Capítulo 44

1363 Words
Lena Pero entonces, en medio de mi desesperación, una chispa de recuerdo brilló en mi mente. La conexión que había sentido con el universo, la sensación de ser una con todo. La voz de Zirael resonó en mi mente: "La verdadera fuerza viene de aceptar todo lo que eres." Respiré hondo, tratando de calmar mi mente. Cerré los ojos y me concentré en esa sensación de unidad, dejando que mi magia interior fluyera a través de mí. Sentí una calidez envolvente, un poder que surgía de lo más profundo de mi ser. Abrí los ojos y levanté mis manos nuevamente, pero esta vez con una determinación renovada. Un destello de luz brilló desde mis palmas, y el demonio se detuvo, sorprendido. La luz se intensificó, envolviendo al demonio en un resplandor cegador. Sentí mi magia fluir con fuerza, una energía pura y poderosa que conectaba con el universo mismo. El demonio chilló de dolor, su cuerpo retorciéndose mientras la luz lo consumía. Sus garras se aflojaron, y con un último grito, se desintegró en una nube de cenizas que se disipó en el aire. Me quedé en el suelo, respirando con dificultad, pero sintiendo una oleada de triunfo y alivio. Me puse de pie lentamente, mi cuerpo aún temblando por la intensidad de la pelea. Pero había ganado, no solo contra el demonio, sino también contra mis propios miedos. "Continúa," susurró la voz de la Muerte en mi mente. Y así lo hice. Avancé por el laberinto con una nueva determinación. Las paredes seguían palpitando a mi alrededor, pero ya no sentía el mismo miedo. Cada paso que daba, mi conexión con mi magia se fortalecía, volviéndose más natural, más precisa. De repente, un nuevo chillido resonó en el aire, y dos demonios idénticos al primero emergieron de las sombras, con sus ojos rojos llenos de malevolencia. Sus garras brillaban con la misma luz siniestra mientras se lanzaban hacia mí. Esta vez, estaba preparada. Cerré los ojos por un momento, sintiendo la energía fluir a través de mí, conectándome con todo lo que yo era. Al abrirlos, levanté mis manos y canalicé mi magia, dejando que la luz brotara de mis palmas. Los demonios se detuvieron por un instante, sorprendidos por mi respuesta, pero no retrocedieron. Con un movimiento rápido, lancé un rayo de luz hacia el primer demonio, golpeándolo en el pecho. Chilló de dolor, su cuerpo retorciéndose mientras la luz lo envolvía. Sin detenerme, giré hacia el segundo demonio y repetí el movimiento, sintiendo cómo mi magia fluía con una precisión y una familiaridad que antes no tenía. El segundo demonio esquivó la luz y se abalanzó sobre mí, pero mis movimientos eran ahora más fluidos, más precisos. Cada vez que atacaba, lo recibía con un destello de luz que lo mantenía a raya. Mis golpes eran certeros, mis defensas más rápidas. La energía que sentía dentro de mí se había vuelto una extensión de mi propio cuerpo, respondiendo a mi voluntad con una facilidad que me sorprendía. El demonio logró acercarse lo suficiente como para rasgarme el brazo con sus garras, pero el dolor solo sirvió para intensificar mi determinación. Con un grito de furia, liberé una explosión de luz que lo desintegró en una nube de cenizas. Me quedé de pie en medio del laberinto, respirando con dificultad, pero sintiendo una profunda satisfacción. "¡Sigue adelante!" Gritó ahora la Muerte, podía sentir su poder extasiante dentro de mí. Respiré profundamente una vez más y comencé a correr. Cada paso resonaba en el laberinto, mis pies golpeaban el suelo al ritmo de mi corazón. Mis sentidos estaban agudos, cada fibra de mi ser enfocada en el objetivo que parecía tirarme hacia adelante. Acabé con más demonios en mi camino, cada uno cayendo ante mi magia, pero algo en mi interior sabía que esto era solo el preludio. Al final del camino, en un amplio claro rodeado por paredes que se alzaban como colosos, me estaba esperando un demonio enorme. Sus cuernos apuntaban al cielo rojo, sus ojos eran dos pozos de terror que parecían absorber la luz. Su piel negra estaba cubierta de cicatrices y runas, sus músculos tensos y listos para la batalla. Tragué saliva, el temor retorciendo mi estómago. No quería dudar de mí misma, pero la magnitud de esta criatura era abrumadora. Respiré hondo, intentando calmar el pánico que amenazaba con paralizarme. Tenía que confiar en mi poder, en mi conexión con mi magia y mis Arcanos. Grité, lanzándome hacia el demonio con todas mis fuerzas. Mi primer ataque fue un rayo de luz, dirigido hacia su pecho, pero el demonio lo desvió con un golpe de su brazo masivo, la energía se dispersó sin causar daño. Retrocedí, sorprendida por su agilidad. Antes de que pudiera reaccionar, el demonio se lanzó sobre mí con una velocidad impresionante, sus garras rasgando el aire. Intenté esquivar, pero fue demasiado rápido. Sentí sus garras atravesar mi costado, el dolor era agudo y punzante. Caí al suelo, jadeando, pero no me rendí. Me levanté de nuevo, lanzando otra ráfaga de luz, pero el demonio era más inteligente. Esquivó el ataque y me golpeó con su puño, lanzándome varios metros hacia atrás. Mi cuerpo impactó contra el suelo, el dolor irradiando por todo mi ser. Me levanté una vez más, pero cada vez era más difícil. El demonio avanzaba con paso seguro, disfrutando de su ventaja. Mis ataques parecían inútiles, y cada golpe que recibía debilitaba mi resolución. Estaba dándome una paliza, y por un momento, la desesperación me envolvió. "No... no puedo dejarme vencer," murmuré, apretando los dientes mientras me levantaba de nuevo. En ese momento, algo cambió. El cielo se partió en dos y, desde las alturas, un cetro dorado descendió, clavándose en la tierra frente a mí. Era alto, casi de mi estatura, con símbolos y runas antiguas grabadas en su superficie. Una gema en el centro brillaba con una luz que parecía llamarme. Extendí la mano, mis dedos temblorosos tocando el cetro. En el instante en que lo sostuve, una ola de poder me recorrió, llenando cada rincón de mi ser. Sentí la conexión con mis Arcanos fortalecerse, y supe que esta era el arma que necesitaba. El demonio rugió y se lanzó hacia mí, pero esta vez estaba preparada. Levanté el cetro, canalizando mi magia a través de él. La gema brilló intensamente y una explosión de luz pura salió disparada, impactando al demonio de lleno. Se detuvo en seco, su cuerpo retorciéndose mientras la luz lo consumía. Con un grito de furia, dirigí un segundo ataque, esta vez apuntando a su cabeza. La luz se intensificó, envolviendo al demonio en un resplandor cegador. Sentí la resistencia de la criatura desvanecerse, y con un último grito, el demonio se desintegró en una nube de cenizas. "Ahora si estás lista para volver" la voz de la Muerte en mi mente mientras él y mis otros Arcanos se materializaban frente a mí. La Muerte, con su presencia imponente y su voz profunda, me recordaba mi propia fuerza interior y la necesidad de aceptar todos los aspectos de mí misma. El Mago, con su sabiduría y destreza en la magia, me recordaba la importancia de seguir aprendiendo y creciendo en mis habilidades. La Templanza, con su equilibrio y armonía, me recordaba la necesidad de mantener la calma y la claridad en medio de la adversidad. El Ermitaño, con su sabiduría y conocimiento interior, me recordaba la importancia de la introspección y la búsqueda de la verdad dentro de mí misma. La Fuerza, con su valentía y determinación, me recordaba que siempre había sido más fuerte de lo que creía. El parque frente al lago reapareció ante mis ojos, pero aún podía sentir la energía pulsante de mis Arcanos zumbando a mi alrededor. A pesar de la gravedad de la situación, de la magnitud de lo que acababa de vivir, mis pensamientos no podían apartarse de un deseo egoísta y personal que ardía en lo más profundo de mi ser. "Lo tendrás, pequeña Lena", susurró una voz siniestra en mi cabeza, pero esta vez, la risa se mezclaba con una promesa, una promesa que alimentaba la llama de mi deseo.
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