Lena
—Tú y los demás tienen un propósito único, una conexión con el mundo mágico que va más allá de lo ordinario. No solo están destinados a cruzar los límites de lo posible, sino a redefinirlos. —las palabras del Mago resonaban en mi mente.
La Templanza añadió:
—Y en este camino, la clave no es solo la búsqueda del poder, sino cómo lo equilibras con la sabiduría y la comprensión. Tu corazón, tu mente, y tu alma serán igualmente importantes en las pruebas que enfrentarás.
Mis pensamientos giraban, tratando de asimilar la magnitud de sus palabras.
—¿Cómo puedo estar segura de que estoy tomando las decisiones correctas? —La duda teñía mi voz, un eco de la incertidumbre que sentía en mi interior.
—Confía en tu intuición, —dijo el Mago, —y en nosotros. Aunque no siempre estaremos visiblemente a tu lado, nuestra guía te acompañará en cada paso.
La Templanza, con una calma que sentí en el alma, concluyó:
—Y recuerda, en el equilibrio encontrarás tu fuerza. Las pruebas que enfrentes, los desafíos que superes, te forjarán y te revelarán el camino.
El Mago y la Templanza me sonrieron, sus imágenes desvaneciéndose lentamente hasta que solo quedaron las cartas en mis manos. Sabía que no estaba sola, que sus energías me acompañarían en cada paso de este nuevo y desafiante camino.
Las palabras de los Arcanos mayores se asentaron en mí con un peso y una calidez reconfortantes. Aunque muchas preguntas seguían danzando en mi mente, algo dentro de mí se tranquilizó, como si sus palabras hubieran encendido una luz en la oscuridad de mi incertidumbre.
—Gracias, —susurré, sintiendo una conexión profunda con ellos.
Justo cuando sus palabras comenzaban a asentarse en mi alma, creando un oasis de calma en medio de mi mar de dudas, el sonido de la puerta abriéndose rompió el encantamiento momentáneo.
Mi corazón dio un salto, y rápidamente guardé las cartas, una en cada bolsillo, como si al hacerlo pudiera ocultar la magnitud de lo que acababa de experimentar.
El rector de la academia se paró en el umbral, su figura imponiendo un respeto instantáneo.
Su cabello y barba, ambos de un blanco puro que resplandecía bajo la luz del pasillo, enmarcaban un rostro afilado, sus contornos hablaban de una vida llena de experiencias y desafíos superados. Sus ojos, claros y penetrantes, me escudriñaron por un momento, y sentí como si pudieran ver directamente a través de mí, leyendo mis pensamientos y emociones más ocultos.
—Lena, ¿verdad? —Su voz, aunque suave, llevaba una autoridad que llenaba el espacio entre nosotros. —Por favor, únete a nosotros. A fin de cuentas, estamos hablando de ti.
Sentí un escalofrío recorrerme al escuchar mi nombre en sus labios. Siguiéndolo hacia la sala, sentí una mezcla de nerviosismo y anticipación.
—Soy Alden Valthor, rector de la Academia Arcana —dijo, extendiendo una mano hacia mí, mientras llegaba a su lado.
—Es un honor conocerlo, señor Valthor —respondí, estrechando su mano con un intento de firmeza.
Miré a mi alrededor para observar mejor la sala del rector. El lugar era amplio y acogedor, con libros alineados en estantes que llegaban hasta el techo y una gran mesa en el centro, alrededor de la cual estaban sentados Elias, la profesora Moon, otros miembros del cuerpo docente que no reconocía, Nate y los otros chicos.
—Siéntate, Lena —indicó Valthor, señalando una silla en la gran mesa.
Me senté, intentando controlar el nerviosismo que se arremolinaba en mi interior. El rector se acomodó en su silla con una gracia.
—Como bien sabes, Lena, tu llegada a nuestra academia ha sido... poco ortodoxa, —comenzó a hablar, eligiendo sus palabras con cuidado, —dada la peculiaridad de tu situación, y considerando tu vinculación con un Arcano, es imperativo que completes el Ritual de la Llamada Arcana.
Mi mente daba vueltas. ¿Ritual de la Llamada Arcana?
—¿Disculpe? —dije, sin comprender del todo. —¿Así que ingreso oficialmente en la academia? ¿Sin una solicitud o algo así?
—Estás vinculada a un Arcano, Lena, no puedes irte... aunque lo quieras —dijo de forma indiferente, como si fuera una verdad incuestionable.
Sentí un escalofrío recorrerme ante la frialdad de sus palabras. La sensación de estar atrapada con una soga alrededor de mi cuello me dificultaba respirar.
El rector hizo una pausa, asegurándose de que tenía mi atención completa antes de continuar.
—Permíteme presentarte a tus compañeros de casa, quienes, espero, se convertirán en tus aliados y amigos en los próximos años.
Señaló a cada uno a medida que decía sus nombres, comenzando por los que ya conocía.
—Aquí está Elias Morrow, ya te has cruzado con él.
Luego, su mano se desplazó hacia Nate.
—Nate Callaghan.
—Julian Ambrose, —continuó, señalando al chico de cabello castaño. Julian me regaló una sonrisa amable y un asentimiento de cabeza.
La mirada del rector se movió hacia el otro chico, cuya presencia era tan imponente como calmada.
—Marco Ventura.
Luego, indicó a las chicas.
—Seraphina Vale, —dijo, refiriéndose a la rubia con una sonrisa que iluminaba la sala.
Finalmente, sus ojos se posaron en la otra chica, con expresión menos acogedora.
—Y Ravenna Blackwood.
Ella me miró con desprecio en su rostro, sus ojos recorriéndome de pies a cabeza.
—¿Con qué Arcano estás vinculada? —preguntó el rector, su mirada clara fijándose en mí con un interés renovado.
—La Templanza, —respondí, mi voz apenas un susurro.
No estaba preparada para revelar mi conexión con dos Arcanos, temiendo las consecuencias de tal admisión.
—No es así, —interrumpió Elias, su voz firme pero no acusadora. —Ella está vinculada al Mago.
Su corrección envió una ola de murmullos a través de la sala, y sentí cómo todas las miradas se intensificaban sobre mí.
Ravenna soltó una risa corta, cargada de sarcasmo.
—Claramente no sabe nada sobre nuestro mundo, —dijo con desdén. —Esto es ridículo. ¿Cómo se supone que alguien así pertenezca aquí?
Su irritación era evidente, y su disgusto hacia mi presencia era como una flecha a punto de ser disparada. Sus ojos, duros y penetrantes, me escrutaban con una mezcla de desdén y frustración contenida. Cada pequeño gesto suyo, desde la tensión en su mandíbula hasta los puños apretados a su costado, comunicaba claramente su desagrado.
Seraphina intercambió una mirada de preocupación con Elias, un silencioso intercambio que parecía lleno de preguntas no formuladas y posibles alianzas.
Me sentí pequeña bajo la intensidad de sus reacciones, la duda y la confusión enredándose dentro de mí.
¿Cómo podía explicar la verdad de mi situación sin revelar el encuentro con la Templanza y el Mago, sin exponer el misterio aún mayor de mi vinculación con dos Arcanos?
El rector levantó una mano, pidiendo silencio.
—Independientemente de las circunstancias inusuales, Lena ha sido traída aquí por una razón. El Ritual de la Llamada Arcana nos ofrecerá las respuestas que buscamos.
El ambiente en la sala cambió ligeramente, la tensión cediendo un poco mientras todos aceptaban sus palabras. Sentí un pequeño alivio, agradecida por el silencio que siguió a su declaración. Tomé un respiro profundo, intentando calmar mi mente.
—Espero que te adaptes, Lena, —dijo, su tono aún tenso mirándome directamente a los ojos —Porque aquí no hay margen para errores ni distracciones. Estás en un lugar donde cada acción tiene consecuencias... que no te gustaría saber.