Prólogo

1439 Words
Olivia Fields: Noche buena, llena de regalos, familia, gente bien vestida y bien portada. Como todos los años la reunión sería en mi casa, mamá estaba nerviosa ya que quería que todo saliera bien, el pavo ya estaba en el horno, el pan de jamón servido en la mesa, el vino y las uvas listas, solo teníamos que ir a cambiarnos la ropa de casa por la que habíamos comprado días antes además de esperar la llegada de mi hermano unas horas más tarde. —Mamá es hora de ir a ducharnos—. Señalo el reloj para que note que es tarde. —Bien, voy—. Le da una última mirada a todo y sé que no está muy convencida. —Todo estará bien —digo con una sonrisa, mientras cada una se va a sus respectivas habitaciones. Sobre mi cama estaba el vestido que usaría, de color rojo que combinaba a la perfección con mis tacones dorados y un hermoso collar. Me dejaría el cabello suelto, su largo era hasta los hombros y solo aplicaría un poco de maquillaje por petición de mi madre pues si fuese por mí no lo haría, ya que no me gusta realmente, solo con mis ojos verdes estaría conforme. Una vez lista me vi en el espejo, había hecho un gran trabajo ya que me gustaba lo que veía y a Dorian esperaba que también, llevo saliendo unos cinco meses con él y mi familia lo quería mucho. Baje a organizar todo para que estuviese perfecto, estaba nerviosa igual que mi madre pero no lo demostraba tanto como ella, arreglé la mesa completamente, seriamos seis esta noche. Mi madre Débora, Daniel mi hermano, su novia Clarisa, Dorian, su hermana Cloe y yo. Subí el volumen de la radio en la que se escuchaban villancicos y me paré en la entrada para esperar a los invitados. Débora me acompañó dándole la bienvenida a mi novio y su hermana. —¡Feliz noche buena! —abrazó Dorian a mi madre y dejó un beso en mis labios. —Pasen adelante —ofreció Débora haciéndose a un lado para dejarlos entrar, Cloe era muy tímida aunque ya con nosotras se ha soltado un poco, no sé qué pasará cuando llegue mi hermano. —Muchas gracias —respondió Cloe con las mejillas sonrojadas. Decidimos tomar algo mientras esperábamos a los demás, nos sentamos a conversar en la sala y entre risas se nos pasó el tiempo. Noto que algo no está bien, pues se están tardando mucho y Daniel no se ha comunicado con nosotras desde que salió de Behil que está a una hora de aquí, puede que la ventisca esté muy fuerte y eso los haya retrasado. Intento llamarlo unas cinco veces a su teléfono pero no contesta, esta vez intento con Clarisa pero obtengo el mismo resultado, empiezo a preocuparme y aunque mi madre quiere parecer tranquila sé que no lo está. —Mamá no contestan —le informo —. Hace más de dos horas que tendrían que haber llegado—. Estoy perdiendo la paciencia, mis uñas son las que sufren porque ya me las he comido todas. —Amor debes calmarte —me pide Dorian —No tienes de que preocuparte, ya verás. La hora siguiente es una tortura al no recibir noticias de ningún lado, siento que mi madre quedara sin cabello de tanto que ha pasado su mano por él, mi novio llevó a Cloe a casa porque tanta tensión no le hace bien a una jovencita. —Debemos ir a la policía —sentencio. Débora conduce lo más rápido que puede hacia la comisaria pero se nos dificulta un poco debido a que todas las calles están abarrotadas de nieve, nos toma unos treinta y cinco minutos llegar y nos bajamos a toda prisa del auto. Dorian se quedó en casa con la tarea de informarnos si ellos llegaban, antes de hablar con el jefe de policías decido llamarlo para verificar que aún no ha llegado cosa que es cierta así que cuelgo el teléfono y me dirijo hacia él. Le explico toda la situación lo más calmada que puedo que en realidad no es mucho, mi madre está a mi lado escuchando con paciencia todo lo que digo y no me interrumpe cuando me trabo, cosa que agradezco, cuando termino él me pide que espere y se dirige a hacer unas llamadas. —Tranquila Olivia, todo estará bien—. Me abraza hasta dejarme sin aire, así que tengo que apartarla para que no me asfixie. El Sr. Cobs, jefe de policía que nos está atendiendo se acerca a nosotras pasados unos cuantos minutos, en su cara puedo notar que se está debatiendo entre decirnos o no, espero que no sean malas noticias, lo deseo en realidad pero sé que mis suplicas no serán escuchadas pues su cara lo dice todo. —Señoritas, me acaban de informar que efectivamente su hermano Daniel Fields se encontraba en camino, pero debido a la fuerte tormenta la carretera era difícil de ver y el auto en el que venía impacto fuertemente con otro—. Explicó el oficial Cobs, aunque ya yo no soy capaz de escuchar sino hasta el final—. Lo siento mucho, su hermano está muerto. Ese fue el dolor más grande que sentí en toda mi vida. Un año después. —Mamá no te lo voy a repetir, tenemos que ir al médico. Últimamente no se encontraba muy bien, la conseguía en el baño vomitando cuando llegaba de la universidad de la cual solo me faltaba un año para graduarme, sé que no teníamos dinero para pagar un doctor privado pero en los centros públicos si nos podrían ayudar, ha sido un año difícil después del funeral de Daniel, retomar nuestras vidas nos costó mucho, levantarnos fue duro pero aquí estamos y no permitiré perder a la otra persona más importante en mi vida. Débora estaba más delgada, perdía mucho peso a pesar de que comía bien, también estaba ojerosa y se caía su cabello marrón, sé que no era la mujer más joven del mundo pero a sus cincuenta y seis años no era para que se viera así. Las cosas con Dorian no funcionaron, cuatro meses después del accidente cada quien tomo su rumbo y sé que su vida no era conmigo porque ahora se iba a casar con una joven que conoció en la universidad, estoy bien con eso ya que quedamos como amigos, aun me escucha y ayuda con lo que puede aunque siento que Loris, su prometida me odia. —Olivia deja de preocuparte tanto, no es nada—. Siempre dice eso, pero no lo voy a aguantar más. —Te levantarás de la cama, buscarás algo cómodo e iremos al médico— demandé enfadada— En cinco minutos te espero abajo. Una compañera de la universidad tenía una tía en el hospital así que ella consiguió una cita para mi mamá con el doctor Stefano, según ella era muy bueno y podíamos confiar en él con los ojos cerrados. Tenía muchos pacientes en la sala de espera, la mayoría con edades como las de Débora. La anunció tres pacientes después, pasé junto a ella pues la muy cobarde no quería ir sola, no sé si han sentido en momentos que ustedes son los padres de sus padres, así me siento yo ahora. Le explica al doctor con lujos de detalles todo lo que siente y de lo que yo era totalmente ajena. No sabía que realmente estaba de esa manera o la hubiese traído antes, este le manda a hacer una serie de exámenes que deberá traer una semana después de esta consulta. ~*~ La semana paso muy rápido, hoy toca la consulta con el Doc. Stefano y Débora ha desmejorado notablemente, tengo mucho miedo del diagnóstico que nos puedan dar, pero no quiero hacerle saber mis inquietudes. Llegamos al hospital anotándola en la lista de pacientes del doctor, esta vez tiene solo a uno por delante así que tomamos asiento cerca de la puerta ya que también tiende a cansarse fácilmente. El Doc. Stefano nos recibe cordialmente con una sonrisa a las dos, pasamos al consultorio y mientras ella se acuesta en la camilla para que la revisen, yo me siento en una de las sillas frente a su escritorio. Le hace las preguntas de rutina y procede a revisar los exámenes, su cara se torna triste al leer los resultados lo puedo notar en sus ojos, eran como los del oficial Cobs cuando nos dio la noticia de Daniel así que sé que no tengo nada bueno que esperar, Débora se incorpora tomando asiento a mi lado atenta a las palabras del doctor y yo no podría estar más ansiosa. —Señora Débora, quisiera no decirle esto—. Los sentidos de mi madre se ponen alerta al igual que los míos— Usted tiene cáncer. Si me preguntaran cuales han sido los días más dolorosos, horribles y odiados para mí, diría que el día que murió mi hermano y hoy.
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