Capítulo 1

1919 Words
 Capítulo 1: Olivia Fields: Primer día de trabajo, hace apenas una semana me había presentado en una entrevista en "Brothersharem, Company" y nunca pensé que me llamarían, no es por ser negativa simplemente que al acabar de graduarme estaba insegura de mis habilidades pero creo que le caí bien a la señora Hosh quien me atendió, al parecer el que sería mi jefe estaba en un viaje de negocios y la dejo encargada de las entrevistas siendo ella la que se retiraría, además tenía que encontrar una persona que coincidiera con las especificaciones requeridas para asi poder emplearla. —Buenos días —digo a la recepcionista en la entrada, ella como todas está vestida con ropa ejecutiva que consta de una camisa blanca manga larga, una falda gris, zapatos de tacón y el cabello recogido en un moño elegante. —Buen día Srita. Fields, suba al piso seis la están esperando—. Me indica, se encuentra detrás de un escritorio sencillo pero elegante igual a toda la fachada, un cuadro en una pared donde está la sala de espera y los sillones en n***o acompañados de una mesa de vidrio en el centro. Subo por el ascensor, quiero salir rápido de aquí ya que detesto los lugares encerrados, al abrirse las puertas salgo disparada por lo que no me percato de una persona que viene en sentido contrario y sin querer impacto contra ella por suerte ninguno de los dos nos caemos. —Disculpa. Mi mirada se dirige a la persona que acabo de atropellar, me consigo con un joven de ojos grises y cabello rubio, vestido con un traje n***o, su piel es blanca, mandíbula perfectamente cuadrada, creo que estoy inspeccionándolo por un largo tiempo, ya que en su rostro se curvea una sonrisa. —Disculpa. —Ya dijiste eso cariño—. Las mejillas se me calientan más de lo normal, siento que en este momento no puedo pensar en nada coherente para decir, su voz es igual de hermosa que él— ¿Trabajas aquí? —Sí, voy tarde—. Intento alejarme pero toma mi brazo. —El cascarrabias de tu jefe no se molestara por robarme un segundo de tu tiempo. —¿Él no es tu jefe también? —pregunto, pues se refirió a él con más confianza de la que debería. —No hermosa, es mi hermano —me aclara, sin dejar de sonreír —Lo que me convierte en tu jefe también. —Oh. No soy capaz de decir más nada, primer día y ya estoy atropellando a mis jefes. —¿Cuál es tu nombre? —Olivia, Olivia Fields. —Mucho gusto, Srita. Fields —dice dándome la mano, además de guapo, educado— Yo soy Zaid Harem. —Zaid, ¿Puedes dejar de coquetear con mi secretaria y terminar de irte? Una voz fuerte nos interrumpe, volteo para encontrarme con un hombre poco mayor que el que tenía al lado, unos dos años tal vez. —El cascarrabias habló —dice hacia mí —Hasta luego Olivia—. Me da un beso en la mejilla para despedirse y se pierde en el ascensor. —Sígueme —demanda mi jefe, no me esfuerzo en asentir siquiera pues ya me ha dado la espalda. Voy justo detrás de él, en este punto puedo examinarlo bien con la mirada sin que se dé cuenta, lleva un traje azul marino ajustado al cuerpo, a simple vista puedo notar que hace ejercicio, tiene corte militar y su color de cabello es marrón. Entramos a lo que entendí era su oficina, el estilo es moderno al igual que la recepción, sin cuadros, ni nada que me haga saber cómo es su carácter pero con lo que pude notar anteriormente es duro y autoritario. —Disculpa por las insinuaciones de mi hermano —dice sentándose detrás de su escritorio, me siento frente a él —Mi nombre es Nadir Harem y soy tu nuevo jefe. >. —Te explicaré como son las cosas aquí, hoy te lo dejaré pasar por ser mi hermano quien te retuvo, pero la próxima vez que no estés a tiempo en tu puesto de trabajo no me temblara el pulso para botarte—. Desde este momento he dejado de respirar>>. —Debes llegar antes que yo, eso quiere decir a las siete y treinta, deseo encontrar el café en mi escritorio sin que este frio y por último no me pase llamadas de nadie a menos que sean urgentes. >. —No me interesa saber su nombre, en algún momento me lo aprenderé, puede retirarse—. Me levanto aun aturdida y voy directo a la puerta sin decir palabra. —Otra cosa —dice llamando mi atención —Nunca me llame por mi nombre de pila, para usted siempre seré el señor Harem—. Luego vuelve a su computadora y yo me dispongo a salir. >. Es la primera pregunta que se forma en mi cabeza, está bien es mi jefe pero yo sigo siendo una persona y él me ha tratado mal. Lo hermoso no le quita lo pedante, puede tener todo el dinero del mundo más no por eso me tiene que hablar así. Sigo con mi charla interna hasta llegar al puesto que me asignaron, el escritorio es de madera oscura con una silla negra de cuero y una computadora, encima esta la caja con mis pertenencias que muy amablemente me ayudo a subir el Sr. Bob de seguridad, unos minutos antes de que yo lo hiciera debido a que tuve que atender una llamada de mi madre. Ella en este momento se encuentra pasando por lo que diría la parte más difícil de su enfermedad. Le diagnosticaron leucemia hace aproximadamente un año, no habíamos podido empezar con las quimioterapias debido a la falta de ingresos que teníamos, éstas son excesivamente costosas y aunque el estado tiene fundaciones que la podrían ayudar, Débora entra en negación y depresión haciéndome imposible movilizarla hasta ahora, pero con el sueldo que ganare trabajando aquí le podre pagar un médico privado. Comienzo a sacar las pertenencias que traje, entre ellas está el retrato enmarcado del hombre que más he amado en toda mi vida y no, no es el degenerado de mi padre quien nos abandonó cuando tenía cinco años, este fue el más importante de toda mi existencia y quien me motivo a ser quien soy ahora. Después de una hora todo se encuentra en su sitio, las grapadoras, lapiceros, correctores, el retrato, todo bien ordenado. Me dispongo a revisar emails en el correo de la oficina separando los importante para reenviárselos al correo del Sr. Harem, anoto las fechas de sus reuniones para mantenerlo informado, en eso me paso lo que resta de mañana y toda la tarde por lo que no me percato cuando cae la noche, escucho como mi jefe sale de su oficina cerrando la puerta y levanto la mirada. —Cancela la cita que tenía para la cena, tengo otras cosas que hacer —pide, no muy amable. —Srita. Fields —le reprocho molesta. —¿Qué? —pregunta como si de verdad no entendiera, este hombre agotara mi paciencia. —Olivia Fields, ese es mi nombre —digo frustrada, esperaba que me retara pero no lo hace. Asiente con la cabeza y fija su vista en algo, sigo su mirada consiguiendo el retrato de mi escritorio. —No sé si llamarla señorita después de todo, si coquetea con mi hermano teniendo novio—. Esa fue la gota que derramó el vaso, hasta aquí puedo aguantar. —Jamás permitiré que ni usted ni nadie me falte el respeto —reclamo alterada —Desde que llegue he soportado su mal humor y su falta de educación Sr. Harem pero si esto será así todo el tiempo entonces, no quiero trabajar para usted. Recojo mis cosas sin poder retener las lágrimas, me pongo frente al ascensor abierto pero antes de subir le digo. —Y para su información, él era mi hermano Daniel, murió en un accidente de tránsito hace dos años—. Subo sin ver su cara, marcando el piso de planta baja para salir de aquí. Al poner un pie fuera del edificio suelto todo el aire que no sabía que tenía contenido, lágrimas caen sobre mis mejillas mientras escucho un estruendoso ruido proveniente de una tormenta que se avecina. Con mi caja en las manos me dirijo a mi auto abriéndolo para colocarla en el asiento de atrás, en el estacionamiento solo hay dos autos, el mío e imagino que el otro es el de Nadir, somos los últimos en salir así que agradezco inmensamente que todos estén en sus casas porque nadie estará comentando mañana de la discusión del jefe conmigo aunque ya no tendría que preocuparme pues no vendré más, creo que deje muy clara mi renuncia. Me coloco por fin en el asiento del conductor para irme directo al departamento que rente, después de vender la casa en la que siempre viví con mi familia; también con ese dinero pudimos comprar el auto que no era un último modelo, pero nos permitía trasladarnos cuando mamá tenía que ir a las consultas. Hoy ésta chatarra le dio por dañarse, había intentado dos veces encenderlo y no hacía nada, me tocaría caminar sola antes de que empezara a llover, después vendría con un remolque para llevármelo, me dispongo a caminar hasta que siento un auto n***o con vidrios polarizados a mi lado. —Sube Olivia —pide el Sr. Harem bajando el vidrio de su automóvil marca Audi. —Si no le ha quedado claro no quiero nada que venga de usted —le digo bastante molesta —Además soy la Srita. Fields, solo me dicen Olivia las personas que me tienen confianza. —No sonó tan molesta cuando Zaid la llamo Olivia—. Su comentario me molesto aún más, si era eso posible. —Se lo diré una última vez, déjeme en paz. —Suba Srita. Fields, no me haga perder más el tiempo. Evalúo mis opciones, eran subir con Nadir o caminar exponiéndome a cualquier cosa antes de llegar al departamento, sentí una gota caer en mi mejilla y fue todo lo que necesite para ingresar al auto. El Audi estaba tan ordenado como su oficina, la música tenía poco volumen y él no me hablaría, así que me dispuse a observar por la ventana una vez que le di mi dirección. Llegamos sin darme cuenta, me quede dormida en el asiento y Nadir toco mi hombro suavemente para despertarme. Perezosamente abrí los ojos, estaba avergonzada y mis mejillas se tornaron carmesí, le di las gracias antes de bajarme por educación más que otra cosa. —Srita. Fields—. Me llamó bajando el vidrio, di media vuelta para encararlo—. Le ofrezco una disculpa, estaba molesto esta mañana y sé que no era su culpa pero la pague con usted. Encontré un poco de vergüenza en esa declaración, este hombre acabaría con mi vida. —Le pido que vuelva mañana a su puesto de trabajo, esto no volverá a pasar —prometió. —Está bien, hasta mañana Sr. Harem —dije entrando al edificio. Ingresé al departamento haciendo el menor ruido posible por si Débora estaba dormida pero la encontré parada frente a la ventana sonriendo, a ver con que me sale ahora porque tiene una imaginación enorme. —Cariño, ¿Ese auto de quién era? —Preguntó —¿Algún chico? —sonrió. —Algo así, ese era mi jefe. —¿Y te trajo a casa? —El auto no quería encender, simplemente fue un favor mamá —le resté importancia. —Él te ha gustado —afirmó —Te pusiste nerviosa al hablar de él, no finjas que te conozco bien. —Entiende algo, no pasara nada con Nadir —dije, más para recordármelo a mí que para aclarárselo a ella —Ahora vamos a dormir. Que día tan largo el de hoy, acostada en mi cama recuerdo todo lo que pasó con los hermanos Harem, Zaid era todo lo contrario a Nadir aunque los dos eran muy atractivos, este era el primer día más extraño que pude tener y no quería saber todo lo que me espera, caigo rendida en los brazos de Morfeo sin mucho esfuerzo pues estoy totalmente agotada.
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