendía sus razones, T.J. ni siquiera parpadeaba cuando West llevaba a una loba de otra manada a su cama. Si la mujer estaba dispuesta, ¿por qué no? De vez en cuando compartían a una loba.
Heath se puso frente a él y West quería arrancarle la cabeza al hombre, dos años de su vida arruinados porque este hombre se había negado a permitirle rechazar a su hija, después de lo que había pasado. Una parte de West entendía la necesidad del hombre de proteger a su hija, pero la forma en que lo había hecho había sido muy incorrecta en la mente de West.
Su madrastra, Karen, lo siguió y ya no pudo contener su ira. Esta mujer era una criatura ansiosa de dinero si alguna vez hubo una. Pasó dos años gastando el dinero de la manada como si creciera en los árboles, al igual que sus dos hijas, parecían ser igual que su madre.
La única cosa satisfactoria, la única cosa que le dio gran placer y alegría, fue acechar y entrar en esa maldita mansión de ellos junto al lago, una casa que Karen exigió conseguir como parte de ser madre de la futura Luna. La mañana del decimoctavo cumpleaños de Jo-anne. Y esperó, hasta ese día, esperó toda la noche, acechó y esperó, sabía que su hora de nacimiento fue en las primeras horas de la mañana, acechó al amanecer y pateó la maldita puerta, casi la tumbó.
Les informó que Jo-anne lo había rechazado oficialmente y que su vínculo de apareamiento había terminado en el momento en que cumplió 18 años, que ella había dejado la manada por su propia voluntad y los había degradado en el acto, devolviéndolos a la nada de donde habían venido.
Les dijo que se fueran al diablo, de la casa y regresaran a su antiguo hogar donde pertenecían o que abandonaran por completo la manada. Los ojos de Karen casi salieron de sus órbitas, aunque todavía tuvo la osadía de decirle que todas sus cosas, indicando todas las cosas vistosas que había comprado, no cabrían en esa casa.
Así que él se quedó con todo eso y los envió lejos sin nada. Luego prendió fuego a la maldita casa, se quedó allí y la miró arder, no permitió que nadie lo apagara, sí, la contuvo para evitar que afectara al resto de la manada, pero no dejó que dejaran de arder, y luego, cuando no quedaba nada, se alejó de allí.
Hasta el día de hoy, hay un parche quemado de tierra allí, sin construcciones. Su padre dejó que los adolescentes la usaran para las hogueras los fines de semana. El lugar aún sigue ardiendo regularmente.
No sorprendió a su madre ni a su padre que les hiciera esto o que incendiara la casa, en realidad parecían aliviados. Aunque les gustaba Jo-anne, ellos también habían tenido suficiente de su familia codiciosa y sus constantes demandas. Esa maldita familia pensaba que el dinero crecía en los árboles.
Cuando finalmente llamaron el nombre de Jo-anne y ella subió al escenario, llevaba pantalones de gasa color crema y una blusa de seda rosa con mangas cortas, su cabello estaba recogido en un moño suelto en la parte superior de su cabeza, había algunos mechones sueltos enmarcando su hermoso rostro, T.J. tenía razón, se había convertido en una mujer encantadora. Nuevamente llevaba tacones pequeños y maquillaje.
Nunca se había vestido así cuando estaban juntos, siempre llevaba jeans y camisetas, o pantalones cortos y camisetas, solo tenía un vestido cuando se mudó y solo lo usaba cuando se lo decían para ocasiones de mayor rango, ni siquiera era un vestido formal, un simple vestido de sol azul oscuro. Jo-anne nunca había comprado nada con su dinero, ni siquiera había usado la tarjeta que le había dado, con fondos ilimitados en ella. La puso en un cajón junto a la cama y la dejó allí. No la quería. Ni siquiera había firmado la tarjeta. Nunca le había preguntado por qué.
Vio que tenía un tatuaje en el cuello y casi pierde la compostura, quería agarrar a la mujer y sacudirla por hacer eso, arruinar su piel de esa manera. Apenas logró contener su rabia al respecto.
Escuchó a las personas de su manada:
—¡Dios mío, es Jo-anne!
—¿Qué hace aquí?
—Aunque West ya la haya echado.
—Sorprendente que tenga el valor de volver otra vez.
Tomó esa ira sobre su tatuaje y se enfrentó a la manada, gruñó hacia todos ellos, su aura de Alfa emanando de él, esto ya era lo suficientemente difícil sin tener que escucharlos, que se callaran de una vez. No necesitaba escuchar lo que pensaban de ella. No tenían idea de nada de lo que había sucedido entre él y ella, y así se quedaría.
Miranda tampoco tenía idea de quién era Jo-anne para él. Nunca lo había mencionado, quién había sido su compañera anterior. La había visto mirar su marca cicatrizada muchas veces, pero la mujer era lo suficientemente inteligente como para no hacer preguntas, probablemente por cómo se veía su rostro cada vez que la atrapaba mirándola, era más que suficiente para que no lo hiciera. Siempre lo enfadaba cuando ella la miraba fijamente.
Ahora seguramente empezaría a hacer preguntas que él no quería responder, y tampoco tenía intención de hacerlo. Probablemente obtendría una respuesta muy vulgar de él al respecto, sin ambigüedades. Si era lo suficientemente inteligente, la dejaría en paz. Si esperaba que él empezara a gritarle y se convirtiera en el blanco de su ira, bueno, eso era problema suyo.
Jo-anne le tendió la mano, la palma hacia arriba como los demás habían hecho. No quería cortarla, había visto suficiente de su sangre como para toda una vida, podía sentir su mandíbula apretándose mientras la miraba, a sus ojos grises claros. Parecían un poco diferentes, un poco más plateados en los bordes exteriores y definitivamente tenían destellos plateados en ellos, brillaban bajo la luz intensa.
—Está bien, Alfa —su voz era suave pero reconfortante. No le gustaba la forma en que lo llamaba Alfa, siempre lo había llamado West o Westley—. Si no quieres, entenderé si deseas volverme una loba renegada.
West estaba listo para estrangularla por decir eso, justo aquí frente a todos, y de repente le quedó claro que en realidad cada palabra suavemente pronunciada la pensaba, estaría bien con eso, y tampoco lo juzgaría.
¿Quién era ella ahora?
El ambiente en todo el salón de baile cambió. Lo podía sentir. El silencio que había obtenido al gruñirles a todos, ahora era más intenso, todos estaban esperando que lo hiciera. Se dio cuenta de que toda su manada, no solo pensaba que lo haría, sino que esperaban que lo hiciera con ella, que era su total intención, por eso la había dejado hasta el final para que todos pudieran verlo.
West se quedó mirándola, sin poder creer que pudiera estar bien con esto, luego la vio bajar la mano lejos de él. También estaba esperando esto, se dio cuenta, la dolorosa decepción lo tocó.
¿Era esto lo que ella quería de él?
—Iré a Corea del Sur mañana de todos modos. Está bien, Alfa.
La ira creció en él, blanca y ardiente, al escuchar esas palabras, y no solo en él, también en Volt, su lobo. Parecía que estaba furioso por su salida de la manada después de haber llegado a casa.
Apenas está aquí por un día y ya está planeando irse.
¿Quién demonios le dijo que podía irse, mudarse al extranjero así como así? Él no lo había permitido y no lo permitiría bajo ninguna maldita circunstancia. Finalmente había regresado a la manada, y aquí se quedaría malditamente.
Su mano se extendió y agarró su muñeca.
—Exijo que me des tu lealtad —declaró al instante. Pasó la hoja de la navaja agresivamente por su palma. No pudo evitarlo. ¿Cómo se atrevía a regresar solo para dejarme de nuevo?
Vio que sus ojos se abrían mucho por sus acciones, se volvió para mirar su palma. Sabía que estaba goteando sangre por todos lados, también sabía que no se cerraría y sanaría hasta que ella le diera su lealtad y él lo aceptara. Escuchó a su padre jurar en el fondo frente a todos, por lo que había hecho. Bueno, aún quedaba más juramento, pensó enojado.
—Juralo —le ordenó el Alfa, su aura se extendió hacia ella, aunque solo un poco, lo suficiente para conseguir lo que quería de ella en ese momento.
Sus ojos volvieron directamente hacia él. Aún lucían muy sorprendidos, luego ella le juró lealtad, no porque quisiera, sino porque él le había ordenado hacerlo. No se supone que se haga de esta manera, se supone que todos los miembros de la manada lo hacen de manera voluntaria, pero él lo hizo y no permitiría que se fuera.
La miró fijamente, enfadado de que se atreviera a regresar solo para decirle que se iba de nuevo. No lo toleraría. La atrajo hacia él, su cuerpo a escasos centímetros del suyo, podía sentir su calor corporal, se inclinó y acercó su boca a su oído.
—No abandonarás esta manada, Jo-anne —su voz era apenas un susurro, su padre y Beta podrían haberlo escuchado si estaban esforzándose por oír. Era solo para ella—. Te prohíbo que pongas un solo pie en Corea del Sur.
Sabía que tenía una exposición de arte a punto de lanzarse allí, sabía mucho sobre ella. Vio todos los malditos contratos que alguna vez se habían hecho entre ella y su padre. Sabía cuántos otros Alfa machos habían ido a ella, emparejados y sin emparejar. En realidad, lo odiaba. ¿Quién sabe cuántos de esos malditos Alfas sin compañeras intentaron acostarse con ella o lo habían hecho? Mirándola ahora, era muy atractiva y a los Alfas les encantaba follar con cualquier cosa dispuesta a hacerlo. Él sabía que era uno.
West retrocedió, se cortó la palma de la mano tan enojado como lo había hecho ella y la puso contra la suya. Su sangre se mezcló con la de él, realmente sintió un poco de alivio que lo envolvió, ahora tenía el control sobre ella y sus acciones. Ella le pertenecía, uno de los miembros de su manada para hacer lo que se le dijera. No iba a dejarla ir, nunca iba a suceder. ¿Quién sabe con qué demonios se iba a topar allá afuera en el mundo humano?
—Bienvenida a casa, Jo-anne —dijo y lo dijo en serio, de repente se sintió tranquilo. Por una vez, no había ira en sus palabras en lo que respecta a ella—. Acepto tu juramento —el lazo entre Alfa y m*****o de la manada se conectó y él soltó su mano al instante.
Se dio la vuelta para enfrentar a su manada, para dar el discurso que su madre había escrito para que la manada supiera que haría todo lo posible para liderarlos, hacer prosperar a la manada y mantenerlos a salvo.
Anunció algunos planes nuevos que él y su padre habían discutido, sobre el nuevo negocio que había comenzado y que pronto estaría en marcha. Una aerolínea privada exclusiva para los lobos, con sede en Olympia, ya estaba en marcha y todas las manadas, incluso las no aliadas, podían usarla una vez que se firmara un tratado antes de cada vuelo por cada m*****o que quisiera volar con su empresa.
El consejo de lobos había debatido mucho sobre su aprobación y al final, todas las manadas recibieron una nueva propuesta y se les permitió votar sobre ella. La mayoría de los lobos que conocía odiaban volar en aviones humanos, eran demasiado estrechos y abarrotados para su tamaño y el ruido era horrible para su agudo oído. Sin mencionar el olor.
Ya tenían su propia terminal privada y 6 aviones listos. Todo se finalizaría para la próxima semana, ya habían agotado los vuelos y necesitaban más aviones.
West se alejó después de brindar y asentir al DJ para que comenzara la celebración. Comenzó al instante. Miranda estaba a su lado, entrelazando su brazo con el suyo, sonriéndole.
—Fuiste maravilloso.
—Mm —él la miró. ¿Qué veía ella en él, se preguntó?
—Cariño, necesitas ir a cambiarte la camisa, la sangre de esa chica está en ella —dijo, tocando su manga.
—De acuerdo —West asintió y se fue a hacer eso. De todos modos, quería un minuto para sí mismo. Había estado rodeado de personas todo el día, ni un segundo para él mismo, ni siquiera cuando se vestía, su padre había estado allí hablando sin parar, repitiendo lo que tenía que hacer por milésima vez.
Se quitó la chaqueta y la corbata, se desabrochó la camisa cuando vio un destello blanco afuera de su ventana moviéndose lejos de la casa de la manada hacia los bosques, se acercó y miró afuera.
—Clova... —de hecho, era una pequeña loba plateada, se vería blanca desde aquí y con la oscuridad a su alrededor, pero era una pequeña loba plateada, aunque ella también parecía un poco diferente, tenía ahora un pelaje oscuro en su espalda, West no estaba seguro si era Clova, ella nunca había tenido una raya oscura en la espalda antes.
"Es Clova". Volt se adelantó para verla mientras trotaba hacia los bosques y se dirigía hacia el sur, hacia el lago.
"No seas estúpido", le dijo West y se dio la vuelta, no podía ser, Clova era completamente plateada, sin nada n***o, "No es ella", le dijo a Volt.
Lo siguiente que West supo fue que Volt tenía completo control y corría por la casa de la manada, salió disparado en cuanto estuvieron afuera, y él la estaba siguiendo.
"Ya basta, Volt. Ella ya no es tu compañera", podía sentir a Volt empujándolo con fuerza hacia el fondo de su propia mente. Siempre habían estado en desacuerdo por esto. Parecían haber pasado 10 años y su antiguo argumento seguía siendo el mismo.
West luchaba por controlar a su lobo con todas sus fuerzas, pero ni siquiera estaba cerca de ganar. Su lobo observaba a Clova mientras ella corría persiguiendo conejos aquí y allá, olfateando y cavando, simplemente jugando en la noche, probablemente no tenía mucho tiempo para salir a vivir en la ciudad.
De repente, West estaba completamente curioso por saber cuándo Jo-anne había recuperado a Clova, y definitivamente era Clova, pero ese nuevo marcaje en su espalda, una línea de pelaje oscurecido que era nuevo. Definitivamente no lo tenía antes. Clova había estado alejada de Jo-anne durante los tres últimos meses que ella había estado aquí con ellos.
Volt se levantó y observó desde la distancia mientras Clova se detenía en el lago para beber y luego se tumbaba y miraba hacia el cielo. West podía sentir a Volt intentando comunicarse con ella, como solía hacerlo antes, pero ya no podía. Su vínculo y conexión habían sido cortados por Jo-anne el día en que lo rechazó.
Se acercó sigilosamente a ella, parecía frustrado porque no podía hacerlo, deseaba acercarse más a ella, intentarlo de nuevo. Vio a Clova girar y mirarlo directamente, notó que sus ojos eran diferentes, verdes con destellos de plata, al igual que los de Jo-anne ahora. Algo les había ocurrido en los últimos diez años, las había cambiado. Clova movió la cola hacia Volt y luego se puso de pie.
"Volt, no te atrevas a hacer lo que creo que estás a punto de hacer."
"Que te jodan, West", respondió su lobo.
West estaba luchando realmente, tratando de recuperar el control. Su maldito lobo iba a aparearse con Clova y lo sabía. Podía sentir la emoción creciendo en Volt por la perspectiva.
"No será lo mismo, Volt, y a ella no le gustará", le gritó a su lobo.
Volt lo ignoró mientras Clova inclinaba la cabeza ante él, mostrando respeto a su lobo Alfa. Escuchó a Jo-anne, ligeramente en pánico, a través del vínculo mental:
"West, ¿qué estás haciendo?"
"No soy malditamente yo", le respondió. Aún intentaba tener algún tipo de control sobre Volt, pero parecía que no tenía ninguno. Incluso ahora, mientras luchaba, podía sentir cómo Volt lo alejaba para mantener su propio control, para conseguir lo que quería.
Volt se acercó a Clova, la olfateó, puso su nariz justo en su sexo, para horror de West, lamió, y para su sorpresa, Clova no resistió en absoluto mientras Volt se colocaba sobre ella y comenzaba a aparearse. No había nada que pudiera hacer una vez que comenzara, no es que hubiera tenido suerte intentando detener a su lobo en primer lugar. También parecía que Jo-anne no tenía control sobre Clova en ese momento.
Los dos tuvieron que quedarse ahí, observar y esperar. Volt no se estaba conteniendo con Clova, la estaba apareándose furiosamente. No se había apareado con nadie en diez años y estaba tomando lo que quería, tanto como quería, y realmente lo disfrutaba. West podía sentirlo. Maldita conexión, también lo hacía sentir a él. Clova lo estaba aceptando todo, no intentó alejarse de Volt ni salir de debajo de él, como en los viejos tiempos, dejó que Volt la apareara continuamente hasta que estuvo satisfecho.
Volt no tenía ningún interés en la loba Alfa de Miranda, también era una loba hermosa, negra como Volt con el vientre blanco y cuatro patas blancas, pero ni siquiera se había rozado contra ella una vez. Sin embargo, con solo mirar a Clova, había perdido todo control, parecía.
Después, Clova se acostó en el suelo y Volt se sentó a su lado, moviendo la cola ligeramente. Estaba muy satisfecho consigo mismo y con el estado relajado de Clova. West podía sentir que Volt sabía que había satisfecho todas las necesidades de Clova, pero lo haría pronto de nuevo si ella estaba dispuesta.
Volt la miró, se alegró de verla, le gustaban las marcas en su espalda, parecían lunas. Durante todos estos años, Volt había pensado que Clova lo había perdido para siempre, al igual que West. Ahora ella estaba aquí, junto a él. Exactamente donde Volt la quería, parecía.
"Alfa, tu compañera. Lo siento", escuchó la voz de Jo-anne a través del vínculo mental, sonaba muy apenada a sus oídos. Se culpaba a sí misma, él podía darse cuenta, aunque no había sido culpa suya. La culpa era completamente de Volt.
"Olvídalo, Jo-anne", le dijo que esto no afectaría a Miranda de ninguna manera, ella no era su compañera como Jo-anne creía. "El problema es de Volt, intenta hacer que se vaya", dijo con calma, ya era demasiado tarde, no podía enfadarse con Jo-anne por esto, no era culpa suya y él lo sabía. Todos los miembros de la manada tenían permitido vagar por la manada en forma de lobo libremente en todo momento. Ella no había hecho nada malo. "antes de que él aparezca otra vez y lo hará, creo", le dijo sobre las intenciones futuras de su lobo, con la esperanza de que ahora Clova pudiera recuperar algo de control.
Volt aún no había cedido ninguno. Mantenía el control mientras Clova estuviese con él, parecía.
Escuchó su disculpa nuevamente, lo llamó Alfa nuevamente y lo detestaba.
Él y Volt observaron cómo Clova se levantaba y se alejaba. Volt la siguió hasta la casa de la manada, no porque fuera a aparearse con ella nuevamente, sino para observarla. También tenía los ojos puestos en otros lobos sin aparear, parecía. Protegiéndola. Aunque con la presencia de Volt, cualquier lobo sin aparear sería estúpido si intentara algo.
Era realmente extraño. Volt se dio la vuelta y se marchó en cuanto ella empezó a cambiar, parecía que no quería ver a Jo-anne desnuda, solo estaba interesado en Clova. Extraño, porque su lobo quería tanto a Jo-anne como a Clova. Se frotaba contra ella cuando era una niña más de una vez durante su apareamiento. Ella siempre le acariciaba la cabeza y le sonreía, siempre amable con su lobo. Incluso después de dejar de hablar con él, seguía sonriendo a Volt.
"No tienes permitido mirarla", le dijo Volt mientras salía corriendo hacia el bosque.
"No quiero... tú eres el que está confundido, Clova no es nuestra compañera", dijo West.
West volvió a su forma humana algún tiempo después y tuvo que caminar durante casi una hora de regreso a la casa de la manada, completamente desnudo. Se duchó y se tumbó en su cama, mirando fijamente el techo, Volt estaba profundamente dormido en su mente. ¿Qué diablos se suponía que debía hacer ahora? No tenía ni idea.
Aún estaba desnudo en la cama cuando Miranda entró y se desnudó, se metió en la cama.
—¿Quieres que me ponga a cuatro patas? —su mano deslizándose por su cuerpo para tocarlo.
West apartó su mano.
—En realidad, no.
—¿Qué? Pero ahora eres el Alfa. Vamos, tan duro como quieras y como desees —afirmó.
West no entendió mal su significado, ella lo aceptaría por el culo si él quería hacerlo de esa manera.
—No. Ve a dormir —y se dio la vuelta alejándose de ella. No quería que ella lo tocara en ese momento.
—¿Qué te pasa? —ella estalló, parecía enojada con él.
—Ve a follar con alguien más, si no estás feliz —West le contestó de inmediato.
—Eres… eres simplemente malo, West —ella salió de la cama y se fue de la habitación, completamente desnuda. No escuchó cómo se ponía la ropa.
Sabía que era malo, así es como la mayoría de la gente lo veía, —malo y cruel—, pero al menos estaba solo. Se preguntó brevemente si Miranda realmente iría a buscar a otro hombre para follar, cerró los ojos, no le importaba realmente, que lo hiciera.
Volt estaba profundamente dormido en su mente, pero aquí estaba West despierto e incapaz de conciliar el sueño, iba a ser una noche larga, pensó.