Había estado huyendo de él, de mi suegra, de la tal Sarah y hasta de Diane que en un momento que me distraje ya estaba frente a mí, estar esquivando personas era toda una estrategía sin distracciones.
–Buenas noches, señor Waldorf –saludó Adam.
–Leighton, te estaba buscando –se dirigió a mí ignorando a Adam.
–Qué casualidad, yo estaba huyendo de ti –respondí, eso no lo puso muy contento.
–Vamos quiero presentarte a unas personas.
–No voy a ir contigo –retrocedí cuando quiso tomar mi mano –. Para empezar he venido con Martín y ahora estoy hablando con Adam así que no puedes venir aquí y decirme que hacer.
–Quiero que vengas conmigo.
–Nunca has querido que vaya contigo a ninguna parte –aseguré.
–Leighton, tienes que venir conmigo.
–Si ella no quiere ir, no puede obligarla –h
