Capítulo 6:
Campos de Olivia:
- Lo siento por interrumpir - dejó enojado, saliendo de la habitación, el portazo que dio se tuvo que escuchar en toda la mansión.
Zaid se envió a mi lado en la cama, estaba confundido por la reacción de su hermano pero yo no, estaba claro que la había liado en grande esta vez.
- ¿Y a este que le dio? - preguntó mi amigo.
Le expliqué todo desde el incidente en su oficina, en mi casa, lo que dijo Débora y mi intento por arreglar las cosas. El escuchaba atento, lo bueno de tener un amigo como Zaid es que puedes contar cualquier cosa, cuando terminas de relatar la historia me abrazó.
- Él es un idiota en toda su estructura - declaró.
- Yo soy la tonta aquí - alegué triste.
- Te pediré algo, ándate con cuidado con Clarisa -. Me advirtió en serio, pocas veces se vieron afectadas por el Zaid de esa forma: No se hace cuanto la conoces, pero ella no es la misma.
- ¿Te volviste loco? - cuestioné confundida.
- Clarisa es capaz de terminar contigo si se lo propone, argumentando asustándome, hablando de una de las chicas más dulces que él conocido.
- Debes estar equivocado —manifesté defendiéndola.
- Olivia, ella intento acostarse conmigo —confesó, dejándome peor que antes.
- Espera, ¿QUÉ?
- Chicos, la comida esta lista —informar Aida, entrando a la habitación - ¿Nadir no les avisó?
—Sí, vamos contigo.
Zaid se levantó colocándose una camisa y sus zapatos, hice los mismo con los míos siguiéndolo escaleras abajo. Antes de llegar al comedor lo tome del brazo, esto no se iba a quedar así.
—Tenemos una conversación pendiente —declaré. El solo asintió con la cabeza tomando asiento en su lugar habitual al lado de su madre. Yo tenía un espacio libre entre Nadir y Aida.
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—¿Cómo estuvo el trabajo hoy? —Indagó el viejo Harem — ¿Ya te volvió loca mi hijo, Olivia?
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Iba a contestarle algo educado, pero me vi interrumpida por una melena marrón que se aproximaba a nosotros.
—Buenas noches, familia —saludó alegre Clarisa, hasta que reparo en mi —Y Olivia, que grata sorpresa.
—Buenas noches —respondimos al unisonó.
Su mirada se centró aún más en mí cuando notó que ocupaba el asiento al lado de su prometido.
—Miranda ¿Podrías traer un plato extra?, por favor —pidió el Sr. Vahar antes de que se formara la tercera guerra mundial.
Tirando todo mi orgullo y dignidad o lo que quedaba de ella, hice un espacio entre Nadir y yo para Clarisa, lo que nadie esperaba es que él tomara mi mano antes de levantarme para que no me moviera de ahí. La mesa se sucumbió en un silencio sepulcral, la morena estaba por botar humo por las orejas y yo no podía estar más apenada, esté al percatarse de la escena que estaba montando me soltó.
—Lo siento —dijo Nadir, mi sangre que dejo de circular por mis venas retomo su ruta.
Miranda, la señora de servicio estaba ajena a todo lo que pasaba y entró al comedor cortando con toda la tensión que se creó, sin emitir comentarios mi excuñada tomo asiento al lado de su prometido con el cual imaginaba estaba extremadamente molesta. Zaid como siempre salió en mi rescate con sus chistes y locuras espontaneas haciéndonos volver al ambiente familiar, otra más para anotarla en el cuaderno de cosas que tengo que agradecerle. Antes de caer la media noche me despedí de todos para retirarme a casa, pero mi jefe aprovecho la distracción del grupo y me detuvo en la puerta.
—Quiero hablar contigo —exigió, otra vez con sus cambios de humor.
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—No tengo nada que hablar con usted —. Repliqué haciéndome la dura, aunque me temblaban hasta las piernas.
—Olivia, por favor —suplicó rendido tomándome por el codo, no tenía escapatoria además de que sus ojos ya me habían hechizado.
—Otra vez, ustedes dos—. Reclamó gritando la novia de Nadir. Como acto reflejo me soltó, pero el cosquilleo de su piel contra la mía no se fue tan rápido.
—El Sr. Harem estaba comentándome un asunto de la oficina— expliqué, intentando calmar a la fiera —Por favor, si necesita comunicarse conmigo hágalo por escrito —dije retirándome.
Una vez dentro del auto eché la cabeza hacia atrás en el asiento intentando normalizar mi respiración, demasiadas emociones para un solo día. Conduje unos minutos en la autopista hasta llegar al departamento que para mi sorpresa estaba vació, me di una ducha y me fui a la cama, intente esperar a mamá pero el sueño me venció.
Al día siguiente, unos golpes en la puerta me despertaron, eran las ocho de la mañana de un sábado.
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Reviso el departamento en busca de Débora pero noto que anoche no llego a dormir, aunque ella no podía ser quien tocaba pues tenía sus propias llaves, estando toda adormilada y en pijama me acerco para ver de quien se trata, encontrándome con la última persona que quería aquí.
- Tú me vas a escuchar, Olivia —demandó Clarisa, alterada.