CAPÍTULO 2

1442 Words
Cuando sonó el timbre final a las tres en punto, me dirigí hacia el aparcamiento. Mis ojos buscaron inmediatamente a Dennis o Reed, las propiedades Alfa y Beta estaban prácticamente una al lado de la otra para que compartiéramos trayectos. Ninguno de los dos tenía actividades extraescolares hoy después de clase, por lo que esta mañana me llevaría con ellos en lugar de ir en mi propio vehículo. Estaban de pie junto al Dodge Charger n***o de Reed, Dennis apoyado en él mientras hablaban con las hijas gemelas del Tercero al Mando. Me acerqué a ellos, caminando rápidamente hacia el lado de Dennis y dedicándoles una pequeña sonrisa que me devolvieron. Las gemelas se habían transformado hacía poco y sus ojos parecían lobos. Tanto Charlotte como Ella aún no habían adquirido el control total de sus lobos. Su hermano mayor y nuestro futuro Tercero al Mando, River, se había tomado las siguientes tres semanas sin ir a la escuela para seguir con su propio entrenamiento. —¿Listos para partir?— preguntó Reed una vez que los gemelos se despidieron. Asentí con la cabeza y subimos todos al coche. Me senté en la parte de atrás y me abroché el cinturón de seguridad mientras Reed salía a toda velocidad del aparcamiento del instituto y se dirigía a la carretera. El instituto estaba dentro de nuestro territorio y a solo quince minutos en coche de la manada. La casa de la manada consistía principalmente en lobos recién apareados, la enfermería de nuestra manada y la oficina de repuesto del Alfa. Reed no tardó mucho en aparcar delante de la casa de Beta, la casa que yo llamaba hogar. Dennis y yo salimos del coche y nos dirigimos a la puerta principal. Subimos los escalones, la mansión se alzaba sobre nosotros y las paredes blancas se reflejaban en las ventanas negras. Entramos en la casa y Dennis me dijo que iba a ver a su padre al despacho. Decidí entrar en la cocina, sabiendo que Gretha estaría preparando la cena. Gretha me sonrió ampliamente cuando entré en la cocina, me acomodé en el taburete de la encimera mientras cogía condimentos de los armarios y los espolvoreaba generosamente sobre los espaguetis a la boloñesa que estaba cocinando. —¿Qué tal el colegio, cariño?— me preguntó Gretha mientras se dirigía al fregadero y se lavaba las manos, con el jabón burbujeando abundantemente antes de desaparecer bajo el agua caliente. Me encogí de hombros, mis ojos se encontraron con los suyos. —Los colegios, el colegio—, empecé, y mis palabras la hicieron reír. —No ha sido lo peor, la semana que viene tengo un examen de matemáticas para el que tengo que estudiar, pero aparte de eso, estoy totalmente al día con el trabajo. —La escuela nunca fue mi favorita, pero ahora estás en el último año y ya casi termina. Sé que antes hablamos brevemente de ello, pero ¿has pensado si querías ir a la universidad o dedicarte a tiempo completo a las tareas de guerrero? Suspiré, mi expresión facial mostraba mi incertidumbre. Aún no había decidido qué quería hacer; seguía indecisa. —Todavía estoy en conflicto, me gustaría ir a la universidad y tener la experiencia, pero también quiero seguir los pasos de mi padre. Gretha estaba ahora frente a mí, al otro lado del mostrador, y extendió las manos para coger las mías, que yo agarré con la misma fuerza. —No tienes mucho tiempo para decidirte, entiendo que no es una elección fácil, pero tanto Julian como yo estaremos contigo, elijas lo que elijas hacer. —Gracias, Gretha.— Apreciaba a Gretha y a Julian más de lo que las palabras podrían expresar. Me levanté, caminando alrededor del mostrador y le di un abrazo que ella devolvió al instante. —Vamos a servir la cena. ¿Me ayudarías a poner la mesa?— Me pidió mientras se separaba del abrazo y me sonreía antes de acompañarme al comedor. Después de poner la mesa, aparecieron Dennis y Julian, que me dedicó una gran sonrisa y me preguntó por mi día en el colegio. Todos nos sentamos a hablar y comer, discutiendo nuestros días y cuáles eran nuestros planes para el fin de semana. Dennis, Reed, Chase, Chloe y yo íbamos a ir al centro comercial mañana, ya que era sábado. —Los dos tenéis entrenamiento el domingo, no lo olvidéis sobre todo porque los dos tenéis el próximo fin de semana libre, ya que Reed mencionó que los dos ibais a ir a la celebración del cumpleaños de Gabriel—. El tono de Julian era serio cuando mencionó el entrenamiento, era un hombre muy serio cuando se trataba de asuntos de la manada y de nuestro entrenamiento de combate. Dennis y yo asentimos, yo no había confirmado si iría a la fiesta, pero tampoco me apetecía hacer entrenamiento de combate. —Solo son cinco horas, así que espero que no sea demasiado doloroso—. Julian se rió, agradablemente entretenido, ya que todos sabíamos que íbamos a tener entrenamiento con el Alfa Jaxon. La idea de entrenar con nuestro Alfa hizo que mis músculos se tensaran y se agarrotaran. Ya podía sentir los inmensos dolores y molestias que ocuparían todo mi cuerpo la semana siguiente. Sus sesiones de entrenamiento eran duras y brutales. Te empujaba más allá de tu límite, para poner a prueba todo tu potencial. —Los dos parecéis cansados, ¿por qué no os vais a la cama y yo me despejo esta noche?—. Dijo Gretha, mirándonos fijamente a Dennis y a mí. Después de dar las gracias a Gretha por la comida, me dirigí escaleras arriba a mi dormitorio, estaba enfrente del de Dennis. Había decidido volver a la oficina con Julian, tenía papeleo que rellenar relacionado con la manada y quería terminarlo antes de irse a la cama. Me tumbé en la cama unos instantes antes de decidir darme una ducha rápida antes de acostarme, sabiendo que me sentiría mejor una vez acurrucada y cómoda. Entré en el cuarto de baño y me quité la ropa sucia antes de meterme en la ducha. Me lavé el pelo rubio antes de salir y secarme con una toalla. Me lavé los dientes y entré en mi dormitorio, donde cogí unos pantalones cortos y un top antes de meterme en la cama y meterme debajo del edredón. El calor me hizo bostezar de inmediato y el cansancio me hizo caer en un profundo sueño. * Me desperté con el despertador sonando a todo volumen en mi oído, mi brazo se levantó en dirección al ruido, mis manos golpearon el botón de repetición antes de darme la vuelta, metiendo la cabeza de nuevo en el calor que me rodeaba. Volví a sumirme en un profundo sueño. En lo que parecieron veinte minutos, Dennis golpeó la puerta de mi habitación antes de entrar, saltando encima de mi cama mientras yo intentaba apartarlo. Le miré con el ceño fruncido, sin gracia y todavía cansada, deseando dormir una o dos horas más. —Has dormido unas catorce horas. Seguro que no necesitas dormir más—. Asentí con la cabeza a su pregunta, rodando sobre mi lado de espaldas a él mientras me subía el edredón, metiéndolo debajo de mi barbilla mientras intentaba dormir más. La sonora carcajada de Dennis entró en mis oídos mientras tiraba del edredón hacia atrás, su sonrisa agravante molestándome a estas horas de la mañana. —Son las once, pueden esperar una hora—me quejé. —Lara, son las dos. —Oh, no.— Su comentario me hizo espabilar, no quería ser la responsable de arruinar el día o los planes de todos. Me levanté inmediatamente, corriendo hacia mi armario y cogiendo un par de vaqueros, un top casual rosa y mi ropa interior. Dennis se tumbó despreocupadamente encima de mi cama, encendiendo mi televisor mientras yo me apresuraba hacia el baño, lavándome los dientes, duchándome y poniéndome la ropa que había elegido. —Estoy lista—dije al salir, solo para encontrarme a Dennis sonriéndome. Entorné los ojos hacia él, mi cerebro reconociendo exactamente lo que había hecho, la razón por la que me sonreía. —No son las dos, ¿verdad? La sonrisa de Dennis pareció crecer, sus ojos brillaron mientras un destello divertido aparecía en sus ojos. Sus hoyuelos se hicieron más prominentes mientras yo le miraba enfadada. —No, tenemos mucho tiempo. Solo son las nueve y media. —Dennis—, grité haciéndole reír más, mientras me agitaba más. —¡Eres un idiota!— grité antes de coger una almohada y golpearle con ella.
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