SCARLETT
Al despertar, ni siquiera podía moverme del dolor que tenía en mi cintura y cuerpo completo, verlo dormir plácidamente aferrándose a mí me causó más repudio y lo odiaba más, pero a la vez no entendía cómo es que era tan atractivo durmiendo y con el cabello desordenado. Tenía la oportunidad perfecta para ahorcarlo o ponerle la almohada en su cara y asfixiarlo.
Lentamente subí mis manos directo a su cuello con intenciones asesinas corriendo en mi cabeza, mi ser cargado de odio y rencor con la mente al tope de mi pensamiento dictándome que lo hiciera. - Buenos días... -
Su voz ronca y adormilada me hizo detener justo a centímetros de su cuello, sus ojos se abrieron mirándome fijamente a los míos, eran tan diferentes esta vez que me quedé hipnotizada, eran tan profundos y oscuros como el océano en el que sentía que caía, sus brazos se enroscaron en mi cuerpo pegándome más a él, no dejó de verme y en ningún segundo dejó de observarme. - Qué buena manera de despertarme en la mañana... Yo esperaba un beso en los labios o caricias, esto es nuevo -
Sacudí la cabeza volviendo mi odio hacia él, mirándolo con molestia. -No te hagas ilusiones, todavía tienes el descaro de pedir un beso de buenos días -
-Eres mi esposa y eso deberías hacer, darme un beso de buenos días después de una intensa y placentera noche-
- El único que tuvo placer fuiste tú.... Ni siquiera sabes lo que es darle placer a una mujer que no sea la tuya -
Soltó una carcajada y me pegó más a él, con una de sus manos acarició mi espalda con sus dedos sin dejar de verme ahora con una sonrisa.-Te equivocas... He tenido muchas mujeres que en mi vida me han rogado por más o repetirlo sin importar que las lastime o les duela... Queriendo y rogando ser mi mujer o mis amantes y tú eres la primera que no lo disfruta y me desprecia -
Con razón tenía el ego por los cielos y es que era narcisista, esas mujeres sí que estaban locas al igual que él. - ¿Y por qué mejor no tomas como tu esposa a una de esas y a mí me das mi libertad -
-No, mi amor.... Tú no me vas a dejar, primero muerto que dejarte ir de mis garras.. Eres mía, ¿entiendes?... jamás serás libre de mí -
Su mano subió de mi espalda hasta mi cuello, sus dedos tocando mi piel marcada por sus mordidas y chupetones, tenía adolorida la piel de mi cuello y hombro, miraba con orgullo cada detalle de sus marcas. -Se ven perfectas... Así sabrán que eres mio y no tienes derecho ni siquiera a tocar lo que me pertenece. -¡No me toques que me duele, imbécil!... ¿Me la dejaste sensible, querías quitarme la piel o que? -No le importo, seguí tocando cada moretón y mordida con su sonrisa, más ganas me daba de golpearlo, romperle la nariz y escuchar como se queja del dolor, solo eso me haría feliz.