-No, mi pequeña flor no llores por favor.-Me suplica Lysandro y siento que mi corazón se oprime en gran manera, lloró al sentir que no puedo aguantar más. Lysandro fue aquel al que siempre consideré mi lugar seguro, era la persona en la que podía decirle cualquier cosa y no me juzgaría sino que me aconsejaría sabiamente. Mi primer amor estaba frente mío consolándome, su cuerpo era igual de cálido que antes, su mano daba suaves palmadas en mi espalda. Lentamente mi llanto disminuye pero es algo que no podía contener por mucho tiempo. Al alejarme siento como el color rojo se apodera de todo mi rostro. Mi abuelo no sabe qué hacer y solo murmura un “los dejare solos” lo que silenciosamente agradezco.- -No puedo creer que seas tú.-Murmuró y Lysandro aparta mis lágrimas en un gentil gesto igual