Capítulo 4:
Campos de Olivia:
La noticia del accidente inundo mis oídos, estaba perpleja reviviendo todo otra vez. Un nudo se formó en mi garganta, quería llorar más sin embargo no lo permitiría, solo necesitaba que Zaid estuviese bien.
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Levanto a mamá para avisarle que iría a la clínica, Nadir se ofreció a buscarme y Débora me acompañaría, por lo que yacíamos las dos vestidas con lo primero que encontramos, esperando el auto de mi jefe.
- Sra. Débora, me habría gustado verla por segunda vez en otras circunstancias —dice Nadir mientras nos saludamos.
- Es bueno verte otra vez, cariño —saluda mamá esta vez.
El camino fue silencioso, mi corazón latiendo a toda velocidad era lo único que hacia ruido. Estaba muy asustada, oré todo el tiempo deseando que Dios me escuchara esta vez, por lo menos. Este era el momento que pones en duda tus creencias y religiones, es cuando se pone en juego hasta el más mínimo detalle. No estaba preparado para perder a alguien más, menos al más simpático de los Harem.
- Sr. Y Sra. Harem, lo siento mucho —digo a punto de llorar, yo fui totalmente responsable, él se quedó hasta tarde conmigo.
- Cariño no fue tu culpa, ese auto se atravesó en su camino -. Me abrazó la Sra. Florián
- Las personas que iban en el otro auto ¿Están bien? - Supuso Nadir.
- Tienen uno que otro rasguño, pero el más afectado fue tu hermano —respondió el Sr. Vahar.
- ¿Aida sabe lo que sucedió? ¿Dónde está ella? —Pregunté.
- Si lo sabe, está con una amiga no te preocupes .
- Les traje café a todos -. Clarisa se acerca a nosotros entregándoles a sus suegros un pequeño vasito—. Débora cariño, ¿Cómo estás ?, no sabía qué estarían aquí por eso no les traje - dijo saludando a mi madre y luego a mí. Estas salieron juntas a tomar aire, una mamá no le gustaban estos lugares, la llevaban devuelta al pasado.
Pasaron dos horas en las cuales no teníamos noticias de Zaid, yo tenía al borde de la desesperación, Florián agarraba mi mano apoyándome, sabía que estaba muy mal porque pasaría dos veces por esto no era fácil.
- Familiares de Zaid Harem : un médico que sale de emergencia, nos acercamos a él para que continúe hablando.
El doctor hablo solo con el Sr. Vahar dejándonos a la expectativa por unos minutos, el padre de mi jefe fue quien nos informó que Zaid ya estaba estable, había perdido mucha sangre por lo que tenía de reposo unos días ya que estaba débil. Entramos a verlo de dos en dos una vez despierto, primero sus padres, luego Clarisa y Débora, pero a mí me tocó la peor parte, tuve que entrar con Nadir.
- Hermano, no vuelvas a asustarme así —fue lo primero que le dijo mi jefe, estaban hablando un rato en el que me mantuve distante para no interrumpir hasta que él reparó en mi presencia.
- Hola hermosamente, saludándome, mis manos empezaron a sudar además de sentir como me ruborizaba - ¿También te asusté? - me preguntó sonriendo.
- Muchísimo.
- No te preocupes, no te desharás de mi tan fácil.
Escuché como la puerta de la habitación se cerraba de golpe, ambos notamos que Nadir se había retirado pero no le tomamos importancia o eso era lo que yo esperaba, pero mi mente no dejaba de pensar en la razón de su comportamiento.
Estuvimos hablando lo que restaba de noche, decidí quedarme a dormir en la clínica para acompañarlo con el consentimiento de sus padres y su mamá descansaría para traer sus pertenencias de aseo en la mañana, además el día siguiente era domingo y no tenía que ir a trabajar .
Débora llegó temprano con el desayuno para Zaid y para mí, sé que Florian estará agradecida, déjé a mamá con él para ir a comprar algo de beber, porque ella no es perfecta y se le olvidó. Después de andar deambulando por toda la clínica unos diez minutos por fin conseguí un cafetín, estaba por pedir mi orden cuando escuché que me llamaban a lo lejos.
- ¡Olivia! —Me llamó Clarisa.
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- Buenos días —saludé por pura cortesía.
- Puedes pedir también un café, es para mí prometido - Dije y yo quería arreglar la cabeza.
- Está bien .
Pedí nuestros jugos además de incluir los dos cafés para Nadir y su flamante novia, subimos juntas para mi mala suerte, en un ascensor, trágico lo sé. Entre en la habitación trecientos cuatro, encontrándome con Debora, Zaid y Nadir hablando muy animados. Mi jefe me saludo de forma casual, no era la gran cosa, su novia le entrego el café que "YO" pagué y lo beso, como yo deseaba hacerlo, en definitiva la odio y me odio por sentir esto.
- Eres hermosa identificado Zaid sacándome de mi burbuja.
- ¿Qué? —Pregunté sonriendo.
- ¿Qué? No - Me reprochó por no oírlo. Eres hermosa . Y si, se atrevió a repetirlo.
- Estás loco —dije acercándome a él con una enorme sonrisa, le entregué su bebida la cual compartió conmigo por más que protestas por tener la mía.
- Ustedes se ven tan lindos —comentó Clarisa llamando a nuestra atención, todos en la habitación nos veían fijamente.
- Gracias , Zaid, estaba loco.
Pasaron los días y tuve que regresar al trabajo, a Zaid le habían dado dado de alta pero se habían perdido de reposo en la mansión Harem, aunque lo habían dejado todos los días porque iba a visitarlo después de salir de la empresa. Todos creían que entre nosotros sucedió algo más que una simple amistad, pero no era así si yo quería mucho o más bien demasiado, como a un hermano solamente.
Estábamos por terminar la jornada laboral, la mayoría de los empleados se habían ido. Nadir me pidió una oficina para hablar de algo que vaya a saber qué era, solo había una forma de averiguarlo y esa era la que me llevará de camino hacia él.
- ¿Desea algo señor?
- Toma asiento —pide sin levantar la cara de su computador.
- ¿Se puede saber que sucede?
- Quiero que deje de salir con mi hermano -. Me ordena y no puedo estar más confundida.
- ¿Disculpe? Yo no estoy saliendo con su hermano, y si estuviste haciendo tú no es quien para metros —dije saliendo como alma que lleva el diablo de esa oficina.
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Estoy tan molesta, menos mal que tengo mi auto aquí porque si me tocara ir con él de verdad que me suicidé. Hoy no tuve ganas de pasar a visitar a Zaid, así que le mande un mensaje disculpándome y fui directo al departamento. Mamá no se había sentido, había ido al cementerio a ponerle unas flores a Daniel y después visitaría a una amiga con la que se desahogaba, déjame preocuparme hace unos meses porque se ha vuelto rutina.
El timbre del departamento sonó, esperaba que Nadir no se haya atrevido a seguirme hasta aquí porque lo estrangularía con mis propias manos, pero para mi sorpresa no era él.
- ¿Dorian? —Susurré sorprendida - ¡Que grata sorpresa! -. Lo saludé con un beso en la mejilla dejándolo pasar.
- Hola cariño, ¿Tu madre está? —Preguntó.
- Está con Daniel -. Sus ojos se engrandecieron— oh, no entendiste mal - dije riendo— Está visitando a Daniel.
- Cariño por favor, me asustaste.
- Bueno, ¿A qué se debe tu visita?
- Pues quería celebrar con mi amiga —explicó— ¡Voy a ser papa! -. Me dio la noticia, estaba muy feliz por él.
Destapamos una botella de vino de la que él trajo y prontamente se convirtió en dos, tres, cuatro, hasta que perdí la cuenta. Estábamos en nuestro momento feliz sin preocupaciones, sin dificultades, donde todo era perfecto. Dorian sin querer derramo su trago en mi blusa, me dio pereza ir a cambiarme por eso solo me la quite quedando en brasier, de igual forma ya me había visto muchas veces asi antes. El timbre sonó por segunda vez, no estaba en pleno conocimiento de mis acciones y abrí la puerta casi desnuda, detrás de esta se encontró Nadir, la sobriedad volvió a mí como un balde de agua fría.
- No es lo que parece —alcancé a decir, mientras él estaba fijomente a mi acompañante.
Él simplemente se dio la vuelta y se fue por donde vino, quería seguirlo, mi subconsciente decidir que lo hiciera pero no iba a salir desnuda a la calle, hablaría con él luego aunque esa podría ser mi peor decisión.